(L139) La insoportable levedad del ser (1984)
Milan Kundera, La insoportable levedad del ser (1984)
Primera novela
que comentamos del excelente escritor que es para nosotros, naturalmente, Milan
Kundera (Brno, 1929). La
insoportable levedad del ser (1984) es la obra que lo consagró y le dio más
fama. Podríamos decir que es una mezcla entre un ensayo filosófico-moral, una
novela política y una novela de amor. Es una obra exigente, llena de matices,
que requiere la atención del buen lector que sin duda sois vosotros.
Argumento: La
acción transcurre en Praga en 1968. Explora la vida artística e intelectual de
la sociedad checa durante el período comunista, a partir del resorte de la
invasión de Praga en agosto de 1968 por parte de la Unión Soviética y sus
consecuencias sobre la población, aparece el exilio tanto exterior como
interior. Los personajes principales son Tomás, médico cirujano; su esposa
Teresa, fotógrafo angustiada por las infidelidades de su marido. Sabina,
artista de espíritu libre amante de Tomás; y Franz, el catedrático suizo y
amante de Sabina; el perro Karenin y en un último término estaría Simón, hijo
distanciado de Tomás de una unión anterior. La podríamos considerar una novela
filosófica o existencial, donde los personajes se hacen constantes preguntas y
se plantean si su estar en el mundo ha de ser como un “Es muss sein” (Tiene que ser) como decía Beethoven (I, 15) o posee
algún significado más profundo.
Aspectos filosóficos: Nos introduce
en “la teoría del eterno retorno”
nietzscheana: “¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos
vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito!” (I,
1). La negación de dicha teoría afecta a todas las acciones humanas ya que lo
que no se puede repetir hace que no podamos saber si elegimos bien o mal. “El
hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene
modo de compararla con sus vidas precedentes ni enmendarla en sus vidas
posteriores” (…) “Lo que sólo ocurre una vez es como si no ocurriera nunca. Si
el hombre sólo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto”. (I, 3)
Nietzsche llamó
a la idea del eterno retorno la carga más pesada. ¿Pero es de verdad terrible
el peso y maravillosa la levedad? Kundera nos explica la dualidad peso/levedad relacionándola con Parménides para quien
el peso es lo negativo y la levedad lo positivo.[1]
(I, 2)
La definición de
lo Kitsch como el arte de las masas. Jean
François Lyotard, en alguno de sus textos, habló acerca del grado cero de la
cultura general contemporánea. Se trata del eclecticismo, en donde el juicio
estético ha llegado a niveles altos de vulgarización. El Kitsch surge como una
forma en donde el arte halaga el desorden que reina en los gustos de los
aficionados. Kundera habla acerca del origen de este término, cuya aparición
como palabra se remonta a mediados del siglo XIX en Alemania, encerrando una
relación con los ideales estéticos de la época. Al respecto señala:
“De eso se
desprende que el ideal estético del acuerdo categórico con el ser es un mundo
en el que la mierda es negada y todos se comportan como si no existiese. Este
ideal estético se llama Kitsch” (VI, 5)
El Kitsch, es un desorden, un caos, un
reflejo de la sociedad postmoderna, que disfraza las cosas, en especial el
arte, como algo superficial, sin trascendencia alguna. En medio de este caos,
Kundera estaría de acuerdo que lo desagradable tiende a ocultarse. En la
cultura de la apariencia, la ética es reemplazada por la estética.
En el pequeño diccionario palabras
incomprendidas vemos lo que significa para cada uno de los protagonistas un
concepto, una palabra (Franz y Sabina). Siempre es diferente porque se han
conocido demasiado tarde: “Mientras las personas son jóvenes y la composición musical de su vida está
aún en sus primeros compases, pueden escribirla juntas e intercambiarse motivos
(tal como Tomás y sabina se intercambiaron el motivo del sombrero de hongo),
pero cuando se encuentran y son ya mayores, sus composiciones musicales están
ya más o menos cerradas y cada palabra, cada objeto, significa una cosa
distinta en la composición de la una y en la de la otra”[2].
(III, 2)
Tomás se plantea
si es la casualidad la que rige nuestras vidas: “Hace siete años se produjo
casualmente en el hospital de la ciudad de Teresa un complicado caso de
enfermedad cerebral, a causa del cual llamaron con urgencia a consulta al
director del hospital de Tomás. Pero el director tenía casualmente una ciática,
no podía moverse y envío en su lugar a Tomás a aquel hospital local. En la
ciudad había cinco hoteles, pero Tomás fue a parar casualmente justo a aquel
donde trabajaba Teresa. Casualmente le sobró un poco de tiempo para ir al
restaurante antes de la salida del tren. Teresa casualmente estaba de servicio
y casualmente atendió la mesa de Tomás. Hizo falta que se produjeran seis
casualidades para empujar a Tomás hacia Teresa, como si él mismo no tuviera
ganas” (I, 17)
¿Es la
casualidad un factor determinante en los aconteceres de la existencia?
