(L251) El mar (2005)
John Banville, El mar (2005)
Primera novela que
comentamos del escritor irlandés John
Banville (Wexford, 1945). Su penúltimo trabajo fue muy bien
recibido por la crítica, se titula Antigua
Luz (2012).
Argumento: en El mar (2005) el protagonista Max Morden
se acaba de quedar viudo y decide retirarse a escribir al pueblo costero en el
que de niño veraneo junto a sus padres. Recuerda la enfermedad de su mujer,
Anna, cuyo inicio fue exactamente un año atrás. También recuerda a la familia
Grace que veraneaba cerca de ellos. El padre Carlo, la madre Constance, el hijo
Myles de su misma edad y su hermana gemela Chloe. También había otra joven
llamada Rose que cuida de los pequeños. Max tendría entonces unos once años. Sus
padres eran infelices. La pensión se llama Los Cedros, cena con la señorita
Vavasour que toca el piano, también está alojado un viejo Coronel retirado.
Max es un historiador
del arte que pretende escribir una monografía sobre el pintor francés Pierre Bonnard,
sobre su pobreza y miseria, quiere hablar así mismo de su pareja Marthe de
Méligny. Su hija Claire le ha escrito para ver como se encuentra, Max la
considera feúcha, el prototipo de solterona maniática. Claire dejó los estudios
y Max se siente decepcionado; padre e hija discuten y se echan mutuamente reproches.
Max también recuerda como sus padres discutían, hasta que el padre los
abandonó.
De aquellos
veranos le viene a la memoria como se sentía atraído hacia la Sra. Grace. Cómo
entabla amistad con Chloe y Myles. Cómo conoció a su mujer en una fiesta, ella
quería ser fotógrafa. La primera Comunión, el pecado pasivo, la mirada con
lujuria, envidia y odio ya es pecadora. Llega un momento en que el niño Max
transmite los afectos de la madre (la Sra. Grace) hacia la hija (Chloe). El
primer beso que se dan en el cine. Se enamora de Chloe.
Cuando muere Anna,
Max se siente incapaz de vivir en la misma casa. Ella ha estado sacando fotografías
de otros pacientes y él ha recibido quejas del hospital. Dice Serge, un antiguo
amigo de Anna, que son buenas, podrían haber sido tomadas en la sala de
urgencias de una ciudad devastada.
El Coronel
coquetea con la señorita Vavasour, pero desde la llegada de Max ella apenas le
hace caso. Las comidas que les prepara a ambos son lamentables. Max recuerda la
separación de sus padres, las pensiones, las habitaciones de alquiler, las
estrecheces económicas, la noticia de la muerte del padre. Max bebe bastante.
Se da cuenta que no llegó a conocer a Anna, siempre demasiado pendiente de sí
mismo, tiene la sensación de haberse perdido algo. Aquel verano que pasó en la
playa con los gemelos esconde un misterio, sucedió un drama que conmocionó a
todos los veraneantes…
Comentario: en mi
opinión Banville es un escritor sobrevalorado por la crítica. En su estilo
literario abundan las frases entrecortadas, en muchos casos de oscuro
significado y metáforas empleadas con discutible acierto y fortuna: “El
silencio que me rodeaba era tan espeso como el mar. El piano que había en la
tarima me lanzaba su repugnante sonrisa”.1 “Mi vida parecía ir
vaciándose de sus secretos y de sus misterios cotidianos en preparación para el
momento en el que debo subirme al negro barco del río en sombras con la moneda
para el viaje fría en mi mano ya enfriándose”.2 Hacia el final nos
habla de la fragilidad de los huevos de tordo y concluye el párrafo así: “Anna,
inclinada a un lado en la cama del hospital, vomitando en el suelo, la frente
ardiendo apoyada en la palma de mi mano, plena y frágil como un huevo de
avestruz”.3 ¿Los huevos de avestruz no son más bien duros? Si más no
bastante más duros que los de tordo. Sin lugar a dudas se puede mejorar mucho
esta redacción o lo que seguramente es el causante de todo: la pésima traducción.
NOTAS:
1.- John Banville,
El mar, Anagrama, Barcelona, 2006, p.
60.
2.- Ibídem, p. 85.
3.- Ibídem, p. 136-137.
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