(L700) El Quijote (1605-1615)
Miguel de Cervantes, El Quijote (1605-1615)
Os traigo la obra más
significativa de la literatura en castellano/español. De Miguel de Cervantes (1547-1616)
sabemos que tuvo una vida azarosa llena de dificultades, penalidades y
privaciones y solamente al final de su vida tuvo “éxito” literario gracias a su
Quijote. Aunque, en vida suya, se
publicaron más ediciones de su Galatea (1585)
y de sus Novelas ejemplares (1613)
que de las aventuras del manchego universal.
Preliminar.
La mutación fundamental que introduce el Renacimiento en la literatura de
ficción consiste, esencialmente, en la independencia creciente de los
personajes. El hecho de que ambos, el hidalgo y el criado, se salgan de la
novela en la Segunda parte, para enterarse de la primera y juzgarla, es muestra
preclara de independencia. Cervantes declara su libro “hijo del entendimiento”
y añade “podría ser que alguno que las lea halle algo que le ayude y a los que
no ahondaren tanto, los deleite”. (Quijote I, Prólogo 9).
El descubrimiento de lo
cotidiano como objeto del relato ya había aparecido en el Lazarillo de Tormes (1554). Un desconocido escribe el Entremés de los romances: Bartolo pierde
la razón leyendo el Romancero y ha dado en ser caballero (Menéndez Pidal lo
fecha en 1591). La crítica supone que lo primero que escribió Cervantes fue un Entremés
y que el capítulo 6, el examen de la biblioteca, marcaría el arranque de este
Quijote ensanchado.
En cuanto a los
personajes diremos que “hay muchos don Quijote, como hay muchos Sanchos”. Los
personajes cambian cien veces de tono y de retórica como lo hacemos todos los
hablantes. Y esto sucede así, de modo continuo, por primera vez en el Quijote. El abundante empleo de refranes
por Sancho para dotarlo de un habla popular pero sabia. El héroe literario
necesita de “otro al lado” que sea su confidente y cooperador. A lo largo de la
novela asistimos al crecimiento moral solidario de amo y criado. Lo que se ha
llamado la quijotización de Sancho.
1.- Vida y Literatura: Cervantes en el Quijote. Su existencia histórica
apenas se conoce. Debido al silencio de los archivos, ignoramos casi todo de
los años de infancia y adolescencia de nuestro escritor. Podemos afirmar, a
ciencia cierta, que nació en 1547 en Alcalá de Henares, de padre cirujano; pero
no se sabe en qué fecha exacta, y la supuesta ascendencia conversa que se le
atribuye sigue siendo tema controvertido. Tal vez empezara a estudiar en
Sevilla, viendo representar allí a Lope de Rueda; pero su traslado a Madrid no
queda documentado. Hace falta esperar al año de 1569 para ver comprobada su
presencia en la Villa y Corte, la cual se infiere de su contribución a las
Exequias publicadas por su maestro López de Hoyos con motivo de la muerte de
Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II.
Mejor conocimiento
tenemos de los años heroicos que median entre 1571 y 1580: el contacto de
Cervantes con la «vida libre de Italia», primero en Roma, en el séquito del
cardenal Acquaviva, luego como soldado, a las órdenes de Diego de Urbina; las
heridas recibidas en Lepanto, el 7 de octubre de 1571, donde, a bordo de La
Marquesa, pelea «muy valientemente» y pierde de un arcabuzazo el uso de la mano
izquierda; al año siguiente, las acciones militares llevadas con desigual
suerte por don Juan de Austria en Corfú, Navarino, Túnez y La Goleta; en 1575,
la captura por corsarios turcos, al volver a España en la galera Sol, por fin. Los cinco años del cautiverio
argelino, dolorosa experiencia marcada por cuatro intentos frustrados de
evasión y concluida con un inesperado rescate, conseguido por obra de los
padres trinitarios.
La falta casi completa de
escritos íntimos no nos permite concretar el cómo y el porqué de estas
peripecias: así la partida a Italia, quizás a consecuencia de un misterioso
duelo; la vida subalterna llevada durante unos meses en Roma; el alistamiento
en los tercios; la vuelta proyectada a la madre patria; y en Argel, a pesar de
reiteradas tentativas de fuga, la extraña clemencia del rey Hazán.