Perfectamente todo podría ser casualidad, el conocer a las personas en ciertas
situaciones y lugares, el que a alguien le ocurra un accidente o una situación afortunada.
Estas casualidades hacen un poco absurda la existencia, ya que hay que esperar
la adecuada cadena de casualidades que nos permitan sentirnos a gusto en la
vida.
Para Kundera “El
tiempo humano no da vueltas en redondo, sino que sigue una trayectoria recta.
Ese es el motivo por el cual el hombre no puede ser feliz, porque la felicidad
es el deseo de repetir”[3].
(VII, 4)
Aspectos éticos y morales: El personaje
principal, Tomás define lo que para él es el
amor: “El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este
deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres) , sino en
el deseo de dormir junto a alguien (ese deseo se produce en relación con una
única mujer)”. (I, 6) Entre los hombres que van tras muchas mujeres hace la
distinción entre la obsesión lírica (se buscan a sí mismos en ellas) y la épica
(buscan lo no convencional). (V, 9-10)
La magnífica y
generosa decisión de Franz de Vivir en la
verdad: “¿Qué es eso de vivir en la verdad? La definición negativa es
sencilla: significa no mentir, no ocultarse, no mantener nada en secreto. (…)
el hombre es de una manera en su intimidad y de otra en público. “Vivir en la
verdad” significa suprimir la barrera entre lo privado y lo público”. (III, 6)
La política y la moral: ¿Es inocente el
hombre cuando no sabe? Nos narra la fabula de Edipo y llega a la conclusión de
que no es inocente pero tampoco merece por ello un castigo. (V, 2). El régimen
totalitario (comunista) prefiere tener gente adepta a tener gente competente (Este
sería el caso de Tomás). El compromiso de los intelectuales, el firmar un
documento retractándote de lo que has dicho o escrito plantea un dilema moral.
No solamente se trata de no traicionar a los demás sino de no traicionarte a ti
mismo.
El trato que damos a los animales, aquí se ve
nuestra catadura moral, en cómo actuamos con los seres indefensos. Nos
consideramos el vértice de la creación y a todas las demás especies como
subsidiarias de nuestros caprichos y necesidades. “No tiene ningún mérito
portarse bien con otra persona. (…) La verdadera prueba de la moralidad de la
humanidad, la más honda, radica en su relación con aquellos que están a su
merced: los animales. (VII, 2)
El amor de los
animales, al contrario que el de los humanos (al que Kundera considera de peor
clase), posee idilio, ya que no han sido expulsados del paraíso y están basados
en la repetición de las cosas. En él no hay conflicto, no hay escenas
desgarradoras, no hay evolución[4].
(VII, 4)
Nietzsche sale
de su hotel en Turín. Ve frente a él un caballo y al cochero que lo castiga con
el látigo. Nietzsche va hacia el caballo, y, ante los ojos del cochero, se
abraza a su cuello y llora. El gesto tiene un sentido más amplio, ya que fue
entonces cuando surgió su enfermedad mental. Parece como si su último acto
consciente fuera congraciarse con un animal. (VII, 2)
Es también muy
sugerente su argumentación sobre la necesidad que todos tenemos de la mirada
del otro[5]:
“Todos necesitamos que alguien nos mire. Sería posible dividirnos en cuatro
categoría, según el tipo de mirada bajo la cual queremos vivir”. (VI, 23)
Merece
comentarse la perversión de la madre de Teresa. Nos presenta el cuerpo como una
cosa fea, sucia, con componentes escatológicos. La madre va desnuda por la casa
violentando a la hija. En su juventud había sido hermosa, parece querer
mostrarle a su hija en que se convertirá con el paso de los años.
Son interesantes
los sueños de los protagonistas, Tomás y Teresa, éstos tienen a veces una
interpretación claramente psicoanalítica cuyo desciframiento se aleja del
propósito de este comentario y por lo tanto no voy a entrar en él.
Aspectos narrativos: Es una
narración aparentemente lineal, sin embargo, el autor mediante la utilización
de varias prolepsis argumentales nos va anticipando lo que va a suceder, lo que
ya ha sucedido. Milan Kundera no deja ir a sus personajes, los controla. Nos
explica sus reacciones sin darles autonomía.
