(L137) La vergüenza (1997)
Annie Ernaux, La vergüenza (1997)
La escritora
francesa que comentamos hoy Annie
Ernaux (Lillebonne, 1940) se enmarca dentro de lo que se denomina
literatura de autoficción o confesional. Su vida íntima aparece en todas sus
obras. Convierte sus vivencias, traumas e inseguridades en obra literaria, tal
vez como una especie catarsis para poder seguir viviendo.
“Mi padre
intentó matar a mi madre un domingo de junio. Fue a primera hora de la tarde.
Yo había ido como de costumbre a misa de doce menos cuarto y después a comprar
unos dulces a la pastelería del centro comercial de la ciudad, un conjunto de
edificios provisionales construidos después de la guerra”. (…) “Aquello ocurrió
el 15 de junio de 1952, la primera fecha concreta de mi infancia. Hasta
entonces el tiempo sólo había consistido en deslizarse los días y las fechas
escritas en la pizarra y los cuadernos”. (…) Sigue siendo, como lo ha sido
desde 1952, una escena de locura y de muerte que he comparado constantemente,
para medir su grado de dolor, con la mayoría de los acontecimientos de mi vida,
sin encontrar jamás un equivalente”. (p. 27)
La vergüenza (1997) es el libro donde plasma estos
dolorosos recuerdos. Estamos en 1995 Annie intenta recordar cómo era su vida y
su pueblo Y, situado entre Rouen y Le Havre en 1952. Qué recuerdos tiene, qué
sentía. Intenta construir ese universo cuando tenía toda la vida por delante.
Sus padres tienen una tienda de ultramarinos («café-épicerie») en la calle
Clot-des-Parts. El patois[1]
(mal francés) que hablan sus padres y abuelos la avergüenza. Ernaux ha
manifestado también, en distintas ocasiones, sentirse cercana a Jean Genet por
el hecho de haber, como él, conquistado el conocimiento intelectual por la
fuerza, de haberse apropiado de la lengua culta, de la «langue de l’ennemi»,
para escribir acerca de su mundo proletario de procedencia.
Todo ello antes de
lo sucedido el fatídico día: “Habíamos dejado de pertenecer a la categoría de
la gente correcta, de los que no beben ni se pelean entre sí y se visten de
forma adecuada para ir a la ciudad. Por mucho que al principio de cada curso
estrenara una camisa nueva y tuviera un bonito misal, por mucho que fuera la
primera de la clase en todas las asignaturas, por mucho que rezara mis
oraciones, había dejado de parecerme a las otras niñas de la clase. Había visto
lo que no debe verse”. (p. 102)
Prosigue
explicándonos las vivencias de la escuela privada católica a la cual asistía.
En ella la religión tiene más importancia que el saber, la lectura se centra
siempre en libros piadosos y edificantes. La dureza de los profesores. La
religiosidad de su madre hace que la envíe con su padre en un viaje a Lourdes:
“La imagen del restaurante de Tours es la más clara de todas. Recuerdo que al
escribir un libro sobre la vida y la educación de mi padre, esta imagen me
volvía una y otra vez como la prueba irrefutable de la existencia de dos mundos y de nuestra pertenencia al de abajo” (p. 120)
Annie vive constantemente
avergonzada: “La vergüenza siempre lleva consigo la sensación de que, a partir
de ese momento, puede sucederte cualquier cosa, de que es algo que no tiene
fin, pues la vergüenza se alimenta de vergüenza” (p. 108)
Recomendamos también
la lectura de su novela La place (1983).
Quien quiera profundizar en su obra puede consultar en internet el excelente
trabajo, por lo exhaustivo y documentado, de la tesis doctoral de Francisca
Romeral Escritura y humillación: el itinerario autoficcional de Annie Ernaux. UCA, 2007.
[1] Etimológicamente,
patois (pronúnciese «patuá») se traduce como «hablar con las patas» y posee una
connotación claramente despectiva hacia las variantes lingüísticas del francés
a medida que éstas se alejan de la capital, París. En la cuarta edición del
Diccionario de la Academia Francesa lo definía cómo: Idioma rústico, grosero,
como es el de un campesino o de las clases bajas. Esta descripción la modificó
en su novena edición hacia algo más políticamente correcto: Variedad de un
dialecto que se habla en un país de poca extensión, en su mayoría rural.
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