(L16) El Señor Presidente (1946)


Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente (1946)

Seguimos con la presentación de autores hispanoamericanos, grandes dominadores del idioma, creo que ellos son los depositarios de la lengua castellana del siglo de oro, llevándola a una segunda edad dorada durante el pasado siglo XX. El inició de la novela de Miguel Ángel Asturias (1899-1974) arranca con la presentación de varios mendigos (Patahueca, el Mosco, el Viuda, el Pelele) que matan accidentalmente al coronel José Parrales Sonriente, a partir de este suceso, que el dictador utilizará para perseguir y acabar con sus adversarios políticos (el general Canales, el licenciado Carvajal, el sacristán, el estudiante), se nos muestra un mundo forjado por el ejercicio ilícito del poder, la delación, la tortura y el miedo. La novela está inspirada en la figura del dictador guatemalteco Manuel Estrada Cabrera (1898-1920). Dos personajes intentarán escapar de las fauces del tirano: Cara de Ángel, antiguo colaborador del dictador, y la hija del general Canales.

La trama sobre un dictador en El Señor Presidente representa uno de los temas importantes en las obras del realismo mágico, se puede encontrar en la novela varios requisitos:
• Un escenario americano, usualmente ubicado "en los niveles más duros y crudos de la sociedad o que más reflejan el primitivismo cultural".
• Una mezcla de los planos de realidad y fantasía - "la realidad cotidiana combinándose con el mundo irreal, fantástico".
• La atmósfera del carnaval, o la presencia de figuras carnavales, por ejemplo la del loco como el Pelele.
• Las figuras del autoritarismo (por ejemplos soldados, policía, o dictadores) y el terror que ellos pueden incitar.
• Hay un final inesperado o ambiguo.

Aparecen temas universales como el amor, la compasión, el deseo de libertad, la solidaridad, algo así como pequeñas flores que surgen en el estercolero que es el mundo gobernado por el Señor Presidente. En esta parte positiva aparece la figura del indio, marginado y todavía no integrado en la civilización criolla, y la de la naturaleza como un lugar de refugio y esperanza: “Al pintarse el alba se despidieron en la frontera. Sobre la esmeralda del campo, sobre las montañas del bosque tupido que los pájaros convertían en cajas de música, y sobre las selvas pasaban las nubes con formas de lagarto llevando en lomos tesoros de luz”. “El canto de los grillos techaba la soledad del campo desnudo, oloroso a reseda, la soledad tibia de los maizales primerizos, los pastos mojados de sereno y las cercas de los huertos tupidas de jazmines”.

Otra novela destacada suya es Hombres de maíz (1949).

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