(L134) El festín del amor (2000)


Charles Baxter, El festín del amor (2000)

En su novela El festín del amor (2000) Charles Baxter (Minneapolis, 1947) utiliza el juego de la mezcla entre literatura y ficción. Un autor insomne, que es también el propio escritor, recorre la ciudad de noche y se encuentra con una galería de personajes que se mueven en un paisaje habitual en la narrativa americana actual: el suburbio. Es este paisaje falto de glamour el que encontramos en las novelas de Baxter, un paisaje de casas feas e industrias, de adolescentes con acné y borrachos que parecen murciélagos, hombres y mujeres que se enamoran y desenamoran con la misma desesperación, pero que parecen en última instancia los pequeños héroes de la otra cara de América.

“Esta mañana concreta, el cielo tiene una extraña coloración rosácea, como de papel de celofán. El aire huele a vertidos de fábrica. Franqueo una de las entradas de servicio. Trabajo en la galería. Cuando entro por esa puerta trasera, huelo a judías y los asadores y el olor antiséptico-afrutado-lacado del producto de limpieza para suelos, y a continuación, aún más tenue, ese aire extraño, como de nube artificial, característico de una galería comercial bajo techo, el contenido de iones del oxígeno lo ha alterado la gente que procura ahorrar dinero privándote de oxígeno para respirar. Te sientes mareado y con unas ganas locas de comprar. El aire huele a fabricado, y la luz parece manufacturada o quizá reciclada de una luz anterior” (p.102)

Las novelas de Baxter comparten esta descripción de ambientes y personajes entre el tremendismo y la ternura, todo ello mezclado con un sutil sentido del humor. El festín del amor, más que una novela, es un continuo de historias que se entremezclan y confluyen, voces diferentes con un oyente que, al ser el mismo escritor, permite que todas estas historias lleguen finalmente al lector; como si el autor nos dijera que todo está aquí, a nuestro alrededor y que el escritor solamente necesita de una noche de insomnio, una noche de búsqueda de historias para ejercer su profesión. Escenas que ocurren en la calle, en una cafetería, en una galería comercial, en el comedor de una casa, etc. Son lugares anodinos del Medio Oeste americano, donde en cada momento puede suceder algo extraordinario.

Al leer la obra de Baxter sentimos que nos hemos colado, sin invitación, en la intimidad de unas personas que luchan su pequeña batalla contra la mediocridad de sus vidas (de las nuestras también) y que consiguen, en ese momento, caracteres parecidos a los de los héroes. No sabemos cómo empezó todo, no sabemos cómo acabará, en realidad como la misma vida. “Lo inesperado nos acecha siempre”, cita Harry, profesor de filosofía, sin recordar de quién era la frase, como conclusión de este libro poético y evocador en el que se indaga sobre la naturaleza y las facetas del amor, consiguiendo sortear siempre el bache de lo cursi o lo obvio.

Según avanza el libro la voz de Charles como conductor se va diluyendo, y los personajes en torno a Bradley van contando pequeños momentos de su vida en torno al amor, relatos cortos, para constituir una novela en cierto modo coral. Como en mucha de la narrativa breve norteamericana, asistimos a momentos de verdadera exuberancia, instantes que se desgranan de la cotidianidad para cubrirse de trascendencia. Revelaciones a veces entendidas por los protagonistas, y a veces simplemente intuidas y que escapan de su percepción.


CLUB DE LECTURA 23/04/2010

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