Otro tanto puede decirse
de los acontecimientos consecutivos al regreso de Cervantes a Madrid, una vez
rescatado. Tras una breve misión desempeñada en Orán, se inicia entonces su
carrera de escritor: hace representar varias comedias, «sin silbos, gritos ni barahúnda»,
en tanto que, en 1585, publica La Galatea,
novela pastoril al estilo de La Diana
de Montemayor. Pero no se explica la pérdida casi completa de sus primeras
piezas (exceptuando El trato de Argel
y La Numancia, conservadas en copias
del siglo XVIII); tampoco se ha aclarado el misterio que envuelve el nacimiento
de su hija natural, Isabel, habida de Ana Franca de Rojas, esposa de un
tabernero; apenas se conocen las circunstancias de su matrimonio, en 1584, en
Esquivias, con Catalina de Salazar, dieciocho años menor que él; menos aún las
razones exactas de su partida del hogar, en 1587, hacia Sevilla («tuve otras
cosas en que ocuparme», nos dice en el prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, f. 3); por no decir nada de
los motivos de un silencio de casi veinte años, durante los cuales Cervantes
recorre Andalucía, primero como proveedor de la Armada Invencible y luego
desempeñando varias comisiones para la hacienda pública.
Tan solo adivinamos una
vida de dificultades y molestias: en 1590 solicita del rey un oficio en las
Indias que le es negado; en 1597, tras haber sido excomulgado, es encarcelado
en Sevilla por retrasos y quiebras de sus aseguradores. Hay que esperar a 1604
para verle reaparecer en el campo de las letras, establecido con su familia en
Valladolid, donde Felipe III acaba de trasladar la sede de la corte. Allí, en
este mismo año, concluye la Primera parte del Quijote, publicada en diciembre ya con fecha de 1605.
La historia del soldado
Ruy Pérez de Viedma se asemeja a la vida de Cervantes (Capítulos del 39 al 41
de la Primera Parte). Sobre el Quijote de
Avellaneda se supone que su autor fue Jerónimo de Pasamonte el
soldado-escritor, para desprestigiar a Cervantes, a quien este retrató como el
galeote Ginés. (Según dijo Martí de Riquer).
2.- Personalidad y cultura. La formación de Cervantes consistiría en
una educación humanística a nivel preuniversitario, a la cual se vendría a
añadir un autodidactismo gracias al cual adquirió un conocimiento íntimo de la
literatura española e italiana: poesía, ficción, teatro, historia, obras
didácticas. El estilo del Quijote
presenta “una armoniosa síntesis de lo culto y lo popular que afirma su propia
individualidad jugando burlonamente con los elementos trillados o fosilizados
de la lengua, sea cual sea su nivel de procedencia”. La observación es certera
en la medida en que el autor del Quijote
acoge en su libro, con indulgencia irónica, un amplio abanico de registros y argots
que desbordan el marco de lo estrictamente literario: la germanía, chistes
y cuentecillos, los lugares comunes del habla cotidiana, satirizados por
Quevedo en su Cuento de cuentos, el
lenguaje notarial, comercial, litúrgico, términos del juego, juramentos e
imprecaciones, el refranero, fórmulas epistolares, el lenguaje rústico. Esta
actitud corresponde a la tendencia, fundamental en el Quijote, y anunciada desde su primera página, a contraponer a las
quimeras exaltadas del protagonista, de inspiración arcaizante y libresca, un
nivel de vida prosaico, casero y actual (del siglo XVII).
Corresponde asimismo al
empeño constante de Cervantes como creador: escribir literatura de
entretenimiento asequible a todos, sin menoscabo de las reglas del arte y las
exigencias del buen gusto: «Procurad también que, leyendo vuestra historia, el
melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade,
el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente
deje de alabarla» (Quijote, I, Pról., I8). Por lo tanto, la cultura de
Cervantes ‒y concretamente, la que cristaliza en su obra maestra‒ no se limita
a las manifestaciones literarias, sino que incluye también las orales y
folclóricas, además de todo tipo de prácticas sociales y usos cotidianos.
