(L127) El malestar de la cultura (1930)
Sigmund Freud, El malestar en la cultura (1930)
Es el primer
libro que comento sobre Sigmund
Freud (1856-1939),
creador del psicoanálisis, un gran teórico y a la vez un gran escritor. Os voy
a resumir el contenido de un pequeño ensayo de unas ochenta páginas titulado El malestar en la cultura (1930), es una
lectura exigente, pero vosotros estáis capacitados para enfrentaros a ella.
1.- Nos dice que
no comparte la “sensación de eternidad”
el sentimiento oceánico de su amigo Romain Rolland, como origen de todo
sentimiento religioso. Lo comparara al sentido yoico primario en que el yo y el mundo circundante eran todavía
una unidad. En la vida psíquica nada de lo una vez formado puede desaparecer
(p.12) La génesis de la actitud religiosa tiene su origen en el sentimiento de
desamparo infantil, la nostalgia del padre (p. 15).
2.- La vida nos
resulta demasiado pesada, depara excesivos sufrimientos, decepciones. Para
soportarla no podemos pasarnos sin lenitivos. Distracciones (cultivar el
jardín), satisfacciones sustitutivas (el arte), los narcóticos (modifican
nuestro psiquismo). La cuestión del objeto que tendría la vida humana no puede
existir sino en función de un sistema religioso. ¿Qué esperan los hombres de la vida? quieren llegar a ser felices,
mediante la evitación del dolor y el displacer y la aspiración a experimentar
sensaciones placenteras (p.19-20). El sufrimiento nos amenaza por tres lados: desde
el propio cuerpo, desde el mundo exterior, de las relaciones con otros seres
humanos (p.20). La satisfacción se obtiene en ilusiones que son reconocidas
como tales. Las religiones como delirio colectivo. La orientación que hace del
amor el centro de todas las cosas, su debilidad es que somos desamparadamente
infelices cuando perdemos el objeto amado (p.26). El goce de la belleza. El
designio de ser felices que nos impone el principio de placer es irrealizable,
más no debemos de abandonar los esfuerzos por acercarnos a él. Cada uno debe
buscar por sí mismo la manera en que pueda ser feliz (p. 27). No hacer depender
toda satisfacción de una única tendencia. Para los individuos poco dotados les
queda como satisfacción sustitutiva la fuga a la neurosis (p.28). La religión
pretende imponer un camino único para la felicidad, reduciendo el valor de la
vida previa intimidación de la inteligencia (p.29).
3.- Las tres fuentes del sufrimiento humano:
la supremacía de la Naturaleza, la caducidad de nuestro cuerpo, la
insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas (familia,
Estado, sociedad) (p.29). Los sufrimientos de origen social, nos negamos a
aceptarlos. La hostilidad contra la cultura se puede rastrear en tres momentos:
el triunfo del cristianismo (que deprecia la vida terrenal) sobre las
religiones paganas; los viajes que produjeron el contacto con razas y pueblos
primitivos hicieron imaginar a los europeos que llevaban una vida simple y
feliz; por último la neurosis en que cae el individuo al no soportar el grado
de frustración que le impone la sociedad en aras de la cultura (p. 30-31). El
dominio de la Naturaleza y los progresos técnicos no acrecientan nuestra
felicidad (p.31). La felicidad es algo profundamente subjetivo. Definición del
término de cultura: la suma de producciones e instituciones que nos distancian
de los animales y sirven a dos fines: proteger al hombre de la Naturaleza y
regular las relaciones de los hombres entre sí (p. 33). Aceptamos como
culturales el fuego, las herramientas, las máquinas, la escritura, la vivienda
(p.34). Cosas que carecen de utilidad: belleza, orden y limpieza, los sistemas
religiosos, la construcción filosófica (p. 38). Las relaciones sociales,
sustitución del poderío individual por el de la comunidad. El primer requisito
es el de la justicia. Las luchas en el seno de la comunidad giran en hallar un
equilibrio entre reivindicaciones individuales y colectivas (p.40). La cultura
reposa en la renuncia a las satisfacciones instintuales (represión de instintos
poderosos).
4.- El hombre primitivo se organiza en familias,
por la necesidad de satisfacción genital, la mujer lo hace por el apego a los
hijos. El tabú constituye la primera ley. El amor genital, que lleva a la
formación de familias, deja paso a otro amor transformado en un “impulso
coartado en su fin” que forma amistades. La cultura restringe la vida sexual
para ampliar el círculo de su acción. El primer paso es el tabú del incesto que
obliga a buscar pareja fuera del clan. Prohibición de la sexualidad infantil,
la elección del objeto queda restringida al individuo sexualmente maduro de
sexo contrario.
