(BA14) Edward Hopper en el Thyssen-Bornemisza (2012)


Sin lugar a dudas esta es la exposición estrella del verano madrileño y os recomendamos que, si podéis, no la dejéis pasar. Edward Hopper (1882-1967) se expone en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid del 12 de junio al 16 de septiembre de 2012.

Edward Hopper nació y vivió durante toda su vida en Nyack, Nueva York, aunque pasó veraneos largos junto al mar en su estudio de Cape Cod. Hijo de un matrimonio de clase media modesta, manifestó su vocación por la pintura desde muy joven. Estudió ilustración comercial y se matriculo en los cursos de pintura de la New York School of Art. Terminados sus estudios Hopper viajó a París y permaneció allí durante el curso de 1906-1907. Volvió a la capital francesa, en estancias más cortas en 1909 y 1910. A partir de entonces hasta su fallecimiento en 1967 no volvió a salir de los Estados Unidos, salvo pequeñas incursiones en México.

Durante muchos años Hopper trabajó como ilustrador comercial. Adquirió una cierta relevancia como grabador pero su cambio de fortuna se produjo en 1925, cuando vendió por completo una exposición suya de acuarelas en la Rehn Gallery. El éxito le permitió dedicarse a la pintura de manera exclusiva a los 43 años de edad.

Esta exposición reúne 73 obras, muchas de ellas procedentes de museos americanos. El Museo Thyssen alberga la colección más importante fuera de los Estados Unidos. De la exposición echo en falta el excelente cuadro Trasnochadores (Nighthawks) (1942) que está en un museo de Chicago. Los más fascinantes, y que muestran la evolución pictórica de Hopper, desde mi punto de vista son: Soir Bleu (1914); Casa junto a las vías del tren (House by the Railroad) (1925); Habitación de hotel (Hotel Room) (1931); Habitación en Nueva York (Room in New York) (1932); De noche en la oficina (Office at Night) (1940); Gasolina (Gas) (1940); Conversación nocturna (Conference at Night) (1949); Sol matutino (Morning Sun) (1952); Mañana de Carolina del Sur (South Carolina Morning) (1955); Grupo de gente al sol (People in the Sun) (1960) y Oficina en Nueva York (New York Office) (1962). Sus acuarelas también merecen destacarse, me ha gustado mucho Casas en Squam Light, Gloucester (1923).

Los temas recurrentes de su pintura desde que abandona la influencia de los maestros europeos son:

1) Paisajes rurales

Edward Hopper elige paisajes rurales ubicados principalmente en el noreste de Estados Unidos: sus lugares favoritos están en Cape Cod, donde tuvo un estudio de su propiedad, y en general de la Nueva Inglaterra, de la que pintó los faros (foto). Durante su vida, el artista viaja a Canadá (1923), a través de los Estados Unidos (1925-1927, 1941, en el oeste), México (1943, 1946, 1951, 1952), pero permanece unido a los paisajes de la costa atlántica.



El espectador se ve sorprendido por la ausencia de seres humanos en estos paisajes que son desérticos, pero atravesados por una carretera o una vía de tren. Estas líneas evocan el viaje, el paso del tiempo o marcan una separación entre la civilización y la naturaleza.

2) Arquitectura

Hopper era un apasionado de la arquitectura  e hizo muchos dibujos de edificios cuando visitó París. En la década de 1920, tenemos sus acuarelas de las antiguas y hermosas casas del siglo XIX. Estos edificios son símbolos de un pasado amenazado. En otros casos, es la casa en sí la que parece aterradora: en 1925, Hopper pintó Casa junto a las vías del tren (foto), que marca el inicio de su madurez artística. Esta es la primera de una serie de escenas urbanas y rurales, la combinación de líneas finas y de gran tamaño, que se bañan en la luz dura y sin concesiones, en el que las figuras humanas, aisladas, parecen estar atrapadas.