A diferencia de la mayor
parte de los dramaturgos y novelistas españoles del siglo XVII, Cervantes, al
tratar el tema del adulterio, hace que los maridos ultrajados acaben perdonando
a sus esposas y reconociendo que ellos mismos cargan con parte de la culpa. El
pensamiento de Cervantes sobre el honor es inteligente y humanitario, pero
concorde con las premisas comunes de su tiempo; las obligaciones del caballero
honrado expuestas por don Quijote ante la sobrina constituirían, para el lector
coetáneo, una doctrina sumamente equilibrada (Quijote, II; 6). El mismo pragmatismo se observa en el ámbito
político y social. Baste ver la negativa a declararse sobre temas polémicos y a
meterse con las clases gobernantes.
La calificación de
“ingenio lego” dirigida a Cervantes proviene de Tomás Tamayo de Vargas, que así
le llamó en su Junta de libros
(1624). El mismo Cervantes se aplica este calificativo en su Viaje del Parnaso, (VI, v. 174, f.50)
3.- La España de Quijote. El modelo de sociedad era muy simple en
teoría y muy complejo en la realidad. La teoría se asentaba, como es bien
conocido, en el reconocimiento de dos clases privilegiadas, la nobleza y el
clero, y un tercer estado que solía llamarse general o llano. Además de la
dualidad fundamental, hombre-mujer, tema eterno, argumento y raíz de innumerables
disquisiciones, hallamos también expresadas y largamente comentadas y debatidas
otras oposiciones y conjunciones: individuo-linaje, campo-ciudad, armas-letras
y, como tema recurrente la distinción fundamental entre ricos y pobres.
Estamos bajo la monarquía
hispánica de los Austrias. Felipe II (1556-1598) y Felipe III (1598-1621). La
llegada de moneda de América en forma de plata hace que aumente la inflación,
“la carestía de la vida”. La forma de prosperar de la época era “Iglesia, Mar o
Casa Real” (I, 39, 451). Los criterios que regían la integración o exclusión de
individuos y grupos no eran económicos; los pobres no eran marginados, sino un
estrato amplio y respetado. El no creyente, el no católico sí que estaba fuera
de la comunidad. El bautismo no redimía a los musulmanes y a los judíos. Esta
fue la tragedia de los conversos. Había también gran número de esclavos y los
trabajos manuales estaban totalmente descalificados para los hidalgos.
4.- Los libros de caballerías. Fueron muy leídos en aquella época pero
a partir del siglo XIX desparecieron haciendo buenas las críticas que aparecen
en el Quijote sobre ellos. La
rigurosa sentencia pronunciada por el canónigo cuando declara que los libros de
caballerías “son en el estilo duros; en las hazañas, increíbles, en los amores,
lascivos; en las cortesías, mal mirados; largos en las batallas, necios en las
razones, disparatados en los viajes, y, finalmente ajenos de todo discreto
artificio y por esto dignos de ser desterrados de la república cristiana, como
a gente inútil” (I, 47, 549).
Sin embargo, no los leía
una minoría sino un público variado. Lo vemos cuando le declara el cura que los
libros de caballerías “impresos con licencia de los reyes y con aprobación de
aquellos a quien se remitieron (la censura, normalmente eclesiástica) ... con
gusto general son leídos y celebrados de los grandes y de los chicos, de los
pobres y de los ricos, de los letrados e ignorantes, de los plebeyos y
caballeros... finalmente, de todo género de personas de cualquier estado y
condición que sean” (I, 50, 568). El modelo al que imita don Quijote es el famoso
Amadís de Gaula (1508) escrito por
Rodríguez de Montalvo.
En los libros de
caballerías los hombres y las mujeres del Siglo de Oro pudieron contemplar,
como en un espejo lejano, la imagen de un mundo muy diferente y a la vez
bastante próximo de aquel en que vivían: un mundo más primitivo, más heroico,
más incómodo; pero que, por haber perdido su vigencia, les parecía más
atrayente que la conflictiva edad en que les había tocado nacer. Mundo ilusorio
y ficticio, por cierto, pero que les daba la posibilidad de evadirse del suyo
sin desprenderse totalmente de él. Ese refugiarse en la ficción caballeresca
para escapar de la mediocridad y las tribulaciones del vivir cotidiano
accediendo a otra forma de vida más noble y mejor.
