(L694) Un número finito de veranos (2022)
Aurora Luque, Un número finto de veranos (2022)
La poesía vuelve al blog,
de donde nunca se fue. Esta vez con la Premio Nacional de Poesía 2022, Aurora Luque (Almería, 1962).
Este es el libro que le dio el premio. Es poeta, traductora, filóloga clásica y
profesora de la Universidad de Granada. Deberíamos acordarnos con más
frecuencia que a todos nos queda un número finito de veranos.
El libro está dividido en
siete apartados: Náutica, Erótica, Ecfrástica (descripción minuciosa de algo),
Gnakeia (ginecología), Tanatoscopia (observación de la muerte), Encomios
(alabanzas), Varia.
Poemas
Todo
buque que alcance a otro se mantendrá apartado de la derrota del buque
alcanzado
Sí. Era seguir el rumbo
la derrota.
Sucumbir derrotada:
desacertar los rumbos.
Derroteros: derrumbes. La
derrota de eros.
La ruta la rutina la
derrota.
Ese buque altanero no
sigue el reglamento.
Nos alcanza y embiste
nuestras luces.
La travesía, entonces, se
hará bajo los limos
del silencio profundo.
Sin voz a flote ya,
sin pabellón, sin
cómitre,
en la hondura sin normas,
escucho un canto tenue y
ardientemente libre.
Son larvas de sirenas.
Canción
para Vinicio Capossela (fragmento).
A estribor vive el novio
y el pirata a babor.
A estribor se oye el
puerto,
las campanas y el baile,
las nanas y el reloj.
A babor vientos crudos,
guitarras submarinas,
la Atlántida en rumor,
la gaviera y sus libros,
delfines a babor.
A estribor poseidones,
galones, galeones
repletos de doblones.
A babor robinsones,
canciones, desazones
en ebrios corazones.
A estribor vira Apolo (belleza)
y Dioniso a babor (vino/diversión).
Hoplita
Quien poseía un casco
conocía el proscenio de
la muerte, las moles
de su dique. Sabía que
hay un dios
que gusta de volcar
regaderas de sangre entre los surcos
de los campos sin trigo,
que le rompe las cuerdas a las cítaras,
que las flautas obtura
con el lodo del pánico.
Crea el tiempo relatos
engañosos
de sí mismo. Su corroído
azul es más lozano
que el brillo del metal
recién bruñido.
Qué fresca la memoria
bajo la corrosión erótica
del tiempo
‒en sus modalidades menos
aniquilantes,
casi acariciadoras siglo
a siglo.
Escúchame, guerrero,
hombre del casco azul y malaquita
que vuelves a la vida al
beso de arqueólogas.
No sé si te costó seis
bueyes o si acaso
lo heredaste de manos de
tu padre, o si lo arrebataste
al griego que llamaron tu
enemigo.
No sé qué vino fuerte te
alegró la garganta
ni cómo malolía tu barco
o qué riqueza creíste poseer;
si añorabas qué brazos, o
qué placer hallabas
al subir a los lomos de
las olas
o cuánto odiaste sus
salitres rudos.
Pero apuesto a que el
miedo tuyo y mío
pudieran ser hermanos,
compañeros.
El
miedo a que la vida
no tuviese más fuerza
para erguirse
que un mástil o que un
loto
o un tronco de palmera
que oscilara
vencida por el viento de
levante
ante la puerta abierta de
un palacio.
El
miedo a que la muerte
no fuera un puerto
plácido y desnudo,
hijo de la misericordia
de la mar
en los confines.
Otoño
Los ciervos huidizos de
los cuentos.
El ciervo de los lápices
Alpino: todos los bosques huelen a lápices antiguos.
Las ganas de bailar o
rezar que provoca
el olor de la primera
tierra mojada. Los arcos iris
humillados en el asfalto
de las noches
lluviosas.
Prodigiosamente
almacenada en las
manzanas,
toda la luz de un año.
Un periscopio con el
horizonte
Si frecuenté los libros,
ciertos libros,
fue porque regalaban
amistad,
bálsamos para el mal de
la rutina,
no sé qué compañía en
noches duras
o en el apetecer
acantilados,
tertulias con mujeres y
hombres de cien plazas,
consolación en horas
de asombrosa miseria.
Sí, frecuento los libros
porque ellos me regalan
formas apasionadas de
amistad:
fabulosos veranos
envasados,
el amoroso arte de mirar
con ojos de palabras,
llaves para hospedarme en
islas mudas
desnuda cuerpo adentro
y posibilidades de zarpar
desde puertos antiguos y
canallas
con la tripulación de los
poetas.
Frecuentaré,
abrazándolos,
los libros que regalen su
camaradería
y un periscopio abierto
con todo el horizonte.
Un
número finito de veranos
Boletín meteorológico
Es tan corto el verano.
Diálogos joviales del
aire con la piel.
La morbidez ficticia del
agua en la piscina.
el deseo espacioso,
la lujuria del sol.
De pronto un viento
huraño
desinstala las hojas
voluptuosas.
Y luego un apagón,
un descuento de luz,
un golpe a la alegría
animalesca.
El olor a marina se
interrumpe.
Vivir es ir gastando los
veranos.
El consumo de vida se
factura
en julios y en agostos.
Comentario:
su poesía está llena de cultismos, es compleja. Liga el mar y sus formas con el
mundo antiguo griego poblado de seres mitológicos y grandes navegantes
descubridores de vida. A propósito de su libro Transitoria, el jurado del premio Andalucía de la Crítica celebró
«la perfecta simbiosis entre el lenguaje clásico, que sabe encarnarse en versos
de serena factura, y un habla coloquial, actual». Como Anne
Carson, Aurora Luque es filóloga clásica y ello hace que su poesía
esté cargada de todo el simbolismo y la tradición griega. En la actualidad hay
un creciente interés por el mundo antiguo. Lo prueban los libros de Irene
Vallejo o de la historiadora Mary Beard.
El libro no se ha
publicado en una gran editorial, sino en una pequeña. Milenio, un pequeño sello
de Lleida que apenas ha tenido difusión, tampoco ha tenido reseñas, por lo que
el premio, dice su autora, ha sido totalmente inesperado.
Su poesía es minuciosa y precisa
como un bisturí, pero lamentablemente no me ha llegado tan hondo como otros
poetas. Con toda seguridad es un problema mío. Muy gracioso el poema de Tebas a Soweto, donde celebra el Mundial
de Fútbol que ganó la selección española y el gol de Iniesta.
BIBLIOGRAFÍA
D. Barreira, Aurora
Luque gana el Premio Nacional de Poesía, Diario El Español, El
Cultural, 22/09/2022.
Aurora Luque, Un número finito de veranos, Editorial
Milenio, Lleida, 2021 (3ª ed.).
Javier Rodríguez Marcos, Aurora Luque logra el Premio Nacional de Poesía, El País, 22/09/2022.
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