En las pinturas de Edward Hopper aparecen los edificios y casas en diferentes horas del día, haciéndose eco de la herencia impresionista: sus momentos favoritos son por la mañana, cuando las sombras se alargan y hacen hincapié en los contrastes, pero también las escenas nocturnas (foto).



3) Paisajes urbanos

Los paisajes urbanos de Edward Hopper son los de Nueva York, porque ahí es donde él se formó y tiene su estudio. Pero también son las ciudades medianas y pequeñas. Sus pinturas muestran todas las características de la ciudad moderna: el punto de cruce (hotel, ferrocarriles, carreteras), ocio, trabajo, el comercio o las reuniones. Estas obras reflejan un moderno Estados Unidos desde la década de 1930 y una economía terciaria muy desarrollada.

Hopper se acerca a uno de sus contemporáneos de América, Norman Rockwell. Pero mientras que Rockwell glorifica a imagen de las pequeñas ciudades de Estados Unidos, Hopper representa la soledad, incluso en sus escenas urbanas.

4) El pintor de la sociedad estadounidense.

Las obras de Edward Hopper son el reflejo de la vida cotidiana de los estadounidenses, el estilo de vida americano, que se refleja en detalles realistas: carteles de publicidad, muebles, estaciones de servicio (foto), moteles, vías férreas, calles desiertas que recrean un ambiente típico americano.



Las pinturas de Hopper reflejan una sociedad en cambio: representan esencialmente la vida y la existencia de las clases medias en la primera mitad del siglo XX. Muestran sutilmente el nacimiento del automóvil de empresa. Carreteras, vías férreas y puentes son otros signos de la modernidad, los viajes y el control de los EE.UU. Hopper nos muestra la soledad en las grandes ciudades y personajes que parecen lamentar una cierta América que está desapareciendo.

Algunas obras evocan indirectamente la liberación de la mujer, en curso desde el final de la Primera Guerra Mundial: Chop Suey (1929) muestra mujeres excesivamente maquilladas. Los vestidos se acortan. La mujer se ha emancipado, pero para Hopper es la mayoría de las veces solitaria, frágil (foto).



Hopper también aborda el tema del desnudo femenino. Hombres y mujeres están muy representados en sus cuadros, pero parece que no se hablan, no se comunican, cada uno de ellos está haciendo algo, mirando por la ventana o leyendo un libro.

5) El pintor de la soledad, la alienación y la melancolía.

En Hopper aparecen personajes anónimos y arquetípicos, cuyo rostro no muestra ninguna emoción. Sin embargo, en sus pinturas surgen diversas impresiones: el silencio, la tensión, la exclusión, la melancolía. Calles desiertas, piezas con dimensiones exageradas resaltan a los personajes y sugieren un efecto de alienación. La lectura en algunos de sus personajes se ha diseñado como una alternativa a la soledad (foto). Estos parecen que también esperan: una joven de pie en una puerta, una mano contra una columna, etc. Parecen estar esperando que alguien venga a por ellas.

El límite entre espacio interior y el exterior está representado por una ventana, una puerta o un contraste de luz. La entrada de aire o la luz dentro de una habitación simbolizan la introspección.



Hopper, que era un gran admirador de Degas, se apoyó en sus descubrimientos y los adaptó a las corrientes culturales y a los lenguajes artísticos del siglo XX. Le atrajo especialmente el cine, un medio que potenciaba enormemente las posibilidades narrativas de las imágenes, y con el que estableció a lo largo de su vida un complejo diálogo de préstamos e influencias mutuas. Fue quizá, en parte al menos, por la influencia del cine por lo que en los últimos años de su vida su pintura se fue transformando gradualmente para dar cada vez más importancia a la luz.

Bibliografía: Rolf G. Renner, Hopper, Editorial Taschen, Colonia, 2011, págs. 96.

Comentarios

  1. Fantástico estudio como preámbulo de la visita que procuraré realizar. Me parece muy bueno.
    Un abrazo,

    Adelaida

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