5.- Teoría literaria. Don Quijote hace una mezcla indiscriminada de
ejemplos ficticios e históricos en defensa de la literatura caballeresca. A él
le importa un comino que sus héroes hayan existido o no. En cambio, el canónigo
se esfuerza por distinguir lo fabuloso de la verdad y la media verdad. Pero
frente a la certidumbre quijotesca resulta poco convincente. De hecho, en pro
de las razones de don Quijote, la ejemplaridad no depende de la historicidad ni
el placer de la lectura depende de la verosimilitud sino para quien se niegue a
despojarse de los criterios empiristas.
Más aun, es posible
sostener que para la posteridad no hay manera infalible de comprobar que una
personalidad histórica haya existido más auténticamente que un personaje
ficticio (podemos inferir la conclusión, aunque don Quijote no la enuncie). El
buen canónigo habla como hombre moderno, razonable, ilustrado, y es difícil no
aprobar sus razones. Don Quijote habla como hombre medieval más bien, para no
decir como un loco. Pero no por ello está desprovisto de intuiciones acertadas.
6.- Las interpretaciones del Quijote. Merece mencionarse la biografía
de Mayans y Siscar Vida de Miguel de
Cervantes Saavedra (1738).
Para el romanticismo
alemán (Schlegel, Shelling, Richter), verdadero valedor de la profundidad de la
obra, el Quijote constituía una cima
artística tan elevada como las obras de Shakespeare y cumplía el requisito de
la novela ideal; el de ser un poema en prosa que “ejecuta fantásticas
variaciones sobre la melodía de la vida”. Lo admiraban por su rica polifonía de
tonos y estilos, las caprichosas piruetas de su humor, su actitud agridulce
hacia la caballería medieval, su universalidad mítica; e interpretaban todo
ello de acuerdo con su visión del destino histórico del hombre, escindido entre
el espíritu y la naturaleza, y en un proceso de desarrollo continuo hacia una
síntesis. Para ellos, la obra ejemplificaba la llamada ironía romántica en
todas sus manifestaciones: el sentido de la oposición entre lo ideal y lo real;
el escepticismo del artista hacia sus más queridas ilusiones.
Unamuno en su Vida de don Quijote y Sancho (1905) ve
en él un mito, la esencia del cristianismo secular capaz de catalizar una
futura regeneración de España.
Para Ortega y Gasset en
sus Meditaciones del Quijote (1914)
es un llamamiento a los españoles para que domeñen la sensualidad anárquica
inherente a su cultura y reivindiquen su herencia teutónica: la meditación, en
un sentido amplio del término. La alucinación de don Quijote, que toma por
gigantes los prosaicos molinos de viento del campo de Montiel, simboliza el
eterno esfuerzo en el que se debate la cultura toda por dar claridad y
seguridad al hombre en el caos existencial en que se haya metido.
Para Américo Castro en El pensamiento de Cervantes (1925), Cervantes
es un nuevo Montaigne español: un novelista profundamente escéptico y
reflexivo, quien, nutrido por las ideologías más innovadoras de su siglo, y en
medio de un clima de opinión reaccionario, ha llevado a cabo una revisión
radical del programa del yo, disimulando su mensaje por medio de una arte
cargado de elocuentes apartes y de segundas intenciones.
A estas alturas Castro
interpreta el Quijote como la máxima
expresión del sistema de valores que los hispano-judíos del siglo XVI, entre
los que cuenta a Cervantes, se construyeron en reacción a su angustiosa
situación social: la novela expresa la visión utópica de una España libre de
rencillas y antagonismos, donde cada individuo, cual don Quijote ante el
retablo de maese Pedro, puede remontar el vuelo hacía la órbita de su propio
“más allá”.
La popularidad de que
disfrutó el Quijote en la España del
siglo XVII se puede comprobar en la encarnación de Sancho y su asno en figuras
carnavalescas que desfilaban por las calles en fiestas públicas.
