(L198) Macbeth (1606)
William
Shakespeare, Macbeth (1606)
No puedo cerrar
el blog sin haber comentado al menos una obra del magnífico William
Shakespeare (1564-1616). Ahora corren, y
siempre lo han hecho, leyendas que dicen que no fue él quien escribió sus
obras, que fue un noble, Francis Bacon o tal vez Christopher Marlowe. En su
época ser un plebeyo era prácticamente no contar para nada, y mucho menos
poseer ese descomunal talento que muestra en sus tragedias. También podíamos
pensar que pasa en la actualidad en otros campos de la cultura[1].
Entre sus muchas
obras dramáticas me he decantado por Macbeth
(1606), pozo de ambición y locura de poder. ¿Por qué? Tal vez porque contiene a
mi modo de ver el párrafo más acertado y poético de lo que es la vida del
hombre. Shakespeare se basa para elaborarla al igual que para sus obras
históricas en las Chronicles of England,
Scotland and Ireland de Holinshed (1577).
Argumento: El general Macbeth recibe una profecía
de tres brujas en la cual le vaticinan que será señor de Glamis (que ya es),
señor de Cawdor y más tarde rey. Después de ganar una batalla el rey escocés
Duncan lo nombra señor de Cawdor. Fustigado por la gran ambición y tremenda
crueldad de lady Macbeth decide matar al rey, huésped en su casa, para acelerar
la profecía. Macbeth quiere también acabar con Banquo y su hijo a quien las
brujas pronosticaron que sería padre de reyes.
Macbeth puede interpretarse
como una advertencia acerca de los peligros que entraña la ambición. La
ambición es el rasgo principal del carácter de Macbeth y de Lady Macbeth, y la
causa de su ruina. Aparece por primera vez cuando, a comienzos del acto II,
Macbeth asesina a su rey, al que debe lealtad y que acaba además de
recompensarle con un título; y se reitera cuando ordena matar a su amigo Banquo.
Samuel Johnson
afirmó que Macbeth, aunque apreciado por su valor militar, es totalmente
injuriado en la obra. Sus vestidos parecen o demasiado grandes o demasiado
pequeños para él, como su ambición es demasiado grande y su carácter demasiado
pequeño para su nuevo papel como rey. Se puede ver en cuatro alusiones sobre la
ropa.
MACBETH: Vive el
Señor de Cawdor, ¿por qué, pues, me vestís con ropas de prestado? (Acto. I Esc.
III, 29)
BANQUO: La
nuevas distinciones caen sobre él como un vestido extraño que tan sólo se
adapta después de haberse usado. (Acto. I, Esc. III, 30)
ANGUS: Siente
sus títulos ahora pesarle como el manto de un gigante sobre un ladrón enano. (Acto.
V, Esc. II, 121)
CATHNESS: Pero
es cierto que no puede ceñir su desesperada causa con el cinturón de la Ley. (Acto.
V, Esc. II; 121)
Las desastrosas
consecuencias de la ambición de Macbeth no se limitan a él. Casi desde el
momento del asesinato, se representa a Escocia como un país sacudido por las
inversiones del orden natural.
VIEJO: Todo es
contra natura, como lo es el acto que se cometió. El martes ya cumplido un
halcón que ascendía al cenit de su vuelo fue atacado por un búho ratonero y
muerto.
ROSS: Y (cosa
extraña, pero cierta) los caballos de Duncan, hermosos y ligeros, los favoritos
de su raza, se volvieron salvajes, rompieron los establos y emprendieron la
huida, rebeldes a obediencia, como si declarasen la guerra al hombre. (Acto. II, Esc. IV, 61)
La brujería y el mal
En la obra, las
tres brujas representan la oscuridad, el caos y el conflicto, mientras que su
papel es el de agentes y testigos. Su presencia nos comunica la traición y la
muerte inminente. Durante la época de Shakespeare, las brujas eran vistas como algo
peor que los rebeldes. Pues no eran sólo los traidores políticos, sino también
traidoras espirituales.
Las brujas no le
dicen a Macbeth directamente que mate al rey Duncan, sino que utilizan una
forma sutil de la tentación cuando le dicen a Macbeth que está destinado a ser
rey. Es mediante la colocación de este pensamiento en su mente, que
efectivamente le guía en el camino hacia su propia destrucción. Sigue el patrón
de la tentación, muchos creían en época de Shakespeare que ésta era utilizada
por el diablo. En primer lugar, argumentaron, un pensamiento se pone en la
mente de un hombre, entonces la persona puede entregarse a ese pensamiento o rechazarlo.
Macbeth se entrega a él, mientras que Banquo lo rechaza.
La “invención”
más destacable de la obra es el personaje de Lady Macbeth como mujer ambiciosa
que desea convertirse en reina, y que Holinshed menciona tan sólo una vez.
Acabo con uno de
los monólogos más fascinantes de la obra de Shakespeare sobre el hombre y qué
hace en el mundo: “Esa engañosa palabra mañana, mañana, mañana nos va llevando
por días al sepulcro, y todos nuestros ayeres han iluminado el camino a la
polvorienta muerte. ¡Fuera, fuera, candela efímera! La vida es solo una sombra
caminante, un mal actor que se pavonea y se agita por la escena y luego no se
le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia que
no significa nada”. (Macbeth, Acto V
Escena V).
Nadie debería abandonar
este mundo sin haber leído por lo menos estas obras de Shakespeare: Hamlet (1601); El rey Lear (1605-1606); Otelo
(1603-1604); Romeo y Julieta (1595);
El mercader de Venecia (1596-1597); El sueño de una noche de verano (1595-1596);
la que hemos comentado aquí; también la saga histórica y cómo no los Sonetos (1609).
[1] Los
contemporáneos de Shakespeare se preguntarían hoy en día como un personaje que
apenas se le entiende lo que habla puede ser un genio de la cocina. Seguro que
alguien le hace el trabajo. Pues no, la naturaleza, a veces, compensa unas
cosas con otras.
¡¿Cómo que cierras el blog?! No lo dirás en serio, supongo.
ResponderEliminarMaravilloso y sobrecogedor el fragmento que nos transcribes y que nos invita a reflexionar sobre la poca consistencia e importancia de vida. ¡Qué sensación de vacío nos deja!
ResponderEliminarUn abrazo
Beatriu
No fotis! Continua presentant lectures i àpats. Els estem esperant amb delit.
ResponderEliminarTomás, echaremos en falta tus comentarios, tus análisis acertados, tus críticas culinarias que casi nos hacen paladear la comida. Es una pena, de verdad.
ResponderEliminarY creo que también es una despedida, que no me gusta, pero creo que no será fácil encontrarnos en la Red.
Un abrazo. Y me alegro mucho de haberte conocido. He aprendido mucho contigo. Gracias por tu generosidad.
Un abrazo,
Adelaida
Enviado desde mi iPad
He rebut molts correos en relació a un comentari que vaig posar a l'article de Shakespeare que diu solament el que diu: "No puedo cerrar el blog sin haber comentado al menos una obra del magnífico William Shakespeare " La interpretació de que jo tancaré el blog la heu fet vosaltres.
ResponderEliminarDe moment tinc articles per continuar un any més, així que podeu estar totes/tots tranquils.
Tomàs Ruiz