(L252) La tierra vasca – 3 Zalacaín el aventurero (1909)
Pío Baroja, La tierra vasca (1900-1922) - 3
Con este artículo seguimos
comentando la tetralogía bautizada como La
tierra vasca de Pío
Baroja (1872-1956) y que consta de cuatro novelas (La casa de Aizgorri, El
mayorazgo de Labraz, Zalacaín el aventuro y La leyenda de Jaun de Alzate), todas interesantes pero de desigual
valor literario. Se supone que el nexo de unión es la tierra vasca del autor,
con sus peculiaridades, costumbres, idiosincrasias, idioma, gentes, paisajes,
ciudades, fronteras y formas de entender ese mundo cuasi mítico de una sociedad
rural vasca en plena transformación.
Zalacaín el
aventurero (1909)
Es sin dudarlo la
mejor obra de las cuatro. Tanto por su inventiva y complejidad como por su
gracia a la hora de estar escrita. El deseo de aventuras de Martín Zalacaín es
contagioso, nos llama y nos atrae tanto como una buena lumbre en una noche de
frío invierno.
Argumento: Se nos
narra la infancia de Martín Zalacaín de Urbía:
El pueblo viejo, desde la
carretera, traza una línea quebrada de tejados torcidos y mugrientos que va
descendiendo desde el castillo hasta el río. Las casas encaramadas en la
cintura de piedra de la ciudad, parece a primera vista que se encuentran en una
posición estrecha e incómoda; pero no es así, sino todo lo contrario, porque
entre el pie de las casas y los muros fortificados existe un gran espacio
ocupado por una serie de magníficas huertas. Tales huertas, protegidas de los
vientos fríos, son excelentes. En ellas se pueden cultivar plantar de zona
calidad, como naranjos y limoneros.1
Pueblo cuya
descripción: “Diminuta Florencia, asentada a las orillas de un riachuelo claro,
pedregoso, murmurador y de rápida corriente, con solo dos calles que se cruza,
una ciudadela que la corona, una plaza lóbrega y un barrio nuevo más allá de la
muralla” se parece mucho a la villa de Saint-Jean-de-Pied-de-Port.2 Martín
desde muy joven y antes de quedar huérfano es educado por su tío-abuelo
Tellagorri, que se hace acompañar de su perro llamado Marqués:
Además participaba del odio de
Tellagorri por los ricos, cosa rara en un perro. Si Marqués entraba alguna vez en la iglesia, era para ver si los
chicos habían dejado en el suelo de los bancos donde se sentaban algún mendrugo
de pan, no por otra cosa. No tenía veleidades místicas. A pesar de su título
aristocrático. Marqués no simpatizaba
ni con el clero ni con la nobleza.3
El viejo
Tellagorri educa a su nieto en todas las vivezas, lo hace un buscavidas. La
noble casa de los Ohando es la principal de Urbía. El hijo Carlos odia a Martín
desde que un día éste lo zurro. Carlos tiene una hermana llamada Catalina con
quien Martín habla algunas veces. El secretario del ayuntamiento Sr. Soraberri
lee a Martín y a su tío la historia de López de Zalacaín quién en el año 1412
es asesinado a traición por un Ohando.
La llegada del
domador de fieras y los titiriteros a la villa ocasiona la muerte accidental de
la madre de Martín. Entonces Tellagorri recoge a Martín y a su hermana Ignacia
bajo su protección. Martín al crecer trabaja en la diligencia de Francia,
primero como recadero y después como conductor suplente…
El contexto
histórico de la novela es la última guerra carlista de 1872. Zalacaín el aventurero fue un relato
escrito con entusiasmo sobre un personaje que tiene algo de pícaro (sin
amargura ni aleccionamiento moral) por su infancia de huérfano, errabunda y
traviesa, tutelada por el viejo Tellagorri. Y que tiene algo de héroe de balada
folclórica cuando conocemos el origen hidalgo del personaje, y, sobre todo, el
inverosímil atractivo que ejerce sobre las mujeres (Catalina, Linda y Rosa).
Zalacaín es prodigo en disfraces –se viste de general carlista–, en ardides –huye
de la cárcel– y en apuestas, como cuando en unión de su cuñado Bautista
conquista a los carlistas la ciudad de Laguardia para asombro de los oficiales
liberales.4
El territorio
donde suceden los hechos es el país vasco navarro y su confluencia con Francia.
