(L249) Ronda del Guinardó (1984)
Juan Marsé, Ronda del Guinardó (1984)
La obra de Juan
Marsé (Barcelona, 1933) se encuentra marcada por la fascinación que
despiertan en él los perdedores y la derrota, como la que sufrió su familia,
que ya lo había perdido todo antes de la Guerra Civil y aún le quedaba por
sufrir la ignominiosa y sangrienta dictadura del general Franco.
Argumento: La trama de Ronda del Guinardó se
desarrolla en Barcelona, durante la jornada del 8 de mayo de 1945, cuando los
periódicos acaban de publicar la rendición de la Alemania nazi, ante las
fuerzas aliadas, derrota con la que finaliza la Segunda Guerra Mundial en Europa.
En España ha terminado la Guerra Civil hacer seis años pero la miseria y la
opresión del franquismo continúan.
Un inspector de
policía va a visitar una Casa de Familia (Hospicio), donde colaboran su mujer
Merche y su cuñada, en busca de Rosita una chica huérfana que fue violada hace
un par de años para que identifique al posible violador que está en el depósito
de cadáveres del Hospital Clínico.
Mientras espera a
la chica se encuentra con un antiguo compañero, el comisario Arenas, a quien
acompaña a la Prefectura donde él había trabajado. El Gobierno Civil ha dictado
una orden de medidas preventivas ante las consecuencias que puedan suceder en
la ciudad por la derrota alemana. El inspector acompaña a Rosita a las casas
donde va a hacer faenas antes de llevarla al depósito. Hablan del barrio, de
las casas ricas donde Rosita trabaja, de los abundantes suicidios, de la
desaparición de personas. Mientras espera a la chica lee La Vanguardia: “Rendición total e incondicional de Alemania”. La
niña lleva una capilla de la Moreneta para llevársela a una feligresa.
En el camino se
encuentra con tres hermanos que le pagan para que mire como se hacen una paja.
El inspector decide acompañarla para que no se le escape. Rosita le habla al
inspector de los tres hermanos Clavagueras y la historia de cómo Matías perdió
las manos. Tiene que ir también al bar de la abuela Maya, que está debajo del
Cottolengo. Es una tabernita donde la vieja tuesta café, además de dedicarse al
estraperlo. Mientras el inspector la espera sentado en un banco, Rosita tuesta
café con su primo, después se acuestan detrás del local. El inspector sube a
buscarla, ella se está lavando, pero él intuye la situación y le da una
bofetada. El supuesto primo ha huido. El inspector se la lleva al depósito para
que identifique de una vez el cadáver.
Comentario: Lo que Marsé nos narra en sus nueve
capítulos, a caballo entre el relato del presente y los recuerdos del pasado,
es el recorrido físico de la ronda de Rosita y el inspector de policía por la
barriada. Ayudándose de técnicas que la narrativa comparte con el cine. Es un vía crucis con reminiscencias cinéfilas
de La ronda de Max Ophuls (1950), que
se basa a su vez en la obra teatral de Arthur Schnitzler, La Ronda (1900). Sin embargo esta ronda es más lúdica y sexual
mientras que la de Marsé está llena de miseria y sordidez.
Es necesario que
el periplo se prolongue para que Rosita y el inspector recorran el barrio y de
paso recordar el pasado represor del inspector y la incipiente caída en la prostitución
de la chiquilla.
Marsé es un
maestro en el arte de presenta la escena y echarla a andar ante los ojos del
lector, casi con volumen y olor propio, con unos diálogos que no parecen
escritos, sino dichos. Sabe como dotar de gestualidad a sus personajes, de
manera que un gesto expone toda una forma de ser. Las frases son de una prosa
limpia y esmerada. La potencia poética que ilumina su obra, hacen de él un
escritor de lo mejorcito que hay en nuestra narrativa contemporánea.
hola Tomás. Estupenda novela corta de Marsé. Personajes tristes, derrotados, pero también, en el caso de la niña, con un gran impulso vital. El inspector, del bando de los vencedores, parece más vencido que Rosita, que intenta sobrevivir en la sórdida Barcelona de la postguerra, a pesar de sus escasas posibilidades. final abierto, ¿qué será de ellos?, violencia institucional hasta el último momento.
ResponderEliminarMarsé creó todo un imaginario de la postguerra, y también de unos espacios físicos que son también humanos (e inhumanos). Si Vázquez Montalbán ilustró con gran lucidez la Barcelona que se nos venía encima, Marsé lo hizo con la Barcelona de rastrojos y descampados que acabó desapareciendo.