(C22) Manhattan (1979)
Woody Allen, Manhattan (1979)
Cuarta y última entrega
sobre el mundo de la pareja en la sociedad industrial occidental que Woody
Allen (Broklin, 1935) ha sabido plasmar tan bien en sus películas. Los
modelos y arquetipos que nos presenta de las parejas que habitan la ciudad de
Nueva York, en Manhattan (1979) y en
las otras tres películas llegaron a nuestro país veinte años después cambiando
profundamente nuestro panorama sentimental y amatorio.
Argumento: La
película se inicia con la fantástica música de Georges Gerswhin, concretamente Rhadsody in Blue, y se nos van
mostrando imágenes de la ciudad.
El narrador
Isaac Davis (Woody Allen) nos dice
que Nueva York es una ciudad que muestra la decadencia de la sociedad
occidental. Isaac sale con Tracey (Mariel
Hemingway) una chica de diecisiete años que está estudiando el
bachillerato. El amigo de Ike, Yale Pollack (Michael Murphy) le confiesa que se ha liado con una periodista,
Mary Wilke (Diane Keaton), y que
está entusiasmado. Su mujer Emily (Anne
Byrne) no está enterada de nada.
Jill (Meryl Streep), ex esposa
de Ike, piensa
escribir un libro sobre su vida en pareja donde el no sale muy bien parado,
tienen un hijo en común, y Jill dejó a Ike por una mujer. Además ambas están
furiosas con Ike porque dicen que intentó atropellarlas.
MARY: ¿Tienes
hijos o algo por el estilo? IKE: Yo, sí, tengo un chico al que...
MARY: ¿De veras?
IKE: ... educan dos mujeres en este momento.
MARY: Oh, bueno,
verás, yo creo que eso da buenos resultados. Eh, hicieron unos estudios que leí
en una revista trimestral de psicoanálisis. El hombre no hace ninguna falta.
Quiero decir, dos madres es estupendo, absolutamente estupendo.
IKE: ¿Ah sí?
Tenía la impresión de que sólo muy pocos sobreviven a una madre.
Ike es guionista
de televisión y en un arrebato deja su empleo, se tiene que trasladar a un
apartamento más económico. Piensa escribir un libro.
En una
exposición Isaac y Tracey se encuentra a Yale y Mary. Ésta última no está de
acuerdo con ninguna de las opiniones de Isaac, además le critica a su ídolo cinematográfico
Bergman lo que hace que Ike se ponga furioso.
Un tiempo
después Mary se encuentra con Ike en una fiesta, pasean juntos por la noche y
contemplan el puente de Queensboro desde un banco. Se produce una discusión
entre ambos sobre el tema del pensamiento y el sentimiento; qué ha de
prevalecer o qué es más importante.
MARY (suspira):
Hechos. Sí, tengo un millón de hechos al alcance de los dedos.
IKE: Así es. Y
no significan nada, ¿verdad? Porque nada digno de conocerse puede ser
comprendido con la sola mente… ¿sabes? Todo cuanto realmente tiene valor ha de
penetrar en ti por una abertura diferente… y perdona… perdona… está imagen poco
afortunada.
MARY: No estoy
de acuerdo en absoluto. Mira, ¿dónde estaríamos sin el pensamiento racional?
Dime.
IKE: No, no, tú…
confías demasiado en el cerebro. Es un… el cerebro es el órgano más
sobrevalorado, creo yo.
MARY: Ya sé. Tú…
tú probablemente crees que yo soy demasiado cerebral.
IKE: Bueno.,
¿sabes? Tú… tú estás más bien del lado de los encefálicos. (Risita) Oh, ¿qué importa lo que yo
piense de ti? Dios sabe lo que piensas tú de mí.
MARY: No, yo
creo que tú estás muy bien. ¿O lo dices en broma? Verás, tienes tendencia un
poco a… a la hostilidad, pero yo lo encuentro atractivo.
IKE: ¿Ah, sí? (Suspira) Vaya, me alegro.
Tracey recibe
una oferta para estudiar arte dramático en Londres. Ike la anima para que lo
haga. A ella le gustaría dar un paseo en coche de caballos por Central Park.
Mary discute con
Yale sobre el tema de la relación con un hombre casado, al final lo dejan. Ella
piensa que ha perdido el tiempo. Ike continua saliendo con Mary, ven películas
juntos, se besan, parecen que se sienten atraídos. Ike le dice a Tracy que está
enamorado de otra persona. La adolescente se lo toma fatal.
Salen las dos
parejas juntas (Yale-Emily e Ike-Mary) lo que no deja de ser algo de mal gusto
ya que Mary ha sido amante de los dos y todos están al caso menos Emily. Yale
intenta volver a salir con Mary. Ésta le dice a Ike que continúa enamorada de
Yale.
Constantemente
Mary nos dice: “Yo soy una chica de Filadelfia, mis padres llevan casados 43
años, allí la gente no sale con casados, no tienen amantes, etc.” Y es que el
mundo de la pareja de sus padres y de los nuestros, por extensión, sirve de muy
poca orientación para sobrevivir en el que nos ha tocado vivir a nosotros.
Ike se siente
abatido y se lo recrimina a Yale que le contesta: “Somos seres humanos. Tú te
crees Dios. No somos perfectos”. “Si pero es necesario tener un poco de
integridad” le contesta Ike.
Ike, ahora que
está solo, recuerda a Tracey como una persona extraordinaria a la que no le dio
ninguna oportunidad. Ike elabora una lista
de cosas por las que merece la pena vivir: Groucho Marx, el segundo movimiento de la Sinfonía de
Júpiter,
Louis Armstrong, las películas suecas, La
educacion sentimental de Flaubert, las increíbles manzanas y peras de
Cézanne, la cara de Tracey...
Decide llamarla,
verla y decirle que no se vaya a Londres. Que se equivocó. Los planes ya están
hechos y él le hizo mucho daño. Tracey volverá dentro de 6 meses. Ike es un egoísta
que solamente piensa en él mismo. Cambia el discurso según sus necesidades. Es
un inmaduro como yo. Tracey le responde que hay que tener fe en las personas,
no todo el mundo se corrompe. Tracey acaba de cumplir dieciocho años y resulta
que es la más madura de todos.
Comentario:
Manhattan es una de las mejores y más completas películas de Allen. Además de
retratar el complejo mundo de la pareja es un canto de amor a la ciudad de
Nueva York no como es en realidad sino como a él le hubiera gustado que fuera.
La famosa escena del puente de Queensboro en la calle 59 fue filmada a las
cinco de la mañana, con el puente iluminado y con un banco que en la realidad no
está allí. El tráfico parece inexistente y el paseo en coche de caballos por
Central Park como sacado de un cuento de hadas.
Se muestran
temas polémicos como la relación entre un adulto y una menor; una velada
crítica al mundo de las lesbianas; las difíciles relaciones entre los
divorciados para decidir cómo educar a sus hijos; el cambio de modos de vida en
las parejas; el matrimonio y la fidelidad. Los personajes van dando tumbos, no
saben lo que quieren. Se añora lo que se pierde y en cambio no se valora lo que
se tiene.
Con este
comentario finalizo la tetralogía Alleniana sobre el mundo de la pareja, el
amor y el matrimonio en la sociedad urbana y occidental que nos ha tocado vivir.
Deseo que os haya gustado y enseñado alguna cosa a la hora de enfrentaros a
vuestros jeroglíficos sentimentales. ¡Cómo resolverlos eso ya es cosa de cada uno!
Woody Allen, Manhattan, Tusquets editores, Barcelona,
1999, páginas 136.
Comentarios
Publicar un comentario