(L71) El elogio de la sombra (1933)

Junichiro Tanizaki, El elogio de la sombra (1933) En Occidente, el más poderoso aliado de la belleza ha sido siempre la luz. En cambio, en la estética tradicional japonesa lo esencial es captar el enigma de la sombra. Lo bello no es una sustancia en sí sino un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra. Lo mismo que una piedra fosforescente en la oscuridad pierde toda su fascinante sensación de joya preciosa si es expuesta a plena luz, la belleza pierde toda su existencia si se suprimen los efectos de la sombra. Junichiro Tanizaki (1886-1965) nos habla en su ensayo El elogio de la sombra (1933) de lo que representa el mundo de las sombras y de los claroscuros para un oriental. Los objetos brillantes les causan malestar. Habla de la arquitectura de las casas, las luces, los calefactores, las instalaciones sanitarias, los ventiladores, la estilográfica y el pincel, el fonógrafo, el...