7.- En la composición del Quijote. A juicio de
gran parte de los estudiosos, Cervantes, en esas líneas, quiso señalar a la
posteridad las circunstancias en que se originó su novela: «¿Qué podrá
engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo
seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados
de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda
incomodidad tiene su asiento y donde todo, triste ruido hace su habitación?» (I,
Prólogo, 9). La frase no aclara si tiene un sentido literal o metafórico, pero
el cervantismo ha optado mayoritariamente por creer que la expresión debe
tomarse al pie de la letra: el Quijote se ideó, e incluso empezó a escribirse,
mientras Cervantes permanecía recluido en una prisión. Los datos conocidos
sobre la biografía de Cervantes ofrecen dos momentos como máximos candidatos a
la identificación: otoño de 1592, fecha de su estancia forzosa en Castro del
Rio (Córdoba), y los últimos meses de 1597, cuando fue encarcelado en la
prisión de Sevilla.
Hay varias
contradicciones en la novela, sobre todo en la primera parte. En el escrutinio
de la librería el ama de don Quijote quema sus libros mientras este duerme; sin
embargo, en el párrafo siguiente, el cura y el barbero deciden que “le murasen
y tapiasen el aposento de los libros, porque cuando se levantase no los
hallase” (I, 6, 89). En el capítulo 10
califica de yangüeses a los gallegos y además el título De lo que más le avino a don Quijote con el vizcaíno y del peligro en
que se vio con una caterva de yangüeses no coincide con el contenido del
mismo, ya que la historia del vizcaíno acabó en el capítulo 9 y la historia de
los yangüeses no aparece hasta el capítulo 15.
El lapsus de la
desaparición de la montura de Sancho y su posterior aparición es clásico. En la
segunda edición de 1605 Cervantes interpola dos textos para remediarlo: primero
explicando la desaparición (I, 25, 284) y luego la recuperación (I, 30, 351). En
el discurso de las armas y las letras ante una asamblea de damas y caballeros
de alta alcurnia, el grupo cena dos veces en una misma noche (I, 42, 496). El
robo de la espada de don Quijote por Ginés de Pasamonte (I, 30, 351) sin
embargo esto no se menciona en el capítulo 22 en que libera a los galeotes.
Sancho dice que nunca ha visto a Dulcinea (I, 31, 364) y anteriormente había
dicho que la conocía muy bien (I, 25, 283). Dorotea dice que solamente leía “algún
libro devoto” (I, 28, 322) y más adelante por dos ocasiones comenta que es muy
aficionada a las novelas de caballerías (I, 29, 335 y I, 30, 356). Los
continuos errores de Cervantes en el reconocimiento mutuo de las parejas
Fernando-Luscinda y Cardenio-Dorotea ((I, 36).
En la primera parte hay
un desequilibrio entre las aventuras del Quijote y las historias intercaladas (El curioso impertinente y el Capitán cautivo) a favor de estas
últimas. En cambio, la segunda parte es una maquinaria casi perfecta. El Quijote de 1615 se ofrece a primera
vista como un conjunto desarrollado en un solo aliento creativo.
Las historias
intercaladas, que constituyen el sello de la Primera parte, desaparecen en la
Segunda para ceder su lugar a una mayor concentración de aventuras y al
despliegue de las personalidades del caballero y su escudero. En la Segunda
parte Cervantes intenta remediar la desaparición del rucio de Sancho explicando
cómo se lo hurtaron (II, 3, 655). El autor las recoge en tono de broma. Pueden
verse como una reflexión crítica sobre el proceso creativo desarrollado:
episódico, variado, gracioso, heroico y edificante.
El Quijote apócrifo de
Avellaneda es mencionado por Cervantes en la segunda parte (II, 59, 1110) y
hace que Cervantes cambie el itinerario de Zaragoza (donde lo llevó
Avellaneda), y previsto en la primera parte (I, 52, 591), por el de Barcelona.
8.- Historia del texto. Cervantes había presentado al Consejo de
Castilla el original de la novela y de ahí a los censores encargados de
aprobarlo (26 de septiembre de 1604). Se hizo una tirada de mil quinientos
ejemplares. Los primeros se debieron leer en Valladolid a finales de diciembre
y en Madrid pasados los Reyes de 1605. La más grave lacra de la prínceps es la formidable cantidad de
erratas. Se extienden a varios centenares. Ese mismo año se publica en Lisboa y
Valencia. En abril de 1605 se imprime la segunda edición con la corrección de
las erratas. La edición de Bruselas, cuidadísima, salió en 1607 y la tercera
edición en Castilla no se hizo hasta 1608, también subsanando erratas.
