(L171) Algo va mal (2010)



Tony Judt, Algo va mal (2010)

Hay algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos hoy, nos dice Tony Judt (1948-2010) en su libro/testamento Algo va mal (2010). En el punto de partida, la perplejidad ante una sociedad que ha hecho del dinero su único criterio moral: "Ha convertido en virtud la búsqueda del interés material. Hasta el extremo de que es lo único que queda como sentido de voluntad colectiva. Y así asistimos a crecimientos salvajes de la desigualdad interior en nuestros países, a la humillación sistemática de los más débiles, a los abusos de poderes no democráticos -empezando por el poder económico- frente a los cuales el Estado es impotente, sin que ello cause el menor revuelo o indignación. La reducción de la experiencia humana a la vida económica se ha convertido en algo natural. Una naturalidad que surge del mundo construido en los años ochenta sin alternativa, fundado "en la admiración acrítica por los mercados sin restricciones, el desprecio del sector público y la ilusión falsa del crecimiento infinito".

¿Por qué nos hemos apresurado tanto en derribar los diques que laboriosamente levantaron nuestros predecesores? ¿Tan seguros estamos que no se avecinan inundaciones?, se pregunta Judt. Rechazando tanto el individualismo extremo de la derecha como la desacreditada pose de la retórica izquierdista, Judt nos desafía a oponernos a los males de nuestra sociedad y a afrontar nuestra responsabilidad sobre el mundo en que vivimos.

La pregunta que recorre el libro de Judt es: ¿Por qué es tan difícil encontrar una alternativa? Y nos conduce a los efectos combinados de la hegemonía ideológica conservadora y la globalización: la economía se ha globalizado, la política sigue siendo local y nacional. El gran problema para Tony Judt es el vacío moral. El autor se apoya en otra figura señera de la gran tradición liberal, John Stuart Mill, para marcar una posición inequívoca: "La idea de una sociedad en la que los únicos vínculos son las relaciones y los sentimientos que surgen del interés pecuniario es esencialmente repulsiva".

“La socialdemocracia no representa un futuro ideal, ni siquiera representa el pasado ideal. Pero entre las opciones disponibles hoy, es mejor que cualquier otra que tengamos a mano". Por el camino hemos perdido la idea de igualdad. Sin ella el discurso socialdemócrata se desdibuja. ¿Qué hay que hacer? Repensar el Estado, reestructurar el debate público, rechazar la tramposa idea de que todos queremos lo mismo, y replantearnos la vieja cuestión de William Beveridge: "Bajo qué condiciones es posible y valioso vivir, para los hombres en general".

Por otro lado, en el extremo opuesto del arco, una parte de la derecha –llevada por las ideas de los pensadores austriacos, que tras su experiencia con el nazismo y el comunismo consideraban toda injerencia del Estado una pendiente hacia el totalitarismo– vio en los subsidios una recompensa a la inactividad, en las empresas públicas un monumento a la ineficiencia, y en la burocracia una tortura.

Algo va mal es la más sólida, razonada y hasta emocionante defensa de la socialdemocracia que uno puede leer en nuestros días. Su reconstrucción histórica del papel del Estado del Bienestar en la formación de las sociedades ricas de Occidente es breve y bella, como lo es su reiterado homenaje a la vieja y buena tradición liberal.

Sin embargo, pienso que el Estado, al menos en la Europa continental, no ha retrocedido tanto como Judt considera, al menos hasta el momento. La vida de un ciudadano medio está bastante cubierta: sanidad pública, educación pública, universidad subvencionada (hasta hace poco), transporte público, pensión, etc. Ahora bien, si algo va mal, y son muchas las cosas que van estrepitosamente mal, no es solo debido a que el Estado haya dimitido de sus responsabilidades, sino más bien a que somos la mayor parte de los ciudadanos quienes hemos dimitido de las nuestras.

La lección de imaginación política que fueron los Treinta Años de Oro, como nos la explica maravillosamente Judt, nos será muy útil. Aunque no sé muy bien si imitarla, como él propone, nos sacará del hoyo esta vez. Esta vez no es una crisis más, está cambiando el modelo de organización del mundo que conocíamos hasta ahora. Europa pierde protagonismo a favor de las economías asiáticas.

Recomiendo también otro libro póstumo suyo, Pensar el siglo XX (2012). Se trata de una larga conversación con Timothy Snyder.

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