(L637) Elena sabe (2006)

Claudia Piñeiro, Elena sabe (2006)

Os traigo la novela más conocida de Claudia Piñeiro (Burzaco, 1960), escritora, guionista de televisión, cuentista y dramaturga argentina. Ha obtenido una cierta popularidad por sus novelas en apariencia clásicas pero que también tocan el género policiaco y fantástico.

Argumento: Elena es una anciana a la que se le ha muerto su hija Rita. Tiene Parkinson y toma como medicación Madopar, es decir levodopa, para mitigar los efectos. “Elena sabe desde hace un tiempo que ya no es ella la que manda sobre algunas partes de su cuerpo, los pies por ejemplo. Manda él. O ella. Y se pregunta si al Parkinson habría que tratarlo de él o de ella, porque aunque el nombre propio le suena masculino no deja de ser una enfermedad, y una enfermedad es femenina. Como lo es una desgracia. O una condena. Entonces decide que lo va a llamar Ella, porque cuando la piensa, piensa «qué enfermedad puta». Y puta es ella, no él. Con perdón de la palabra, dice ella. El doctor Benegas se lo explicó varias veces pero Elena todavía no termina de entender; sí entiende lo que tiene porque lo lleva en el cuerpo, pero no algunas de las palabras que usa el médico. La primera vez estaba Rita presente.

Rita, que hoy está muerta. Les dijo que el Parkinson es una degeneración de las células del sistema nervioso. Y a las dos les cayó mal la palabra. Degeneración. A ella y a su hija. El doctor Benegas seguramente se dio cuenta, porque enseguida trató de explicarles. Y dijo, una enfermedad del sistema nervioso central que degenera, o hace mutar, o cambia, o modifica de manera tal algunas células nerviosas que dejan de producir dopamina. Y Elena se enteró entonces de que cuando su cerebro ordena movimiento, la orden sólo puede llegar a sus pies si la dopamina la lleva. Como un chasqui, pensó aquel día. Entonces el Parkinson es Ella, y la dopamina el chasqui. Y el cerebro nada, piensa, porque sus pies no lo escuchan.

Como un rey derrocado que no se da cuenta de que ya no gobierna. Como el emperador sin traje del cuento que le contaba a Rita cuando era chica. Rey derrocado, emperador sin traje. Y ahora está Ella, no Elena sino su enfermedad, el chasqui y el rey derrocado. Elena repite sus nombres como antes repitió los de las calles que la separan de la estación; esos nombres comparten su espera. De atrás para adelante y de adelante para atrás”.

Elena cree que a su hija la mataron y ha decidido viajar en busca de ayuda: “Está nerviosa, lo cual no es bueno, porque cuando se pone nerviosa la medicación tarda más en actuar. Pero no puede evitarlo. Hoy va a jugarse la última carta para tratar de averiguar quién mató a su hija, hablar con la única persona del mundo a la que cree que puede convencer de que la ayude. A cambio de una deuda lejana en el tiempo, casi olvidada. Va a intentar cobrar esa deuda, aunque Rita, si estuviera, no estaría de acuerdo, la vida no es un trueque, mamá, hay cosas que se hacen porque sí, porque Dios manda. No va a ser fácil, pero lo va a intentar. Isabel se llama la mujer a la que busca. No está segura de si se acordará de ella. Cree que no. De Rita sí, le manda una postal cada fin de año. Tal vez no sepa de su muerte”.

Comentario: Elena sabe, Elena piensa, Elena dice, Elena se acuerda, Elena no sabe… Después de un inicio prometedor la novela cae en la parsimonia de los recuerdos de la protagonista sobre su hija Rita y el agónico viaje a la ciudad de Buenos Aires de Elena en busca de ayuda para resolver, el que ella cree, asesinato de su hija.

Rita, la hija, apareció colgando del campanario de la iglesia. Dicen que fue suicidio; Elena no lo cree. Sabe que su hija no se acercaría a una iglesia en un día de lluvia y ese día, bueno, había relámpagos de todos los colores. ¿Alguien querría hacerle daño? Para Elena, desde la empleada de la prepaga hasta el sacerdote, todos son sospechosos.

El género literario policiaco ha evolucionado hasta contener una variedad de estilos que se ajustan a la nueva realidad y mentalidad del mundo contemporáneo –caracterizado por la incertidumbre, la fragmentación, la fluidez o liquidez como diría Zygmunt Bauman, y la falta de conceptos universales‒. Así, pueden encontrarse en el contexto de la literatura policiaca actual diferentes categorías como la novela clásica o de enigma, la novela negra o hard-boiled, la novela policiaca socialista, el neopoliciaco, la novela policiaca homosexual (gay y lesbiana), la novela policiaca étnica, etc. Dentro de este panorama diverso, aparece también el tipo de novelística designada por la crítica Mónica Flórez como novela policiaca posmoderna.

Se aparta de las características clásicas del género para convertirse en una novela antidetectivesta o metafísica. Algunos de estos aspectos son: la falta de un final que provea las respuestas y justicia que identifican a las obras tradicionales del género, un protagonista que se aleja completamente de la figura del detective como investigador profesional ‒ya sea público o privado‒, en este caso es una abuela con Parkinson, en la novela de Olga Tokarczuk Sobre los huesos de los muertos (2009) la asesina es un ama de casa y quien resuelve el caso es la colectividad de vecinos de un minúsculo pueblo. Aparecen preocupaciones que van más allá de las respuestas a las típicas preguntas en torno a la resolución del misterio y la corroboración de la permanente incertidumbre en que se debate el sujeto contemporáneo.

En el mes de enero de 2018 Claudia Piñeiro fue galardonada en Barcelona en la XIV edición del Premio Pepe Carvalho de novela negra, homenaje al gran personaje creado por Vázquez Montalbán. Galardón por toda su obra hasta la fecha.

BIBLIOGRAFÍA

Mónica Flórez, Elena sabe y los enigmas de la novela policiaca antidetectivesta/metafísica, Revista Lingüística y literatura núm. 58, 2010.

Horacio Otheguy Riveira, «Elena sabe», de Claudia Piñeiro, una novela negra insólita, Culturamas, 15/03/2020.

Claudia Piñeiro, Elena sabe, Alfaguara, Madrid, 2021.

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