(L213) La música del azar (1990)
Paul Auster, La música del azar (1990)
Primera novela
que os traemos de Paul Auster (Newark, 1947), un escritor
norteamericano mediático y de moda que tiene algunas novelas interesantes como la
que comentamos hoy, se trata de La música
del azar (1990).
Argumento: El protagonista, Jim Nashe, recibe una
herencia de su padre1 que ha muerto de cáncer y al que no ve desde
hace más de treinta años, sin embargo ya es demasiado tarde para Nashe; su
esposa Thérèse le ha abandonado y ha tenido que dejar a su hija Juliette con su
hermana porque el trabajo de bombero no le permite atenderla.
Con el dinero de
la herencia se compra un Saab rojo, “el mejor coche que ha tenido nunca”, y
recorre el país sin rumbo fijo en sus días de vacaciones. Cómo no tiene
bastante, deja su trabajo de bombero y se deshace de todas sus cosas. Emprende
una ruta por América, de motel en motel. En invierno conduce por los estados
del Sur. En California conoce a Fiona Well, una periodista. Nashe piensa en
cuando se le acabe el dinero pedir en matrimonio a Fiona, pero esta le dice que
no es fiable y vuelve con su antiguo novio.
A Jim se le va
acabando el dinero. En una carretera secundaria recoge a Jack Pozzi, quien va
todo sucio y ensangrentado, éste le explica que le ha sucedido en una partida
de póker. Durante el viaje a Nueva York conversan, Nashe decide invertir el
dinero que le queda con el jugador. Pozzi le habla de su infancia, ambos tienen
muchas cosas en común: “Durante todo el relato de los recuerdos de Pozzi,
inevitablemente Nashe había estado pensando en su propia infancia, y la curiosa
correspondencia que encontró entre sus vidas le había tocado una cuerda
sensible: el temprano abandono, el inesperado regalo del dinero, la perdurable
cólera. Una vez que un hombre empieza a reconocerse en otro, ya no puede
considerar a esa persona un extraño. Quiera o no, se ha establecido un vínculo”.2
Deciden jugar al póker con dos millonarios excéntricos, Flower y Stone, a los
que piensan desplumar fácilmente, según las informaciones que posee Pozzi
juegan bastante mal, pero las cosas no acabarán saliendo como ellos esperaban…
Paul Auster es,
por excelencia, el escritor del azar y
de la contingencia; como no cree en la causalidad, persigue en lo cotidiano
las bifurcaciones surgidas por errores o acontecimientos aparentemente
anodinos. Esto sucede en La trilogía de
Nueva York, en La música del azar,
y sobre todo en Leviatán, en su
excepcional escena central. Su estilo es aparentemente sencillo, gracias a su
trabajo y conocimiento de la poesía, pero esconde una compleja arquitectura
narrativa, compuesta de digresiones, de metaficción, de historias en la
historia y de espejismos (El cuento de
Auggie Wren). También describe existencialmente la pérdida, la desposesión,
el apego al dinero, el vagabundeo (en El
palacio de la luna, cuyo personaje central se llama Marco Stanley Fogg, en
una especie de unión de estos tres grandes viajeros). También se cuestiona la
identidad, en especial en la La trilogía
de Nueva York en la que uno de sus personajes (que no es el narrador) se
llama como él; en Leviatán, en la que
el narrador tiene sus iniciales (Peter Aaron) y conoce a una mujer llamada Iris
(anagrama de su esposa Siri); o en La
noche del oráculo, donde un personaje se llama Trause (anagrama de Auster).
La enfermedad,
el mimo en la descripción de los objetos de papelería, la metaliteratura son otras
señas de identidad recurrentes que se dan en su obra. Para Auster, y para muchos
norteamericanos, el fracaso no es “la nada”, solamente es el comienzo de algo
totalmente nuevo.
La crítica opina
que es un escritor un poco sobrevalorado, desigual en su producción, que tiene,
eso sí, cautivado al público femenino porque es/era guapo, pero se repite bastante
en sus argumentos. Por ejemplo habla en varias novelas de un escritor que ha
perdido la inspiración y que no sabe sobre qué escribir, incluso olvida un
personaje encerrado dentro de una habitación en La noche del oráculo (2004). Sin embargo en su favor he de decir
que su narrativa posee un gran lirismo consiguiendo atraparnos como lectores en
varias de sus obras.
De Auster he
leído, además de la que hoy comentamos, El
Palacio de la luna (1989); Leviatán
(1992); El libro de las ilusiones
(2002); La noche del oráculo (2004) y
la para olvidar Viajes por el Scriptorium
(2006).
NOTAS:
1.- El argumento
tiene similitudes con el propio Auster, a quien poco tiempo después de
divorciarse de la escritora Lydia Davis, la muerte de su padre le proporciona
una pequeña herencia que lo saca de apuros y le inspira para escribir La invención de la soledad (1982).
2.- Paul Auster,
La música del azar, Anagrama,
Barcelona, 2010, p. 62.
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