(G82) Kabuki Wellington (Madrid)
Aprovechando una
escapada a Madrid para realizar un curso de formación me he quedado un día más
para disfrutar de sus museos y sus restaurantes. En esta ocasión me he acercado
a un restaurante japonés muy interesante. Se trata del Kabuki del hotel Wellington en la calle Velázquez, 6 dirigido
sabiamente por Ricardo Sanz.
Lo primero que
llama la atención al entrar es el conseguido juego de sombras del local que te
sitúa dentro del espíritu nipón y me recordó la lectura del libro del Junichiro Tanizaki, Elogio de la sombra, donde se
explora la relación entre la sombra, lo tenue y el contraluz. Como la
semipenumbra enaltece la belleza de los diseños japoneses.
El Kabuki surge
a principios del s. XVII como una forma popular de espectáculo realizado por
mujeres que bailaban de una forma lasciva, con el tiempo se fueron eliminando
todas las referencias obscenas, y en la segunda mitad del XVIII ya se había
convertido en el teatro popular por excelencia. El kabuki incluía música, danza,
variedades, acrobacias y luchas con espadas. En él cabían lo patético y lo
trágico. Las historias de amor y la sátira social. Hoy en día se representa
fundamentalmente en Tokio donde una legión de incondicionales se lleva la
comida al teatro.
Ante lo
apabullante de su carta me decidí por el Menú degustación Kabuki que aunque
empezó algo flojo, para mi gusto, fue afianzándose a lo largo de la noche y
alcanzó un nivel realmente destacable.
El aperitivo consintió
en fruta fresca: piña y papaya (foto).
En la fotografía podéis ver la simplicidad de la estética de la mesa. El primer
plato consistió en Tempura de rodaballo, unos minúsculos rodaballos con algas
que había de mojar en sal y especias; lo encontré un plato carente de interés.
Continuamos con Usuzukuri a la bilbaína de pez San Pedro cortado en lonchas
finas con Sichimi y chip de ajo (foto),
bueno. Usuzukuri de aceite de pez Mero cortado en lonchas finas con el aceite
de su hígado, interesante.
A partir de aquí
el nivel y la calidad de los platos subió considerablemente. Usuzukuri de Toro,
ventresca de atún cortada en lonchas finas con pan y tomate (foto), muy bueno. El guiso del día
consistió en Lentejas con tataki de lubina (foto),
plato bueno, muy curiosa la mezcolanza. Bol de maguro picante, atún macerado
con huevo frito de corral y patata canaria (foto),
excelente. Ensalada de langostino (foto),
buena, plato de una presentación sorprendente.
Continúa
subiendo el nivel. Sushi variado, de derecha a izquierda: Mújol, pez mantequilla
y Toro (foto), plato sencillamente sublime,
el mejor y más delicado sushi que he probado hasta ahora. Sushi de huevo de
codorniz y mini hamburguesa de buey wagyu (foto),
excelente. Rabo de buey con salsa teriyaki y rebozuelos (foto), riquísimo.
Pasamos a los
postres. Cremoso de Yuzu consistente en gelatina de yuzu con cremoso de
chocolate blanco (foto), muy bueno. La
comida se sirvió sin pan. Finalicé con un Té verde ocha (foto) sin endulzante. En ese momento estuve en paz y armonía conmigo
mismo y con el universo. El equilibrio del espíritu zen se había introducido
dentro de mí.
En el apartado
del vino escogí dos blancos por copas. Primeramente con los platos más suaves
un albariño, Pazo de Barrantes 2012, un
blanco de intensos aromas florales, frutales y balsámicos. Elegante y fresco en
boca sorprende por su versatilidad gastronómica. Ha permanecido en acero cinco
meses y dos meses en botella. Continué con un magnífico Riesling de la zona de
Alsacia, Trimbach 2011 es un monovarietal
sin crianza pero de una suavidad y aroma estupendos que consigue salir airoso
del maridaje con los platos más contundentes.
Precio del menú 93
euros por persona (IVA incluido) + bebidas. Fecha de la visita 1 de abril de
2014.
Comentarios
Publicar un comentario