(L25) El mar de Sirtes (1951)


Julien Gracq, El mar de las Sirtes (1951).

Escritor minoritario francés recientemente fallecido, Julien Gracq (1910-2007), mezcla lo simbólico con lo fantástico, escribe de forma densa, casi se pueden cortar sus descripciones como si fueran mantequilla. Va creando un clima espeso como la niebla. Veamos su particular descripción sobre la lluvia: “La intimidad equívoca y penetrante de la lluvia, el mano a mano desorientador de las primeras gotas inciertas del aguacero taponaban hasta el último resquicio de aquellas vagas soledades, exacerbando un perfume incontenible de hojas mojadas y agua corrompida; en la blandura afelpada de la arena se imprimía cada gota con una nitidez delicada, del mismo modo que se distinguen de la lluvia las gotas más vivas que se escurren del follaje”.

“Nuestra alma se ha purgado de sus rumores y del bullicio de muchedumbre que la habita; se regocija en ella una nota fundamental que despierta su exacta capacidad. En la medida íntima de la vida que nos es restituida, renacemos a nuestra fuerza y a nuestra alegría, pero a veces la nota es grave y nos sorprende como las pisadas de un paseante que hacen resonar una caverna; es que se ha abierto una brecha mientras dormíamos; una nueva pared se ha desplomado bajo el embate de nuestros sueños y ahora nos tocará vivir largos días como en un cuarto familiar cuya puerta inesperadamente diese a una gruta”.

“Pues hay hombres para quienes el nacimiento es cosa inoportuna; algo ruinoso y molesto, sangre y gritos, dolor y pobreza, un terrible trastorno… la hora imprevista, los proyectos desbaratados, el final del descanso, las noches en blanco, todo un tornado de azares en torno a una caja minúscula, como si el odre mismo de la fábula donde se encerraron los vientos acabara de reventar”.

No es un autor para todo el mundo (popular), cuesta entrar en su universo onírico. El protagonista de El mar de las Sirtes (1951), Aldo, nos narra en primera persona su destierro voluntario de la Señoría de Orsenna (un estado mercantil al estilo de la República de Venecia) hacia una provincia lejana, las Sirtes, donde actuará siendo los ojos de la Señoría. Esta provincia es fronteriza con el Farghestán, estado enemigo de Orsenna. Hace más de trescientos años se enfrentaron en una guerra, nunca se han declarado la paz, por lo que existe una tregua tácita. Allí conoce al capitán Marino, a la bella Vanessa Aldobrandi, a Giulio Balsenza, visita la colonia de Meremma, las ruinas de Sagra. Todo parece acontecer con normalidad y una cierta rutina hasta que los acontecimientos le empujan a tomar una decisión, que parece en principio sin importancia, pero que tendrá consecuencias irreparables.

¡Ánimo a los valientes de espíritu que quieran zambullirse en este libro!

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