(L44) El africano (2004)
J.M.G. Le Clézio, El africano (2004)
¿Quién conocía a Jean Marie Gustave Le Clézio (Niza, 1940) en España antes de que le concedieran el premio Nobel de Literatura el año 2008? Pocos, muy pocos, y evidentemente yo tampoco me encontraba entre ellos. Quiero subsanar esta deficiencia y comentaros un pequeño libro/ensayo suyo titulado El africano (2004).
Le Clézio evoca el reencuentro con ese padre ausente, evoca su segunda infancia, el paso de vivir con su abuela y su madre “en un departamento en el sexto piso de un edificio burgués” a la libertad de Ogoja, Nigeria, África ecuatorial, a la orilla del río, rodeado de selva. Este es el pretexto del que se sirve para hacer una descripción, mezcla de leyenda y ensoñación, de aquella llanura inmensa, símbolo del vasto continente que es África. Allí, además de aprender a mirar, el joven descubre un mundo totalmente diferente a Occidente: la primacía del cuerpo sobre el rostro y la libertad total del espíritu.
¿Autobiografía o autorreferencialidad? El hecho y los sucesos más importantes que suceden a lo largo de la narración son literalmente autobiográficos, sumando además fotografías tomadas por su padre en Nigeria, que acompañan al texto. Si bien hasta aquí parece autobiografía, en realidad se trata de autorreferencialidad, ya que parte de este dato concreto de su vida personal y lo convierte en ficción por medio de un punto de vista totalmente subjetivo y reflexivo. Esta es la poética de Le Clézio: hacer de su vida personal literatura. Este estilo literario me recuerda a W.G. Sebald en Los emigrados (1993).
El misterio, la belleza de este libro escrito con frases limpias y densas, radica en su sustancia, en su capacidad de transmitir sensaciones vitales que a veces ningún retrato, ninguna foto llegan a captar. El africano es una manera de acercarse a su padre y comprender los hechos de su historia personal. A través de esta lectura, podremos entender mejor la relación entre padre e hijo, cercana por parentesco pero lejana debido a la separación familiar a causa de la segunda guerra mundial y también a la incomunicación que, paulatinamente, se fue produciendo entre ambos. El autor llega a calificar a su padre como a un “desconocido”. Las carencias de su infancia son principalmente dos: la figura cercana de un padre y la tranquilidad de la casa familiar. Le Clézio explora la memoria, nos habla de su padre para reconciliarse con él y convierte esta historia tan personal en literatura pura.
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