(L296) La visita al maestro (1979)
Sigo con el empeño
de comentar las novelas de Philip
Roth (Newark, 1933). Cualquiera de ellas, hasta la que pueda parecer más
insignificante, posee un halo de grandeza que me reconforta y me hace disfrutar
con su lectura. En esta ocasión comentaré La
visita al maestro (1979).
Argumento: El
narrador/protagonista Nathan Zuckerman (alter
ego de Roth), recuerda el viaje que hizo a las montañas para conocer al
narrador E. I. Lonoff. Nos encontramos en 1956 Lonoff es un escritor judío de
ascendencia rusa. Vive alejado de la civilización en una casa y no concede
entrevistas ni acepta premios y además prefiere no dejarse fotografiar.
Lonoff es
básicamente un escritor de cuentos donde escribe sobre un personaje que la
mayoría de las veces es un don nadie, lejos de un hogar donde nadie le añora y
al que sin embargo debe regresar sin demora. Nathan le explica al escritor que
vende subscripciones de revistas para ganarse la vida.
Lonoff dice que su
trabajo consiste en dar vueltas a las frases. Zuckerman observa que por la casa
transita una joven de largo cabello negro y rizado. Se trata de la señorita Amy
Bellette quien viene de la biblioteca de Harvard con la misión de ordenar los
papeles de Lonoff.
Éste invita a
Nathan a quedarse a cenar. Descorcha una botella de Chianti y brinda por un espléndido nuevo autor. La mujer de Lonoff
se llama Hope. El matrimonio le pregunta si tiene novia. Nathan les habla de
Betsy, bailarina de ballet, con la que últimamente ha reñido. Durante la cena
el matrimonio se pelea y Hope estrella un vaso contra la pared. Pide a Lonoff
que la eche y se quede con la joven admiradora.
En el sofá con una
copa de coñac en la mano Zuckerman habla sobre Kafka, Isaac Babel, Félix Abravanel
y los emparenta con la obra de Lonoff. Le dice que huye de los judíos pero
escribe sobre ellos. Zuckerman ha de coger un taxi pero Lonoff lo invita a que
se quede hasta el desayuno.
Lonoff recuerda
cómo conoció a Abravanel y la impresión que le causó. Conoció también a la
señorita Andrea Rumbought, amante del escritor. Nathan se queda escuchando
música y el profesor se va a dormir.
Nathan recuerda
que no ha escrito a sus padres desde hace tres semanas, con lo orgullosos que
están de todo lo que escribe. Recuerda asimismo un cuento que escribió sobre
sus familiares que no gustó a su padre porque éste cree que trata sobre los
despreciables judíos y su amor por el dinero. El padre llega a entrevistarse
con el juez Wapter, antiguo amigo de la familia, para preguntarle sobre la
conveniencia o no de la publicación del cuento. El juez, ayudado por su mujer,
envía a Hathan un cuestionario de diez preguntas para que las responda. Pasadas
tres semanas su madre lo llama para preguntarle porque no ha contestado, presionándolo
a que escriba al juez o llame a su padre. Mientras piensa en todo lo anterior espera
la llegada de la joven Bellette. Escucha la conversación del piso de arriba.
Sin duda la joven y Lonoff son amantes…
Comentario: La visita al maestro (1979) forma parte del
conjunto Zuckerman encadenado (1985)
formado por la siguiente trilogía y un epílogo corto:
La visita al Maestro (1979)
Zuckerman Unbound (1981)
La lección de anatomía (1983)
La orgía de Praga (1985)
Como dice Harold
Blom1 esta trilogía es a la vez lo más sombrío y la escritura más
divertida Roth ha escrito. La totalidad es sin duda el mayor logro del
novelista hasta la fecha, eclipsando incluso sus mejores ficciones individuales
como El lamento de Portnoy (1969).
La exuberancia narrativa
de Roth no está al servicio de una teología negativa, pero da a entender en su
lugar una nostalgia de la moralidad, una vez engendrado por la tradición a la
normativa judía.
Roth es un
escritor judío en un sentido que Saul Bellow y Bernard Malamud no lo son, y no
les importa ser. Bellow y Malamud, en su ficción, se esfuerzan por ser
norteamericanos judíos sólo como Tolstoi era ruso, o Faulkner era del sur de
América. Roth parece un profeta de la tradición bíblica. Se preocupa por el
dolor de las relaciones entre padres e hijos, y entre marido y mujer, y en él
este dolor invariablemente resulta de la inconmensurabilidad entre una
tradición moral cuya normativa es muy rigurosa y cuyas expectativas rara vez
pueden ser satisfechas, y la realidad de la forma en que vivimos ahora.
NOTAS:
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