5.- Las personas
neuróticas son las que menos soportan las frustraciones de la vida sexual. La antítesis entre cultura y sexualidad
es el amor sexual de dos personas, pues se bastan a sí mismas, un tercero
sobra, incluso no son necesarios los hijos. Lo absurdo del precepto “amarás a
tu prójimo como a ti mismo”, lo reformula en “amarás al prójimo como el prójimo
te ame a ti”. La cultura se ve obligada a poner barreras a las tendencias
agresivas del hombre (p.53). Los comunistas creen que el hombre sería bueno de
corazón, pero la institución de la propiedad privada habría corrompido su
naturaleza (p.54). Sin embargo el instinto agresivo ya existía en comunidades
primitivas anteriores a la propiedad. Ya la naturaleza, con la desigualdad de
las dotes físicas y psíquicas, ha establecido injusticias para las cuales no
hay remedio alguno (nota 19).
6.- Los instintos del yo (dirigidos a conservar al individuo) y los instintos
libidinosos, dirigidos a objetos (su misión es conservar la especie).
Introducción del concepto de narcisismo, el yo
también está impregnado de libido (p.59). Además de Eros (instinto de vida)
habría un instinto de muerte (Tánatos). El sadismo es la omnipotencia del yo. La tendencia agresiva es una
disposición innata y autónoma del ser humano, ésta constituye el mayor
obstáculo con que tropieza la cultura (p.63).
7.- El sentimiento de culpabilidad, especie
de conciencia moral (super-yo) y su
necesidad de castigo, como reflejo del miedo a la pérdida del amor de los
demás. Los orígenes del sentimiento de culpabilidad son: el miedo a la
autoridad y el temor al super-yo. El
primero se aplaca con la renuncia a la satisfacción de los instintos, pero nada
puede ser ocultado al super-yo, ni
siquiera el pensamiento, la intención. Cada parte de agresión a cuyo
cumplimiento renunciamos es incorporado por el super-yo acrecentando su agresividad (contra el yo). La conciencia se ha formado
primitivamente por la supresión de una agresión (p.71). El remordimiento es el sentimiento de culpabilidad cuando se ha
cometido una falta. El sentimiento de culpabilidad es la expresión del conflicto
entre el Eros y el instinto de muerte (p.74).
8.- El progreso en la cultura paga el precio de
la pérdida de felicidad por el aumento del sentimiento de culpabilidad que
en el fondo es una variante de la angustia (ex: la neurosis obsesiva). La
significación de algunos términos: el super-yo,
la conciencia, el sentimiento de culpabilidad, la necesidad de castigo, el
remordimiento (p. 77-78). Toda forma de privación, de satisfacción defraudada,
podría tener por consecuencia un aumento del sentimiento de culpabilidad. El
proceso de represión. Freud formula la siguiente proposición: cuando un impulso
sufre represión, sus elementos libidinales se convierten en síntomas (las
neurosis son satisfacciones constitutivas de deseos sexuales no realizados) y
sus componentes agresivos en sentimiento de culpabilidad (p.80).
La evolución
individual aspira a la felicidad (egoísta), mientras que para pertenecer a la
comunidad, a la cultura, el individuo ha de aceptar una serie de restricciones
(p.82). Las dos tendencias, la felicidad individual y la unión humana entran en
conflicto, luchan entre sí. La comunidad desarrolla un super-yo cultural, el mayor obstáculo que tiene la cultura es
eliminar la tendencia de los hombres de agredirse mutuamente (p.84). Acusación
al super-yo individual: con la severidad de sus prohibiciones se despreocupa de
la felicidad del yo. También hay preceptos del super-yo cultural que el individuo es incapaz de cumplir, el yo no tiene autoridad absoluta sobre su ello. El mandamiento “amarás a tu prójimo
como a ti mismo” es irrealizable. ¿Nos encontramos ante culturas neuróticas?
Nadie posee autoridad necesaria para imponer la terapia correspondiente a las
masas. Freud dice que no puede ofrecernos consuelo alguno, el destino de la
especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural
logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva surgidas del
instinto de agresión y autodestrucción. Más ¿quién podría augurar el desenlace
final?
Otras lecturas
imprescindibles de Sigmund Freud son: La interpretación de los sueños (1900),
Psicopatología de la vida cotidiana
(1901), El chiste y su relación con el
inconsciente (1905), Totem y tabú
(1913-1914), Introducción al Psicoanálisis (1915-1916), Más allá del principio de placer (1920-1922). (En negrita las que
no deberíais dejar de leer).
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