Las ciudades que aparecen son Vera de Bidasoa, Lesaca, Sara, Zugarramurdi,
Ascaín, Alzate, Etxalar, etc. Muchas de estas villas tuve la ocasión de visitarlas el
verano del 2012 cuando peregrinamos en busca de la casa familiar de los Baroja,
Itzea, en Vera de Bidasoa (foto).
También es curioso
destacar que en la novela aparecen varias lenguas y dialectos: el español, el
vasco, el gascón, el francés, el andaluz. Tanto en canciones como en personajes
que las hablan.
En la novela está muy
presente el fuerte individualismo barojiano en el personaje del tío Telagorri:
Tellagorri era un individualista
convencido; tenía el individualismo del vasco reforzado y calafateado por el
individualismo de los Tellagorri. –Cada cual que conserve lo que tenga y que
robe lo que pueda –decía. Ésta era la más social de sus teorías; las más
insociables se las callaba. Tellagorri no necesitaba de nadie para vivir. Él se
hacía la ropa; él se afeitaba y se cortaba el pelo, se fabricaba las abarcas, y
no necesitaba de nadie, ni de mujer ni de hombre. Así, al menos, lo aseguraba
él.5
Dentro de la
narración encontramos una descripción bucólica del campo y del paisaje que bien
podría recordarnos al Beatus Ille de
Fray Luis de León:
¡Y qué rincones conocía Tellagorri!
Como buen vagabundo, era aficionado a la contemplación de la Naturaleza. El
viejo y el muchacho subían a las alturas de la Ciudadela, y allá, tendidos
sobre la hierba y las aliagas, contemplaban el extenso paisaje. Sobre todo, las
tardes de primavera eran una maravilla. El río Ibaya, limpio, claro, cruzaba el
valle por entre heredades verdes, por entre filas de álamos altísimos,
ensanchándose y saltando sobre las piedras, estrechándose después,
convirtiéndose en cascadas de perlas al caer por la presa del molino. Cerraban
el horizonte montes ceñudos, y en los huertos se veían arboledas y bosquecillos
de frutales.6
Baroja nos ilumina
sobre el motivo principal de porqué el carlismo tuvo tanta impronta en las
provincias vascongadas:
Los vascos, siguiendo la tendencia
de su raza, marchaban a defender lo viejo contra lo nuevo. Así habían peleado
en la Antigüedad contra el romano, contra el godo, contra el árabe, contra el
castellano, siempre a favor de la costumbre vieja y en contra de la idea nueva.7
También aquí
aparecen sus críticas a la Iglesia:
– ¡Qué país! –Dijo Haussonville–;
la gente no hace más que ir a la iglesia. Todo es para el señor cura: las
buenas comidas, las buenas chicas… Aquí no hay nada que hacer; todo para el
señor cura.
Iceta y Haussonville contemplaban
con desprecio aquel tropel de gente que se encaminaba hacia la iglesia. – ¡Bestias!
–Exclamaba Iceta, dando puñetazos en la mesa– No quisiera más que poder
ametrallarlos.
– ¡España! ¡España! Jamais de la vie! Mucha hidalguía, mucha
misa, mucha jota, pero poco alimento.8
Para terminar os
dejo con una de las frase favoritas de Baroja que aparece escrita en el reloj
de la torre del pueblo de Urruña refiriéndose a las horas: vulnerant omnes; ultima, necat (Todas hieren, la última, mata).9
NOTAS:
1. Pío Baroja, Zalacaín el aventuro, Espasa-Calpe,
Madrid, 1981, pp. 9-10.
2. José-Carlos
Mainer, Pío Baroja, Taurus, Madrid,
2012, pp. 105-106.
3. Pío Baroja, Zalacaín el aventuro, Espasa-Calpe,
Madrid, 1981, pp. 16-17.
4. José-Carlos
Mainer, Pío Baroja, Taurus, Madrid,
2012, pp. 73-74.
5. Pío Baroja, Zalacaín el aventuro, Espasa-Calpe,
Madrid, 1981, pp. 17-18.
6. Ibídem, p. 20.
7. Ibídem, p. 57.
8. Ibídem, p. 109.
9. Ibídem, p. 154.
BIBLIOGRAFÍA
Antonio Martínez Asensio, "Zalacaín el aventurero", una de las preferidas de Pío Baroja, Cadena Ser, 08/11/2020. (Añadida el 07/11/2022).
Hola, Tomás!
ResponderEliminarA mí también me parece la mejor, Zalacaín el aventurero. Me encantó. A ver si me la vuelvo a leer este verano.
Un abrazo
Adelaida