(L125) Diario de un mal año (2007)
J.M. Coetzee, Diario de un mal año (2007)
Primera novela
que comentamos de J. M. Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940), premio Nobel de
literatura de 2003. En este Diario de un
mal año (2007) cita explícitamente a Tolstoi, pero también nos viene a la
memoria Samuel Beckett o, incluso, Franz Kafka-, con el paso del tiempo, tiende
a escribir obras donde la trama y la anécdota pierde interés ante la
exploración de cuestiones metafísicas o morales. Quizá esta consideración
resultará disuasoria para los posibles lectores, pero quiero tranquilizaros:
Sus novelas no sólo están bien escritas, sino que, además, tratan de temas que
de verdad nos importan como individuos, como seres humanos: la civilización y
su relación con la naturaleza, el sexo, la violencia que ejerce el poder, el
arte, la vejez, etc.
Argumento: El señor C es un anciano y célebre
escritor que vive solo en un bloque de apartamentos, en una gran ciudad
australiana. Un editor alemán le ha encargado una serie de artículos, unas Opiniones Contundentes, en las que
ofrece un oscuro panorama del mundo actual. Estos breves ensayos, donde al
principio predominan los temas políticos, para luego hablarnos del arte, la
relación del cuerpo y la mente o la idea de Dios, son lo más relevante de este
libro. Las reflexiones sobre el campo de concentración de Guantánamo, la
pederastia o el sexo en la vejez tienen la virtud de librarnos de muchas ideas
preconcebidas e interrogarnos acerca del origen de nuestras convicciones más
profundas. El tenue hilo narrativo (la relación que se establece entre el señor
C y su joven mecanógrafa, Anya, la reacción del amante de la muchacha, Alan, una
especie de caricatura del nihilista contemporáneo) parece menos convincente, se
tambalea un poco, y es que el Diario de
un mal año es más una lección de sabiduría que de narrativa, la mirada de
un viejo sabio sobre las tinieblas interiores y exteriores de nuestra especie.
En un principio,
la lectura de Diario de un mal año se
hace un poco dificultosa. La página aparece cortada por una línea que divide el
ensayo de los pensamientos íntimos del autor. Y luego dos líneas delimitan el
ensayo, los pensamientos del escritor, los de la joven y también los de su
novio. Son tres voces más los ensayos. Yo recomiendo leer primero cada capítulo
del ensayo y luego la conversación de los personajes para no perder el hilo.
Hay van dos excelentes fragmentos de la novela/ensayo:
“Una de las
consecuencias de envejecer es que uno ya no tiene necesidad del objeto en sí,
que le basta con la idea del objeto: de igual modo, en asuntos del corazón,
¿alimentar una posibilidad, a la que Gyula llama amor ideal pero que las
personas corrientes conocen más familiarmente como flirteo, puede convertirse
en un sustituto, un sustituto nada desagradable, del mismo amor”. (10. Idea para un relato. Página 200)
“Hago un repaso
de la nueva narrativa que he leído en los últimos doce meses, tratando de
encontrar un solo libro que realmente me haya emocionado, y no encuentro
ninguno. Para experimentar esa profunda emoción he de volver a los clásicos,
los episodios que en una era pasada habrían denominado piedras de toque,
piedras que uno toca para renovar su fe en la humanidad, en la continuidad del
relato humano: Príamo besando las manos de Aquiles, suplicándole que le dé el
cuerpo de su hijo; Petya Rostov temblando de excitación mientras espera para
montar su caballo la mañana en que morirá”. (12. Los clásicos. Página 203) Algo parecido me ocurre a mi también
últimamente con la lectura, necesito volver a los clásicos que me conmovieron
en mi juventud.
Cómo creo que no
es el libro adecuado para conocer a Coetzee: Tal vez lo sean otros libros suyos, por
ejemplo Esperando a los bárbaros
(1980) y Elizabeth Costello (2003). Provaré a leerlos.
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