(L529) El loro de Flaubert (1984)

Julian Barnes, El loro de Flaubert (1984)

Sigo comentando novelas de este autor inglés. La de hoy, tercera que escribió, le dio una cierta fama entre los lectores “culturetas”. Julian Barnes (Leicester, 1946) es un buen escritor que tiene el acierto de escribir novelas de no más de doscientas páginas y así no hacerse pesado para el atribulado lector moderno. Si acierta, te quedas con las ganas de más, si no, cuando te has dado cuenta ya pasó el mal trago.

Argumento: el libro empieza con la historia de la estatua de Flaubert en Rouen que fue robada por los nazis en 1941 y sustituida diez años después gracias a que se logró encontrar el molde original. Salvo sus escritos ninguna cosa que haya tenido que ver con Flaubert ha durado demasiado. La casa del escritor en Croisset fue derribada poco después de su muerte y reemplazada por una fábrica de papel.

El narrador se llama Geoffrey Braithwaite, y ha leído la obra completa de su autor favorito. Es un médico viudo que visita la ciudad de Rouen, ya estuvo allí en 1944. A continuación se dirige a las playas del desembarco donde habían muerto varios de sus amigos de la División Armada nº 50 del Segundo Ejército Británico. En Rouen visita el Hôtel-Dieu, el hospital del que el padre de Flaubert fue cirujano jefe. También visita el museo y le llama la atención un loro verde disecado que probablemente sirvió de inspiración para el cuento Un cœur simple (1877). Geoffrey se pregunta: “¿Acaso el escritor es mucho más que un loro complicado?”.

Flaubert envejeció prematuramente a causa de un ataque epiléptico en su juventud por una sífilis cogida en Egipto. Murió de una apoplejía a los cincuenta y ocho años. Aunque su casa fue derribada queda un Pabellón en Croisset que se puede visitar. “Los objetos expuestos, colocados con tanto descuido, te atrapan a veces el corazón. Retratos, fotografías, un busto de arcilla; pipas, un tarro de tabaco, un abrecartas; un tintero en forma de sapo con la boca abierta; el Buda de oro que el escritor tenía sobre su mesa y que jamás llegó a irritarle; un rizo, más rubio, como es natural, que el pelo que se ve en las fotos.

Es fácil pasar por alto un par de objetos que se encuentran en una vitrina lateral: un vasito en el Flaubert bebió su último trago de agua momentos antes de morir; y un arrugado pañuelo blanco con el que se secó la frente, quizá el último ademán de su vida. Estos restos tan ordinarios, que parecían excluir el llanto y el melodrama, me hicieron sentir que había estado presente en la muerte de un amigo”.

Sorprendentemente en la habitación encuentra otro loro. Cuando regresa de su viaje empieza a investigar sobre la autenticidad de los loros y se pregunta cuál de los dos es el real. “Tengo más edad que la que Flaubert llegó jamás a tener. Parecía una presuntuosidad; una cosa triste e inmerecida. ¿Acaso hay algún momento adecuado para morir?”.

Por mediación de un profesor americano, Ed Winterton, a quien conoce de forma casual, Geoffrey recibe información y material sobre la relación de Flaubert con Juliet Herbert, la institutriz de Caroline, su sobrina.

Comentario: continúo leyendo la obra de Julian Barnes con gran afición. Esta novela, la tercera que escribió, le dio fama a nivel mundial. Es una búsqueda de los entresijos de la vida de Gustave Flaubert. La he seguido con atención porque me gustan los cotilleos y me he enterado de muchas cosas que desconocía sobre la vida y amores del autor de Madame Bovary.

Pero, en general, encuentro el libro irregular, con demasiada desconexión entre las partes, y en ocasiones aburrido. Así que me pondré a hablar de Flaubert. “¿Qué sentido tienen los avances científicos si no hay un avance moral?” Se pregunta Flaubert. Madame Bovary conmocionó a las gentes de su tiempo porque en ella se da un gran avance en las costumbres, un gran avance de cómo se entiende la moral y las relaciones entre hombres y mujeres. Para mí Flaubert fue el primer novelista moderno y el primer verdugo del romanticismo que tanto daño ha hecho a las relaciones de pareja. Fue como un viento huracanado que se llevó por delante el rígido corsé que había ceñido a la mujer hasta el siglo XIX. A partir de ahí, afortunadamente, ya no hubo vuelta atrás, al menos en Occidente.

No recomendaría especialmente el libro de Barnes pero si cualquiera de los de Flaubert quien nos dijo que “Para ser feliz hay que cumplir tres requisitos previos: ser estúpido, ser egoísta y gozar de buena salud”. Lástima que cueste cumplirlos todos a la vez.

BIBLIOGRAFÍA

Julian Barnes, El loro de Flaubert, Anagrama, Barcelona, 2019.

Jean Paul-Sartre, El idiota de la familia (Un estudio sobre Flaubert), Editorial Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires 1975, 2 tomos: 693-486 págs.

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