(L146) Los hombres de Wilmet (1958)
Barbara Pym, Los hombres de Wilmet (1958)
Para elaborar el
siguiente comentario nos hemos basado en el artículo de José María Guelbenzu publicado
en El País titulado Humor y dolor en las vidas pequeñas
(24/07/2010). Comencemos por las obviedades. Primera: la crítica inglesa ha
calificado a Barbara Pym como la Jane Austen del siglo XX. Segunda: sus novelas
se inscriben en el género llamado "alta comedia". Es cierto, pero no
es toda la verdad. Barbara Pym (1913-1980), contemporánea
de Muriel Spark, Jean Rhys o Iris Murdoch, es una de las escritoras más
inteligentes que ha dado la narrativa inglesa contemporánea. Su mundo se ciñe a
la clase media inglesa (en todos sus grados), bien urbana, bien de las afueras
e incluso del mundo rural cercano a Londres. Está poblado de clérigos,
oficinistas, funcionarios, intelectuales de segunda y algún político, esposas,
solteronas caseras o que trabajan... en fin, un mundo poblado de seres normales
y corrientes cuyas vidas no destacarán nunca por su singularidad sino por su
convencionalidad; no por su temeridad sino por sus miramientos; no por sus
hazañas sino por sus satisfacciones vecinales.
Es cierto que se
la puede comparar con Jane Austen en la medida en que ambas han escrito
admirables cuadros de costumbres. La diferencia la marca el tiempo; mientras
Jane Austen retrataba a la gentry,
encumbrada gracias a la reforma agraria, Inglaterra se dirigía a convertirse en
un Imperio moderno que llegaría a su apogeo de la mano de la reina Victoria y
la Revolución Industrial, una revolución que iba a acabar con el mundo de
Austen. Barbara Pym, en cambio, se encuentra con un Imperio en liquidación que
ha decidido empezar a apretarse el cinturón y a contentarse con el recuerdo de
lo que fue.
El segundo
aspecto que las une es el sentido del humor. Más cándido -aunque dirigido por
una mirada de admirable perspicacia- y más intenso en la literatura de Austen.
Más pérfido e implacable en la de Pym. En las novelas de Pym todo son modales y
buenas costumbres, pero cuando ella va levantando las faldas de esos modales,
lo que hay debajo es una mezcla de vaciedad, superficialidad y frustración bajo
la apariencia de una tela grata a la vista que el lector, al cabo de un rato de
acariciarla, siente que le ha llenado sus manos de cortaduras. Habría que decir
que el humor de Pym es encantadoramente ácido, que circula por sus novelas con
la sencillez de una limpia corriente de agua que no contiene una gota de
ternura ni de piedad.
Las mujeres
protagonistas de Los hombres de Wilmet (A
Glass of Blessings[1])
(1958) son Wilmet, una mujer casada con un funcionario, y su amiga Rowena,
casada con otro del mismo palo, se conocieron y conocieron a sus maridos
mientras servían como voluntarias del cuerpo femenino de la Marina, en Italia.
Aquella fue la única aventura de su vida. Ambas son aún jóvenes y atractivas, y
Wilmet, sin hijos, de vida convencional y aburrida, se encuentra volcada en la
ayuda a la iglesia de su parroquia; pero de pronto dos hombres se interesan por
ella de manera evidente aunque indecisa y fantasea con eso, mas sin
desprenderse de su dignidad de señora. El personaje es una joya en la medida en
que extrae de un ser tan insustancial una calidad de matices (una figura muy
sugerente dentro de una preciosa acuarela social) que solo un verdadero
escritor es capaz de conseguir. Citaré solo un pensamiento de Wilmet en un restaurante
con uno de los hombres que se le insinúan: "Cuando nos sirvieron el
filete, lo miré de reojo con un aire muy femenino, pues me daba cierta
vergüenza mirar directamente ese trozo de carne que, por su abundancia,
resultaba casi indecente".
Mi amiga Pilar
Villanueva y yo hemos llegado a comentar que ninguna novela de Barbara Pym
supera a la magnífica Mujeres excelentes
(1952). Como nos dice Guelbenzu: “No hay compasión por esos personajes, no
podría haberla en una escritora tan consciente, tan lúcida, pero cabe pensar
que los ama de alguna manera por el cuidado que pone en ellos; lo que sucede es
que tiene la inteligencia de mantenerse a distancia y dejarlos a merced del
lector. Con su elegante escritura, su ajustado humor y su tajante uso de la
elipsis, Barbara Pym es una maliciosa y fascinante creadora de vidas
cotidianas. Aviso: anglófobos abstenerse”.
[1]
La traducción literal sería Una copa de
bendiciones en referencia a un poema que aparece en la novela.
Comentarios
Publicar un comentario