Se hizo una edición
milanesa de 1610. Una edición flamenca de 1611. La primera traducción fue al
inglés por Thomas Shelton en 1612. La edición francesa es de 1614 a cargo de Cesar
Oudin.
La segunda parte se
publicó en septiembre de 1615 sin tantas prisas, pero con el doble de erratas
que la primera. La edición de Lisboa es de 1617, la francesa de 1618 y la
inglesa de 1620. Las dos partes juntas se publicaron por primera vez en
Barcelona en 1617.
Una edición destacable es
la de la Academia Española de 1780 editada por Ibarra con ilustraciones de
acreditados artistas del momento. El reverendo John Bowle publicó en 1781 una
cuidada edición con anotaciones que intentaban aclarar las dificultades y los
lugares oscuros. La edición moderna más famosa es la de Rodríguez Marín para
Clásicos Castellanos en ocho volúmenes publicada entre 1911 y 1913.
Comentario:
recuerdo haber leído fragmentos del Quijote
de niño pero no recuerdo haberlo leído completo. Esta es la tercera vez que lo
hago. Las otras dos fueron el año 1994 y el año 2005. El libro siempre tiene
cosas nuevas que decirnos porque “nosotros ya no somos los de entonces”. Antes
de acometer su lectura propiamente dicha he querido traeros una introducción al
mismo bastante completa que os ayudará a leerlo con más facilidad. Las
referencias y citas al mismo corresponden a la edición canónica y completísima
de Francisco Rico para la RAE y publicada por la editorial Crítica.
Le preguntaron en una
entrevista al filólogo y medievalista barcelonés Martí de Riquer (1914-2013) que
le diría a una persona que todavía no ha leído el Quijote. Y contestó, cito de memoria: “le felicitaría porque
todavía le queda algo interesante que hacer (leer) en la vida”. Otra curiosidad
que leí fue que, según el poeta Pedro Salinas, la célebre carta que don Quijote
le envía a Dulcinea del Toboso por mediación de Sancho es la mejor carta de
amores de la literatura española.
Es precioso el poema Vencidos (1920) de León Felipe en que
hace un paralelismo entre él mismo derrotado en el exilio, y don Quijote
vencido.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada
va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero,
sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.
Va cargado de amargura,
que allá «quedó su
ventura»
en la playa de Barcino,
frente al mar.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Va cargado de amargura,
va, vencido, el caballero
de retorno a su lugar.
¡Cuántas veces, Don
Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento
así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te
grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu
montura,
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura
que yo también voy
cargado
de amargura
y no puedo batallar!
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo,
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
El Quijote y sobre todo la Primera parte, como he explicado en el
apartado 7 de la introducción, es una novela imperfecta, llena de lapsus,
olvidos e inexactitudes y sin embargo su lectura llega al lector y lo atrapa de
una forma sorprendente. La segunda parte es prácticamente perfecta. Por lo que
seguramente Cervantes la compuso seguida y con más calma.
La comicidad en el Quijote. Su lectura es muy divertida y
nos proporciona muy buenos momentos de recreo. Mencionaré varios casos
solamente de la Primera parte pues una enumeración exhaustiva sería "un no
acabar". Don Quijote confunde o convierte a los molinos de viento en gigantes
(I, 8), a las ventas en castillos, a los venteros en señores de los mismos, a
las putas en damas del lugar (I, 2), a los rebaños de ovejas y carneros en
ejércitos de gigantes (I, 18). A causa de la ingestión del bálsamo de Fierabrás
para curar las heridas se vomitan en la cara el uno al otro (I, 18, 195). Don
Quijote dice que preferiría perder un brazo “no siendo el de la espada” en vez
de los dientes. (I, 18, 198), burlándose de sí mismo. También es muy divertido
cuando don Quijote le pregunta a Sancho por cómo lo ha recibido Dulcinea, y que
le ha dicho de su carta. Sancho que no la ha visto se lo inventa todo (I, 31)
El Quijote es la novela iniciática de un viejo. “Frisaba la edad de
nuestro hidalgo con los cincuenta años” (I, 1, 36). En la época solamente un
diez por ciento de la población sobrepasaba los sesenta años.
