(L259) Altazor. Temblor de cielo (1931)


Vicente Huidobro, Altazor. Temblor de cielo (1931)

Hoy os presento un libro-poema del chileno Vicente Huidobro (1893-1948) un poeta creacionista1, un antipoeta: “Aquí yace Vicente, antipoeta y mago”2 a quien algunos críticos comparan con Nicanor Parra. Sus temas favoritos son: el fin del cristianismo; la omnipresencia de la muerte y su fuerte atracción que va cercándonos poco a poco; los juegos de palabras; la pregunta sin respuesta sobre qué hacemos en el mundo, etc.

El año 1931fue fecundo para Huidobro. Vuelve a Madrid para gestionar la publicación de Altazor y Temblor de Cielo. Asiste al recital de Poeta en Nueva York de Federico García Lorca. Se genera una breve disputa epistolar con Luis Buñuel por motivos políticos. Estando con Hans Arp de vacaciones en Arcachón, escriben ambos los textos de Trois Nouvelles Exemplaires. Inicia amistad con el pintor uruguayo Joaquín Torres García. Publica Portrait of a Paladín, versión en inglés del Mío Cid Campeador, Temblor de Cielo y Altazor o el viaje en paracaídas.

Como dice René de Costa3 el poema Altazor sigue eludiendo toda interpretación que lo abarque en su totalidad. Tanto es así que hoy mismo, aunque hay consenso en cuanto a su importancia, no lo hay con respecto al por qué. Así que disfrutemos simplemente de sus bellos poemas:

“Mi paracaídas empezó a caer vertiginosamente. Tal es la fuerza de atracción de la muerte y del sepulcro abierto.

     Podéis creerlo, la tumba tiene más poder que los ojos de la amada. La tumba abierta con todos sus imanes. Y esto te lo digo a ti, a ti que cuando sonríes haces pensar en el comienzo del mundo.

     Mi paracaídas se enredó en una estrella apagada que seguía su órbita concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos.

     Y aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero:

     «Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.

     »Se debe escribir en una lengua que no sea materna.
     »Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte.
     »Un poema es una cosa que será.
     »Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
     »Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
     »Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.
     »Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco.»

     Tomo mi paracaídas, y del borde de mi estrella en marcha me lanzo a la atmósfera del último suspiro.

     Ruedo interminablemente sobre las rocas de los sueños, ruedo entre las nubes de la muerte.”4

Todo en vano
Dadme la llave de los sueños cerrados
Dadme la lleve del naufragio
Dadme una certeza de raíces en horizonte quieto
Un descubrimiento que no huya a cada paso
O dadme un bello naufragio verde
Un milagro que ilumine el fondo de nuestros mares íntimos
Como el barco que se hunde sin apagar sus luces.

(I, 301-308)

El sol nace en mi ojo derecho y se pone en mi ojo izquierdo
En mi infancia una infancia ardiente como un alcohol
Me sentaba en los caminos de la noche
A escuchar la elocuencia de las estrellas
Y la oratoria del árbol
Ahora la indiferencia nieva en la tarde de mi alma
Rómpanse en espigas las estrellas
Pártase la luna en mil espejos
Vuela el árbol al nido de su almendra
Sólo quiero saber por qué
Por qué
Por qué
(I, 391-405)

NOTAS:

1.- El creacionismo fue un movimiento estético hispánico inscrito en la llamada vanguardia del primer tercio del siglo XX. Su manifestación más importante se produjo en la poesía lírica. Desde el creacionismo se pretendió crear una suerte de «álgebra del lenguaje», de forma que los signos lingüísticos adquieran valor por su capacidad para reflejar belleza y no por el objeto al que se haga referencia, por su significado sustancial.

2.- Vicente Huidobro, Altazor. Temblor de cielo, Cátedra, Madrid, 2011, p. 22.

3.- Ibídem., p. 25

4.- Ibídem, pp. 56-57.


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