(L695) El desbarrancadero (2001)

Fernando Vallejo, El desbarrancadero (2001)

Segunda novela que os traigo de este interesante escritor colombiano. Fernando Vallejo (Medellín, 1942) desarrolla en sus novelas temas y problemas sociales como el narcotráfico, los sicarios o la homosexualidad. Por esta obra obtuvo el Premio Rómulo Gallegos, el más prestigioso de Hispanoamérica.

Argumento: Nos habla de su hermano Darío, enfermó de SIDA, al que le da sulfaguanidina para cortarle la diarrea. Cree que cogió el SIDA al mismo tiempo que la sífilis. “Bailarina brillante en campo oscuro, espigada, lujuriosa, espiroqueta pálida, con tu ceñido vestido de plata y tu cuerpazo de mujer, ¡qué bella te ves bailándome la danza de los siete velos e igual número de pecados capitales, retorciéndote como un tirabuzón bajo mi microscopio! ¡Ay, todo pasa, todo se acaba, todo cambia! Hoy la sífilis es una enfermedad inocua que no tiene más que carga semántica”.

“Cuando le abrieron la puerta entró sin saludar, subió la escalera, cruzó la segunda planta, llegó al cuarto del fondo, se desplomó en la cama y cayó en coma. Así, libre de sí mismo, al borde del desbarrancadero de la muerte por el que no mucho después se habría de despeñar, pasó los que creo que fueron sus únicos días en paz desde su lejana infancia. Era la semana de navidad, la más feliz de los niños de Antioquia.

¡Y qué hace que éramos niños! Se nos habían ido pasando los días, los años, la vida, tan atropelladamente como ese río de Medellín que convirtieron en alcantarilla para que arrastrara, entre remolinos de rabia, en sus aguas sucias, en vez de las sabaletas resplandecientes de antaño, mierda, mierda y más mierda hacia el mar”.

“—¿O no, Darío? Tenemos que aguantar a ver si acabamos de remontar la cuesta de este siglo que tan difícil se está poniendo. Pasado el 2000 todo va a ser más fácil: tomaremos rumbo a la eternidad de bajada. Hay que creer en algo, aunque sea en la fuerza de la gravedad. Sin fe no se puede vivir”.

“Volví cuando me avisaron que Darío, mi hermano, el primero de la infinidad que tuve se estaba muriendo, no se sabía de qué. De esa enfermedad, hombre, de maricas que es la moda, del modelito que hoy se estila y que los pone a andar por las calles como cadáveres, como fantasmas translúcidos impulsados por la luz que mueve a las mariposas”.

El protagonista de la novela es sin lugar a dudas la muerte: “El que se murió se murió y tus descendientes son los gusanos, que se comen lo que dejes. Déjales deudas. Gástate lo que tengas en lo que sea, en putas, en yates, en compact discs, que tu recuerdo día a día se lo irá comiendo el tiempo, el último sepulturero. De la posteridad no esperes nada: unas flores, si acaso, en tu ataúd, con las paletadas de tierra en el entierro, y después polvo de olvido. Que hereden mierda. ¡Carajo, cuánto borracho por mi carril llevándome la contra! Todos, todos errados. Oh Muerte justiciera, oh Muerte igualadora, comadre mía, mamacita, barre con esta partida de hijos de puta, no dejes uno, con tu aleteo bórralos a todos”.

Comentario: a través de la enfermedad de su hermano Darío, el SIDA, el protagonista nos cuenta la agonía y muerte de éste, la de una familia (la suya) y la de un país, Colombia.

La riqueza verbal de los escritores hispanoamericanos se asemeja a un jardín tropical de donde brotan las palabras, algunas de ellas son exóticas para nosotros. Ex: dizque (pop. Referido a persona o cosa, presunta o pretendida), basuco (Cigarrillo preparado con base de cocaína, marihuana y otras sustancias), godos (Referido a persona, que pertenece al partido conservador. desp.), camanduleros (Referido a persona, beata, que frecuenta mucho las iglesias y dedica mucho tiempo a las prácticas religiosas. desp.), maromero (Político oportunista que cambia de opinión o de partido político), espiroqueta (tipo de bacteria), pichá, basuquero, berriar, zafada (Excusa, pretexto para eludir algo.), hijueputez, chambón (Persona tonta, ingenua o poco perspicaz. pop.), guachafita (Desorden, alboroto causado por varias personas), coludiarse (ponerse de acuerdo un grupo de personas o instituciones para realizar algo en común, generalmente ilícito o en perjuicio de un tercero.), lambón (Referido a persona, aduladora.), coima (Dinero o regalo con que se soborna.), saltapatrases, taquiada, trapiar, mordida (Soborno, dinero u otro tipo de prebendas ilegales que recibe una persona por algo), garlopa (En carpintería, cepillo largo para alisar madera.), jipijapa, etc.

Casi podríamos calificar la novela como del género existencialista-pesimista: “¡Al diablo con los muertos queridos, no dejan vivir! Me llaman sin parar desde la tumba.” (…) “Hombre, existir, que es lo que hacemos todos todos los días, ir arrastrando lo mejor que podemos este negocio”.

“Esmeraldas gotas de aceite, rubíes ojos de gato, zafiros, diamantes, decidme: ¿No habéis visto pasar por aquí a la siempreviva, la sempiterna, la Parca? en cuyas aguas de silencio deberían abrevarse estos presidentuchos de América, loritas gárrulas que hablan y hablan y hablan ¿No? Pues entonces sigamos”.

Las críticas de Vallejo, quien reivindica constantemente al individuo, se ceban en su anticlericalismo (el papa Juan Pablo II y su corte sacerdotal) y se caracteriza por su incorrección política y verbal, afortunadamente, para nuestro solaz.

BIBLIOGRAFÍA

AA.VV., Diccionario de americanismos, AALE (Asociación de Academias de la Lengua Española, 2010.

Edwin Mauricio Padilla Villada, Basura, escombros y ruinas: las líneas exocéntricas del discurso destrucción/reparación en el desbarrancadero de Fernando Vallejo, Universidad Concepción, Chile, 2020.

Andrés Pérez Sepúlveda, Herencias destruidas, la afección por el entorno: El desbarrancadero de Fernando Vallejo, Universidad Bolivariana, Venezuela. Cuadernos de literatura Vol. XIX n. º38 • julio-diciembre 2015 ISSN 0122-8102 • págs. 462-483.

Fernando Vallejo, El desbarrancadero, Debolsillo, Barcelona, 2022 (6a. edición).

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