¿Cómo leer hoy el Quijote? Lamentablemente poca gente lee
libros de esta envergadura y calado. No es un libro de excesiva dificultad. Con
ayuda de las notas a pie de página y el diccionario de la RAE se pueden sortear
las dudas que ocasione. Porque cada vez son menos los que podrían identificar
la palabra bacía, unas abarcas, una aceña o una alcancía y no
digamos una adarga o la ación de unos arreos.
Sin embargo creo que es
una lectura para todos los públicos. Me explico: convenientemente adaptado lo
pueden leer los niños que caerán fascinados con las aventuras y batallas que
emprende don Quijote contra los molinos de viento o los rebaños de ovejas, y
reirán con sus divertidas confusiones. Los jóvenes enamorados tal vez se verán
reflejados en las historias de Cardenio y Luscinda o de Dorotea y Fernando, y
en varias novelas pastoriles donde jóvenes, normalmente de buena familia, se
hacen pastores por haber tenido algún desengaño amoroso. Los lectores de
mediana edad quedaran sorprendidos por la sabiduría y “buen entendimiento” para
las cosas de la vida en general –quitando los temas de caballería– que tienen
Sancho y don Quijote. Y por último los que están próximos a la vejez, y por
tanto a la muerte, que encontrarán consuelo para sus achaques en los de don
Quijote, y verán sus decepciones como si fueran propias. [Mi profesora de
Lengua y Literatura Castellana me dice que voy equivocado, que los niños y los
adolescentes ni locos leerían el Quijote,
que van por otros caminos. Seguramente algo de razón tendrá]
Vemos que la juventud
está por lo tecnológico. Los clubs de lectura en su afán de ganar adeptos se
centran en novedades y obras fáciles “al gusto de la mayoría”. Me gustaría que esta
introducción breve, pero rigurosa y bien documentada, os anime a dedicar
un par de meses, como mucho, a su entretenida y “provechosa” lectura.
BIBLIOGRAFÍA
José Carlos Capel, Los
secretos de la olla podrida, un monumento de la cocina española del Siglo de
Oro, El País, 09/12/2023.
Américo Castro, El pensamiento de Cervantes (1925), Ed.
Julio Rodríguez-Puértolas. Barcelona-Madrid: Noguer, 1972, (2ª edición).
Miguel de Cervantes, El Quijote, Editorial Crítica,
Barcelona, 1999 (3ª. edición revisada). CCLXXXVI + 1248 páginas + 1294 páginas
de notas.
________________, El Quijote,
Biblioteca Virtual Cervantes, 1997-2023.
Daniel Eisenberg, La
interpretación cervantina del Quijote, Biblioteca Virtual
Cervantes, Alicante, s/f.
María Antonia Garcés, Cervantes en Argel: historia de un cautivo,
Gredos, Madrid, 2005.
Marcelino Menéndez
Pelayo, «Interpretaciones del Quijote»,
en Estudios y discursos de crítica histórica y literaria. Edición nacional.
Madrid: CSIC, 1941-1942, I, págs. 303-322.
José Ángel Ortega Dato, Los
dineros en El Quijote, Suma, 52, Junio 2006, pp. 33-40.
José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote (1914), Alianza
Editorial, Madrid, 1994.
Martí de Riquer, Cervantes, Passamonte y Avellaneda,
Sirmio, Barcelona, 1988.
Isabel Soler, Miguel de Cervantes: los años de Argel,
Acantilado, Barcelona, 2016.
Miguel de Unamuno, Vida de don Quijote y Sancho (1905), Espasa-Calpe, Madrid, 1971.
Enhorabona! Llarga vida al blog!! 💪🏻👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
ResponderEliminarDolors P.
Molt bé Tomàs,
ResponderEliminarEnhorabona per la resiliència i el bon estil.
ara que estan de moda els audiollibres us recomano aquesta audició, que te un efecte addicional a la lectura.
