(L193) De la autobiografía (2006)
José María
Pozuelo Yvancos, De la autobiografía
(2006)
En el presente
ensayo el profesor José María Pozuelo Yvancos (1952) nos habla de
las autobiografías desde el punto de vista teórico y práctico seleccionando a
cinco autores, tres nacionales y dos extranjeros. “Me he limitado al siglo XX,
y dentro de él, a tres autobiografías escritas por españoles, Rafael Alberti,
Castilla del Pino y Caballero Bonald, y dos extranjeros, uno norteamericano,
Philip Roth, y otro francés, Roland Barthes”. “El yo que escribe nunca es el yo
que existe. Es otro yo, desdoblado, en el acto de la memoria (el yo que
recuerda) y que se constituye narrativamente en el curso de su escritura acerca
del yo que fue”.1
“Quien escriba
sobre la autobiografía pensando en San Agustín, Bacon o Rousseau no obtendrá
las mismas conclusiones que quien lo haga sobre la autobiografía de Nabokov, Habla memoria, o en los juegos de identidad
propuestos, ya desde su título, por los heterónimos de Gertrude Stein. Una
cultura en la que la confesión como práctica tiene vigencia entenderá mejor la
autoexhibición de la individualidad y lo que toda autobiografía tiene de
autojustificación”.2
Pozuelo Yvancos
nos dice que el problema autobiográfico, tal como se plantea hoy, enfrenta dos
corrientes críticas, dos interpretaciones:
a) Quienes
piensan que toda narración de un yo es una forma de ficcionalización.
b) Quienes aun
admitiendo que algunas formas autobiográficas utilizan procedimientos comunes a
la novela, se resisten a considerar toda autobiografía una ficción.
El centro y
punto crucial del debate en torno a la autobiografía se encuentra planteado
así: ¿existe la posibilidad de discriminar cuándo el yo, sujeto de la
enunciación y del enunciado, es una persona real y cuando es simplemente un personaje, es decir, es fingido e imita
el acto de enunciación real?3
“Para que haya
autobiografía es necesario que coincidan la identidad del autor, la del narrador y
la del personaje”. Aquí llegamos a un
pacto o contrato de lectura que
obliga a que los hechos se presenten y testifiquen por quien dice haberlos
vivido como reales. Otra cosa es que lo sean, pero es inherente al pacto
autobiográfico ser presentado como tales y apoyados por el testimonio del
narrador-autor que lo testifica, y puede remitir a una verificación histórica.
Carlos Castilla del Pino en Casa del
Olivo (2004) ha ofrecido, en lo que él llama “eco autobiográfico”,
testimonios concretos de cartas de lectores en que se agradecen o comentan,
amplían y hasta completan datos que él había ofrecido en Pretérito imperfecto (1997). Estos corresponsales fortuitos han
tomado muy en serio aquello que Castilla cuenta sobre sus padres, familiares o
conocidos, y colaboran de ese modo con el autor en la dimensión histórica que
los hechos narrados poseen.
Dicho de modo
concluyente: los hechos son susceptibles de ser tomados, y así ha ocurrido con
muchas autobiografías, como argumentos con valor casi documental en una
construcción histórica, en un relato con atribuciones de verdad. Ese pacto,
sostenido por esa identidad autor-narrador y con ese valor de verdad para los
hechos narrados, es lo que separa la autobiografía de las ficciones o
narraciones con forma autobiográfica, donde se cumplen los demás requisitos,
formales sintácticos y semánticos, pero no el pacto autobiográfico de identidad
suscrito por el autor y sus lectores, un contrato
de lectura.”4 Este contrato yo lo denominaría como un pacto de veracidad.
“Podríamos
adelantar aquí nuestra conclusión de que la autobiografía o espacio
autobiográfico implica siempre una sustitución de lo vivido por la analogía
narrativa que crea la memoria, con su falsa coherencia y necesidad causal de
los hechos, pero que unas veces tal sustitución será una impostura y otras
veces no, dependerá en ese caso de su funcionamiento pragmático.”5
Los autores y
las obras tratadas son:
Rafael Alberti (1902-1999), La arboleda perdida (1942, 1975).
José Caballero Bonald (1926), Tiempo de guerras perdidas (1995); La costumbre de vivir (2001).
Carlos Castilla del Pino (1922-2009), Pretérito imperfecto (1997); Casa del Olivo (2004).
Philip Roth (1936), Los hechos (1988); Patrimonio
(1991).
Roland Barthes (1915-1980), Roland Barthes
por Roland Barthes (1975).
NOTAS:
1. José María
Pozuelo Yvancos, De la autobiografía,
Editorial Crítica, Barcelona, 2006, p. 10
2. Ibídem, p. 21
3. Ibídem, p. 26
4. Ibídem, p. 29
5. Ibídem, p. 34
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