Sobre lectura (2): El buen y el mal lector (La minoría y la mayoría)

El buen y el mal lector (La minoría y la mayoría)

Partamos de una distinción entre lectores, o entre tipos de lectura, y sobre esta base distingamos, luego, entre libros. La mayoría nunca lee algo dos veces. El signo inequívoco de que alguien carece de sensibilidad literaria consiste en la frase “Ya lo he leído”. Éstos no aprecian particularmente la lectura, sólo recurren a ella en última instancia. En cambio las personas con sensibilidad literaria siempre están buscando tiempo y silencio para leer, si su lectura les es vedada, se sienten empobrecidos. Cuando leen una obra por primera vez, su conciencia sufre un cambio profundo, la minoría conserva un recuerdo constante y destacado de lo que ha leído. La misma diferencia de actitud existe respecto de las otras artes. Quien no sabe de música se queda con la melodía y la tararea. Lo primero que exige toda obra de arte es una entrega. Podríamos decir que mientras unos usan el arte otros lo reciben.

Siguiendo a C.S. Lewis exponemos que dentro de la minoría existen tres tipos de lectores: El buscador de prestigio (obedece a los dictados de la moda) y el devoto de la cultura (lee para saber más), por último estaría el lector maduro que lee los libros con la actitud del autor que los ha escrito: si son ligeros, con ligereza, si son graves con gravedad.

Cómo lee el mal lector, presenta las siguientes características: 1) Los peores lectores son los que viven pegados a las noticias. 2) No tienen oído, sólo leen con los ojos (incapaces de distinguir el ritmo y la melodía). 3) Tampoco son sensibles al estilo. 4) Les gustan las narraciones en que las que el elemento verbal se reduce al mínimo. 5) Lo que piden son narraciones de tipo rápido, siempre debe estar sucediendo algo, sólo desean que les expliquen hechos. De los hechos le gusta lo emocionante, le gusta que la curiosidad sea excitada y finalmente satisfecha, le gustan los relatos en los cuales el lector puede participar indirectamente en la dicha de los protagonistas (identificarse con los personajes).

Sobre los errores que comete el buen lector, básicamente supone una confusión entre la vida y el arte: 1) consiste en creer que todos los libros buenos lo son fundamentalmente porque nos proporcionan conocimientos, nos enseñan “verdades sobre la vida” y no sobre las cualidades creativas de las obras. 2) La lectura sirve para contribuir a nuestra formación cultural. 3) La concepción trágica de la vida que considera que el sufrimiento de los protagonistas ha de acabar de una forma sublime y reconciliadora. 4) Leer para confirmar nuestras opiniones sobre nuestra manera de pensar y vivir, en este caso no nos encontramos con el autor sino con nosotros mismos. Cada uno atribuye a su autor preferido lo que es la sabiduría, esa elección dependerá del calibre de su propia inteligencia.

Recapitulación y algo más: 1) Toda obra de arte puede ser recibida o usada, entendiendo que usar las obras de arte (como mero pasatiempo) es inferior a recibirlas (detenerse en su contenido porque se la considera un fin en sí mismas). 3) El que usa la obra nunca hace un uso pleno de las palabras. La forma ha de estar supeditada al contenido. El contenido literario es imaginario. 4) Las buenas palabras son capaces de imponernos su voluntad, porque poseen ritmo, color, sabor, textura, fragancia, aroma. 5) Todas las actitudes típicas del mal lector podemos encontrarlas también en el bueno.

¿Qué buscamos en la literatura? ¿En qué consiste el valor literario? Nuestras ideas no deberían estar contaminadas por la teoría del valor, la literatura no sirve para nada, su medida ha de ser simplemente literaria. La literatura no necesita verosimilitud, es el reino de la fantasía y la imaginación. Buscamos una ampliación de nuestro ser, queremos ser más de lo que somos. Queremos ver por otros ojos, imaginar con otras imaginaciones y sentir con otros corazones. La literatura es una serie de ventanas a otros mundos a otras “realidades” imaginadas. Nos permite acceder a experiencias distintas de las nuestras. Salimos de nosotros y entramos en los otros. Leer es una actividad sentimental, moral o intelectual. En el amor salimos de nosotros para entrar en otra persona, en el ámbito moral todo acto de justicia exige que nos coloquemos en el lugar de otra persona, en lo intelectual cuando comprendemos algo descartamos los hechos en su simple apariencia, vemos más allá. La literatura sirve para afirmarse y desarrollarse, para salir de sí mismo, corregir nuestro provincianismo y curar nuestra soledad. Este proceso de salir de sí mismo puede considerarse como una aniquilación de la propia identidad, pero se trata de una vieja paradoja “quien se pierde se hallará”. La persona que se contenta con ser sólo ella misma, se empobrece como persona, está encerrada en una cárcel. La experiencia literaria cura la herida de la individualidad sin socavar sus privilegios, cuando leemos nos convertimos en personas diferentes sin dejar de ser nosotros mismos.

Tal vez todo lo expuesto anteriormente pueda parecer un poco estricto, rebajaré el tono y daré unos últimos consejos más livianos, y tal vez más sensatos, basados en mi experiencia como lector durante muchos años, a la hora de enfrentarnos al acto de leer: Todo libro debería ser entretenido independientemente del grado de exigencia del texto. Lo que atrapa a un lector puede no atrapar a otro, si un libro no nos cautiva debemos dejarlo sin el menor remordimiento. La literatura debería ser el reino de la libertad, el respeto y la controversia más amistosa. Lo mejor para corregir el gusto de una persona no es denigrar a sus autores favoritos, sino enseñarle a disfrutar con otros mejores. Siempre deberíamos primero leer un libro y luego valorarlo, no a la inversa influidos por la crítica literaria. Si un lector lee ávidamente y repetidamente un libro que consideramos malo, puede que hayamos pasado por alto alguna virtud del mismo. Aunque nos engañe el autor debemos entrar en sus páginas confiados y sin defensa, ni prejuicios contra su literatura, debemos correr un cierto riesgo. La mejor defensa contra la mala literatura es una experiencia plena de la buena.

Comentarios

  1. Es la primera vez que escribo un comentario, pero este artículo se presta al debate.
    No estoy de acuerdo con que haya buenos o malos lectores. Hay lectores y punto. Hoyen día en que prima lo audiovisual, el simple (a veces, no tan simple) hecho de leer es ya meritorio. Dependiendo de la etapa de la vida nos gustan unos libros u otros, pero todos cuestión de gustos. Qué opinais?

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

(L56) Las afinidades electivas (1809)

(L111) El mundo de ayer. Memorias de un europeo (1942)

Manuel Vilas, El autor y su obra: La literatura y la vida (2019)