La literatura dentro de la literatura: Nos
encontramos en la obra de Kundera con la novela fetiche de León Tolstoi Ana Karenina. Ésta novela también tiene
un papel destacado en La elegancia del
erizo (2006) de Muriel Barbery. En el primer encuentro que tienen Tomás y
Teresa, ella la lleva bajo el brazo (I, 4). Las comparaciones entre el inicio y
el final de la novela donde alguien muere bajo las vías del tren: “Sin saberlo,
el hombre compone su vida de acuerdo con las leyes de la belleza aun en los
momentos de más profunda desesperación” (II, 11). También le ponen al perro el
nombre de Karenin en honor del personaje.
A modo de final
os diré que leyendo la novela de Kundera me da la sensación de que, en el fondo
es un nietzscheano y un nihilista[6]
redomado. Entiende la vida como algo trágico (en su pesadez) y a la vez
superfluo (levedad). De sus personajes principales unos están cansados del
mundo, lo demuestran con el spleen
(hastío) con que viven (Tomás/Sabina) o huyen del compromiso buscando no saben
qué, tal vez la libertad (Sabina), o viven temerosos (Teresa). Solamente nos
presenta un personaje en positivo, un idealista ingenuo (Franz) quien todavía
es un ser inocente, que cree la vida y que ésta se ha de vivir en la Verdad
como decía Kafka. Sin embargo para “vivir en la verdad” se ha de pagar un
precio muy alto, que no es otro que la soledad, ya sea física o espiritual.
Quien comunique a los que le rodean su opinión sobre ellos está condenado a la
soledad, nadie quiere escuchar la verdad, parece como si la mayoría prefiriera
vivir engañado (vivir en la mentira).
Otras novelas
recomendables y que he leído de Kundera son: La broma (1967); El libro de
los amores ridículos (1968); La vida
está en otra parte (1972); La
despedida (1973); El libro de la risa
y el olvido (1978); La inmortalidad
(1988); La lentitud (1995); La identidad (1998); La ignorancia (2000); y El telón (2005).
[1]
Ver la obra de Peter Sloterdijk, Experimentos
con uno mismo, Editorial Pre-Textos, Valencia. Capítulo IV Lo pesado y lo
ligero.
[2] Peter
Sloterdijk, Experimentos con uno mismo,
Editorial Pre-Textos, Valencia. “La vida trabaja sobre nosotros como un cerrajero forjando una llave
extremadamente complicada, todos los años se añaden en ella algunos dientes
traicioneros. Cuando el compañero de tu vida desaparece, tú no tienes una llave
de recambio para reemplazar a esa criatura perfectamente pulida y limada que ha
vivido a tu lado durante veinte o cuarenta años, y que ha sido capaz de abrir
tu puerta. Una llave perdida de estas características no puede volver a
forjarse, sólo es signo de una ausencia. Para mucha gente mayor la soledad es
la consecuencia inevitable de sucesos biográficos. Pero esto sucede cada vez
más también entre la gente joven: ellos tampoco pueden reproducir enseguida a
su pareja en la ferretería de la esquina. Echa un vistazo a tu alrededor: ya a
la edad de veinte o veinticinco años la probabilidad de que te topes con una
persona que haya leído los mismos libros que tú, que haya oído las mismas
canciones, que comparta tus lugares de vacaciones o películas es casi mínima”.
(página 49)
[3] Ver
Sigmund Freud, El malestar de la cultura,
Alianza Editorial, Madrid, página 20. “Aun estaríamos por afirmar que el plan
de la Creación no incluye el propósito de que el hombre sea feliz”. (…) Toda
persistencia de una situación anhelada por el principio de placer sólo
proporciona una sensación de tibio bienestar, pues nuestra disposición no nos
permite gozar intensamente sino el contraste, pero sólo en muy escasa medida lo
estable”.
[4] Aristóteles,
Ética Nicomáquea, 1154b 20-25: “No
hay nada que nos sea siempre agradable, porque nuestra naturaleza no es simple.
(…) Si la naturaleza de alguien fuera simple, la misma actividad sería siempre
la más agradable”.
[5] Es también
Aristóteles quien nos dice que “para saber quien somos tenemos que mirarnos en
el amigo como si fuera un espejo, porque el amigo es otro yo”.
[6] La primera novela que habla del concepto de
nihilismo y donde sale este tipo de personaje es en Padres e hijos, de Ivan Turgeniev.
BIBLIOGRAFÍA
Antonio Martínez Asensio, "La insoportable levedad del ser", la novela de las ilusiones perdidas, Cadena Ser, 25/07/2021 (Añadido el 01/11/2022).
Magnifica novela y magnifico estudio, Tomás. Me sumo a todos tus comentarios sobre personajes y temas.
ResponderEliminarTengo que volver a leerla.
Un abrazo,
Adelaida