(L358) Cumpleaños (2000)


César Aira, Cumpleaños (2000)

Primera novela que os traigo de este prolífico autor argentino. César Aira (Coronel Pringles, 1949). Se trata de un breve relato autobiográfico que escribió al cumplir los cincuenta años.

Argumento: El protagonista/narrador ha cumplido cincuenta años. Espera algún cambio en su vida pero no advirtió que los cambios suceden por el lado que uno menos espera y es eso lo que los vuelve cambios genuinos. Un día le dice a su mujer que los recortes de la Luna los produce la sombra que proyecta la Tierra. Su mujer le advierte que está equivocado que es el Sol el que ilumina la Luna. En algún momento de su infancia interpuso una explicación falsa y no la pensó más. ¿Pero en cuál? Recuerda que su amigo Omar le dijo que la Luna era buena porque lo seguía y acompañaba a todas partes.

Visita su ciudad natal, Pringles, allí en un bar escribe un capítulo. La mesera se ha fijado en él. Es una chica de diecisiete años, muy rubia, muy blanca, alta y delgada, de los llamados «rusos» de Suárez. Le dice que ella también escribe como un modo de expresarse y entender lo que pasa. Su defecto principal como escritor es la falta de ritmo estable y previsible en el que los hechos y las ideas fueran encontrando su lugar. También le gustaría tener estilo. Hizo de la necesidad virtud, y de esa falta de estilo su estilo.

Salvo su salida al café, se pasa los días leyendo libros que saca de la Biblioteca Municipal. Wells, Una historia de los tiempos por venir (1933). Se equivocó en muchas cosas al predecirlas y en otras se quedó corto como nos hubiera pasado a cualquiera de nosotros porque sobre el futuro no hay aprendizaje que valga. La suma de experiencias particulares que uno vive a lo largo de su existencia es lo que lo hace único y distinto a los demás, así como los libros que ha leído.

“En realidad creo que lo malo es más fecundo que lo bueno, porque lo bueno suele producir una satisfacción que inmoviliza, mientras que lo malo genera una inquietud con la que se renueva la acción. La acción lleva a nuevos errores, y la espiral de la particularidad se dispara al infinito. Todos aspiramos a ser buenos, pero los buenos, por las condiciones mismas con que se los juzga buenos, tienden a ser todos iguales, y una exageración en ese sentido llevaría a la humanidad a ser una masa indiferenciada e inerte”.1

“¿Pero para qué sirve escribir buenos libros, o cultivarse, o descubrir verdades nuevas? Contribuir a la construcción y acumulación del saber es colaborar con el poder, ya que el poder recuperará inevitablemente ese saber para usarlo con sus propios fines, de dominación y sojuzgamiento. ¿Qué hacer entonces? ¿Mantener en secreto ese saber? (…) Preventivamente me mantuve en la más completa estupidez”.2

Comentario: “Un libro hecho de nada. Así podría resumirse esta entrega de César Aira que apenas nos deja unas leves reflexiones sobre el tiempo, sobre las ilusiones y la propia tarea de escribir. Sentado a la mesa de un café en su Pringles natal (Argentina) la confesión que realiza Aira se entretiene en mostrarnos lo insustancial de cualquier asunto relacionado con la vida”.3

Hay en la obra una serie de disertaciones sobre el reflejo del Sol en la Luna, o si es, equivocadamente, la Tierra quien la recorta. Además de una serie de banalidades prescindibles sobre el Juicio Final y el tiempo de espera para el mismo que hacen que una obra de apenas cien páginas no se acabe de disfrutar. Esperaba algo más de este escritor argentino que tiene una cierta fama dentro del mundo literario y predicamento entre los lectores culturitas. La obra no me ha gustado especialmente, aunque eso sí, la brevedad también se agradece.

NOTAS:

1.- César Aira, Cumpleaños, Mondadori, Barcelona, 2001, p. 44.

2.- Ibídem, p. 72.

3.- Diego Doncel, Cumpleaños, El Cultural, 30/01/2002.

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