(L26) La lluvia amarilla (1988)


Julio Llamazares, La lluvia amarilla (1988)

La lluvia amarilla de Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955) es el monólogo interior del último habitante de un pueblo abandonado del Pirineo aragonés poco antes de morir. En esta novela el protagonista, Andrés, nos va contando las historias del pueblo y de sus habitantes con la poética tristeza de lo que ya se sabe perdido para siempre.

El pueblo se llama Ainielle. Uno a uno sus habitantes van cerrando las casas y emigrando a otras localidades más grandes y con más futuro, hasta que Andrés se queda sólo con su mujer Sabina y su perra. Sabemos que tuvieron tres hijos. El mayor, Andrés como su padre, emigró a Alemania en busca de un futuro mejor, esta “deserción” no se la perdonará nunca. Otro hijo, Camilo, desapareció en la guerra y la pequeña Sara murió de tuberculosis antes de hacerse mujer. Tanta soledad y tanta tristeza no la puede soportar Sabina que se ahorca en el establo. A partir de aquí Andrés se queda sólo con la perra y los recuerdos de los muertos, última memoria viva de lo que fue Ainielle y sus habitantes.

¿Qué es la lluvia amarilla?: “Aquella lluvia duró sólo unos minutos. Los suficientes, sin embargo, para teñir la noche entera de amarillo y para que, al amanecer, cuando la luz del sol volvió a incendiar las hojas muertas y mis ojos, yo hubiese ya entendido que aquella era la lluvia que oxidaba y destruía lentamente, otoño tras otoño y día a día, la cal de las paredes y los viejos calendarios, los bordes de las cartas y de las fotografías, la maquinaria abandonada del molino y de mi corazón.”

La memoria y el paso del tiempo y la muerte son el leitmotiv del autor: “A partir de ese día, la memoria fue ya la única razón y el único paisaje de mi vida”. “¿Y qué es, acaso, la memoria sino una gran mentira? ¿Cómo podría yo ahora estar seguro de aquella era, en efecto, la última noche de 1961?”. “El tiempo fluye siempre igual que fluye el río: melancólico y equívoco al principio, precipitándose a sí mismo a medida que los años van pasando. Como el río, se enreda entra las ovas tiernas y el musgo de la infancia. Como él, se despeña por los desfiladeros y los saltos que marcan el inicio de su aceleración.” La muerte está muy presente en toda la novela. Andrés equipara su propia muerte con la muerte del pueblo: “¿Qué quedará de todo ello cuando yo me haya muerto? Y, si yo ya estoy muerto, cuando los hombres de Berbusa me encuentren y me cierren los ojos para siempre, ¿en qué mirada seguirán viviendo?”

Llamazares se inspiró para su novela en el pueblo abandonado de Sarnago (Soria) que había visitado y que le produjo una honda impresión.(1)

Son fantásticas las descripciones sobre la fuerza de una naturaleza salvaje y bella que erosiona las casas, los objetos y las personas, convirtiendo la subsistencia de sus habitantes en una heroicidad y obligándoles a huir o perecer. La novela es claramente deudora en cuanto a su temática de la obra de Juan Rulfo, Pedro Páramo (1955).

NOTAS:

1.- Paco Cerdà, Los últimos. Voces de la Laponia española, Pipas de Calabaza, Logroño, pp. 120-121.

Comentarios

  1. Estaba buscando textos relacionados con "El monólogo interior" y les agradezco el suyo, pues me ha parecido intesante y útil. ¿Podrían recomendarme otra novela similar? ¡Gracias!

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  2. Le recomiendo tres bastante diferentes entre sí: de Juan Rulfo "Pedro Páramo"(1955); de Virginia Woolf "La señora Dalloway" (1925) y de James Joyces "Ulises" (1922).
    Espero que le interesen y piense que no son de fácil lectura, requieren un pequeño esfuerzo por parte del lector, que le será recompensado más adelante.

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