(L53) Mujeres excelentes (1952)


Barbara Pym, Mujeres excelentes (1952)

El mundo novelesco de Barbara Pym (1913-1980) es especial, y ello influye decisivamente en su consideración como escritora pero también en la manera de leer y disfrutar de sus obras. Lo primero la hace inclasificable y difícil de encajar en cualquiera de los parámetros oficiales o cánones al uso: lo más destacable, en este sentido, es que no es una escritora feminista según los criterios académicos que hoy se manejan, si bien sus personajes principales son siempre mujeres. En cuanto a lo segundo, resulta difícil extraer conclusiones de la trama de sus obras que, en cualquier caso, no pasan de ser biografías de personajes comunes y corrientes y de la manera en que éstos interactúan entre sí.

El estilo de Pym —heredero quizá de Jane Austen y Henry James— es una mezcla de alta comedia en la que el detalle y, sobre todo, el lenguaje utilizado por los personajes y en la descripción de éstos, configuran un mundo singular profundamente enraizado en la sociedad británica y difícil de captar por alguien que no esté familiarizado con ella. En todas sus novelas, además, se vislumbran las transformaciones sociológicas que Gran Bretaña experimentó desde la década de los cincuenta a los setenta, que hoy en día también resultan sorprendentes para un lector joven.

En un nivel puramente lingüístico, estas divergencias se plasman en la manera de describir a los personajes, que es siempre indirecta, a través de otros, el continuo uso de palabras o frases entrecomilladas para destacarlas del resto, con propósitos difíciles de discernir pero, en principio, irónicos o satíricos. Pym es una escritora difícilmente traducible o exportable precisamente por situarse en un entorno cultural concreto cuya claustrofobia describe mediante el artificio lingüístico. A diferencia de Beckett, que también maneja argumentos y escenarios agobiantes pero exentos de detalles culturalmente específicos, dicho artificio no es fácilmente exportable a otras lenguas.

En Mujeres excelentes (1952) la narradora, Mildred, se define a sí misma como apocada y feúcha. Siempre está en misa, es muy religiosa y se dedica a las obras benéficas de la parroquia. Es muy amiga del padre Malory y su hermana Winifred. Su vida sufre un cambio cuando tiene como vecinos a Helena, rubia y bonita, antropóloga casada con Rocky un militar inglés que ha estado en Italia durante la guerra. Sabemos que Mildred carece de educación superior, en la novela vemos el papel secundario que ocupa la mujer en la sociedad británica de los años cincuenta. Son interesantes sus opiniones sobre el ateísmo, la soltería, el matrimonio (“las mujeres excelentes no se casan”), el amor y la juventud (“las escobas nuevas barren más limpio o eso dicen”). Todo el mundo la intenta utilizar como pañuelo de lágrimas para que soporte las cargas ajenas.

En Mujeres excelentes se recoge una cita del crítico británico Lord David Cecil («Las novelas nada pretenciosas, siempre sutiles y perfectas de Barbara Pym son, en mi opinión, los mejores ejemplos de alta comedia que hayan aparecido en Inglaterra durante los últimos 75 años»), se comenta su manera de describir a las mujeres («el arte de representar las vidas banales de mujeres banales extrayendo de esa insustancialidad la médula y el secreto trágico de cada vida»).

Que yo sepa sus obras traducidas al castellano son solamente tres: la que tratamos hoy y The Sweet Dove Died (Murió la dulce paloma) (1978), publicada por la editorial Lumen, son prácticamente imposibles de encontrar (salvo en librerías de segunda mano). La tercera se ha publicado últimamente, Jane y Prudence (1953) también por Lumen.

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