(L228) La silla del Águila (2003)


Carlos Fuentes, La Silla del Águila (2003)

Otra novela que comentamos en el blog del escritor mexicano Carlos Fuentes (1928-2012). Se trata de La Silla del Águila (2003), una fábula futurista sobre las corruptelas del poder en el México del año 2020. Excepto por uno o dos detalles, el país sigue siendo el mismo: hay una enorme dependencia de Estados Unidos, la corrupción de algunos funcionarios sigue a buen nivel, hay huelgas de obreros, marchas de estudiantes, masacres de campesinos, etc.

Las misivas que escriben los personajes de esta novela van desentrañando los misterios y las pasiones soterradas de los prohombres que tienen en sus manos el destino del país. Pero además de estas claves para tratar de elucidar la vasta geografía política, Fuentes logra que su texto se lea como una novela de intriga donde los secretos de cada uno de estos personajes se nos van mostrando poco a poco.

Argumento: María del Rosario Galván tiene 45 años, está fascinada por la política y el poder. Quiere convertir en Presidente de México al joven Nicolás Valdivia de quien se ha enamorado. A través de una serie de epístolas vamos conociendo a los personajes que forman la intriga.

Xavier Zaragoza, alias Séneca, Consejero del Presidente Lorenzo Terán. Nos encontramos en el año 2020, el país tiene las comunicaciones cortadas por los Estados Unidos, México sufre un aislamiento mundial. Sólo funcionan los mensajes orales o el género epistolar.

Andino Almazán, el secretario de Hacienda, es quien da consejos al presidente para evitar el colapso financiero. Bernal Herrera, secretario de Gobernación y antiguo amante de María del Rosario Galván, aconseja no culpar a los Estados Unidos de la caída de las comunicaciones. También aconseja al Presidente que hacer con la huelga de estudiantes (nada), con las reivindicaciones salariales de los trabajadores (mano dura) y la de los campesinos (que recuperen la tierra).

Patricio Palafox, secretario de Relaciones Exteriores, mantiene el equilibrio con los gringos. “Uno no elige a sus vecinos”. Tácito del Canal, jefe del Gabinete del Presidente, cultiva la humildad perfecta, siempre está frotándose las manos. Pepa Almazán es la querida de Tácito del Canal y esposa de Andino Almazán, juega a dos bandos.

El expresidente César León le da consejos de lealtad al actual. El general Cícero Arruza escribe al ministro de defensa general Mondragón von Bertrab para explicarle que pasa algo en la fortaleza de San Juan de Ulúa (Veracruz). Allí está el anciano del Portal a quien acude Nicolás Valdivia para aprender del antiguo presidente.

El presidente Lorenzo Terán, gravemente enfermo, muere y todos estos personajes que os hemos presentado brevemente se preparan para la sucesión…

Por su originalidad transcribimos Los consejos del anciano del Portal: “Yo no sé si El Anciano del Portal es buena o mala gente. Sólo sé que es un viejo astuto, que se las sabe todas y que no suelta prenda. ¿Me oyó, no me oyó, no quiso que el camarero oyese? El hecho, mi admirada aunque cruel amiga, es que el viejo empleó esos minutos de silencio, interrumpido sólo por el alborotado (¿o plañidero?) graznar de las aves crepusculares, para darme una clase de cómo se dice todo sin decir nada en la política mexicana.

Le ruego repetir ante un espejo cada una de las indicaciones mímicas del viejo expresidente.

Se llevó un dedo al lóbulo de la oreja y se lo restregó. Hay que saber escuchar. Luego se pasó las manos por los ojos, tapándolos. Si te vi, no me acuerdo.

Acto seguido, tiró con el índice del párpado inferior de un ojo, abriéndolo desmesuradamente. Mucho ojo. Cuidado. Alerta.

Acto inmediato, arqueó una sola ceja como para comunicar escepticismo. No te dejes tomar el pelo por este individuo.

Y al mismo tiempo, hizo un gesto de volar con una sola mano. Cuidado con este. Es más largo que la cuaresma. Sabe sostener un engaño.

Y acabó con el dedo índice sobre una de las aletas nasales. No te dejes engañar. Huéletelas.

Enumero, querida amiga, la rápida sucesión de señas que siguió al simbolismo nasal. La mano sobre el corazón. Ambas manos agitadas en signo de separación de asuntos incomparables. La mano a la bragueta para indicar muchos güevos. El pulgar levantado como César que otorga vida en el Circo Máximo y en seguida volteado para condenar a muerte. El dedo índice cortando el gaznate como una navaja. El índice y el pulgar unidos para formar la perfecta "O" del éxito. La mueca de los labios para inyectar escepticismo en la ilusión de triunfo. Los ojos achicados por la duda y el "¿qué te crees?" Los hombros levantados con resignación, "¿qué se le va a hacer?" Las manos abiertas con el "ni modo" fatal. Luego su famoso dedo índice levantado en ominosa advertencia. Y finalmente el mismo dedo pasado por los labios como invisible zíper. Ni una palabra. Chitón. El silencio es oro.

Después de esta muestra de soberanía gestual, mi admirada y deseada señora, qué me quedaba sino agradecerle a El Anciano del Portal sus consejos, su tiempo, su atención. Me miró con la máscara de la imparcialidad. Quiso que viera en él a un personaje interpretando un papel. El benigno Patriarca de Provincia. El Sabio Cincinato Mexicano. Me estaba educando: –Niño: juega al pendejo. Hay que saber pasar por idiota. Sé el Pacheco del drama. Puro gesto. Ni una palabra. El maestro de la perífrasis. El malabarista de lo no dicho por sobrentendido. El rey del eufemismo.

Me retiré dando las gracias mientras El Anciano me inclinaba la cabeza, una cacatúa se le paraba en el hombro y el mesero le ofrecía la caja con fichas de dominó.

El sol se ponía alarmantemente, los cuervos graznaban escondidos y el castillo–prisión de San Juan de Ulúa, tan turbio durante el día, cobraba resplandores de leyenda al caer la noche.” (p. 77-78)

Ver los demás artículos publicados en el blog sobre Carlos Fuentes.

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