La vaig escoltar al bus, en un reproductor mp3 usb, però em vaig quedar al capítol en que DQ "se echa al monte" i es queda d'hermità.
val la pena, a més em dona la sensació que és més autèntic si el lector te accent Llatinoamericà, que si te un accent de castellà centro-peninsular
https://librivox.org/don-quijote-vol-1-by-miguel-de-cervantes-saavedra/
https://librivox.org/don-quijote-volume-2-by-miguel-de-cervantes-saavedra/
Aquest lloc web te obres universals en diversos idiomes, d'aquí les obres de Darwin, que ja havia llegit però vaig escoltar tot practicant anglès amb accents de diverses contrades. Entre altres clàssics de la ciència, o de viatges del sXIX i XX, que hi havia fa uns anys.
Aquest que havia llegit a Gutemberg, em va emocionar, tot i que és un quadern de bitàcola i és avorrit, però hi ha l'intent frustrat de creuar el Drake, les disputes entre nacions i pirateria institucional,o el millor, l'amotinament de la bounty i la prodigiosa i heròica travessia en un bot pel pacífic occidental, amb tempestes, esculls de corall i caníbals. Van sobreviure gràcies a un canvi climàtic sobtat, aquell 1789 fou un any del niño més potent del que es coneix històricament i les inesperades pluges van fer que no es deshidratessin i morissin de calor durant la travessia en un bot tant petit pel tròpic Aquest mateix niño va afectar les collites a la France i desencadenà la Révolution.
Em sembla que era en aquest llibre, quan van fer escala a les canàries on explica que a les illes feien un vi que els mariners venien de contraban com a vi de Madeira, molt més car i exclusiu, i que si havien de recalar-hi amagàven de la inspecció en les bodegues. O el famós vi de Porto va sorgir com a una adulteració afegint etanol perquè no es tornés agre durant les travessies fins a les illes britàniques, i aquest vi espirituós va tenir més èxit que el vi de graduació normal que es picava pel camí, i més fàcil de comercialitzar, Lusitania era aliat dels britànics i en canvi el famós sherry (xerès) provenia d'un estat enemic.
https://librivox.org/a-voyage-to-the-south-sea-by-william-bligh/
https://www.gutenberg.org/ebooks/15411
Records
JL
Hola Tomàs,
ResponderEliminarAra que he llegit tot el comentari, puc dir que m'ha refrescat alguns passatges de la novel·la i opinions de la crítica, i he après coses que no sabia sobre l'autor i altres obres seves. És un llibre sorprenent, una recreació molt enginyosa fora del context de l'època de la cavalleria antiga, que emprenen aquests discordants Quijote i Sancho.
Bones lectures!
Dolors P,
La vida d'en Cervantes va ser més interessant que la del mateix DQ
ResponderEliminarcom a recaptador d'impostos.
https://www.agenciatributaria.es/AEAT.educacion/Satelite/Educacion/Contenidos_Comunes/Ficheros/CERVANTES.PDF
https://cvc.cervantes.es/literatura/quijote_antologia/arce.htm
Vaig sentir per la ràdio a l'enguardia que va ser capturat a la costa brava.
https://ruizhealytimes.com/sin-categoria/de-1580-miguel-de-cervantes-es-liberado-tras-cinco-anos-de-cautiverio/
A RNE hi he escoltat programes, no se on vaig escoltar que el van ficar a la presó perquè va perdre els diners recaptats fins que no els retornés, una cosa impensable en l'actualitat, ¿oi?
https://www.rtve.es/play/audios/documentos-rne/documentos-rne-espana-cervantes/5411905/
https://www.rtve.es/play/audios/documentos-rne/documentos-rne-miguel-cervantes-hombre-creo-don-quijote-090816/3510344/
També hi ha confusió sobre on es va enterrar i sobre la seva vida, es veu que hi va haver un altre homònim contemporani.
En aquest món no hi ha mai res prou clar.
Sort,
JL
Tomás, has hecho un estudio muy completo y muy bueno. ¡Cervantes completó!
ResponderEliminarMoltes hores de lectura, relectura i treball. Ets ja un expert en El Quijote! 👏😍
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