(L372) Historias de cronopios y de famas (1962)


Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas (1962)

Hoy os traigo un título mítico de la literatura sudamericana. Julio Cortázar (1914-1984) escribió este pequeño libro, abanderado del surrealismo literario, el año 1962. Veamos que tal ha soportado el paso de los años.

La obra está escrita a base de fragmentos, cuentos cortos de una gran belleza e imaginación. Casi todos ellos poseen características surrealistas, chocantes; en algunos momentos hasta pueden resultar risueños.

Manual de instrucciones: “La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero «Hotel de Belgique»”.1

Instrucciones para subir una escalera: “La escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente”.2

Una familia muy recatada a la hora de poner motes: “Cómo ejemplo del cuidado que tenemos en estas cosas bastará citar el caso de mi tía segunda. Visiblemente dotada de un trasero de imponentes dimensiones, jamás nos hubiéramos permitido ceder a la fácil tentación de los sobrenombres habituales; así, en vez de darle el apodo brutal de Ánfora Etrusca, estuvimos de acuerdo en el más decente y familiar de la Culona. Siempre procedemos con el mismo tacto, aunque nos ocurre tener que luchar con los vecinos y amigos que insisten en los motes tradicionales”.3

Viajes: “Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades. 

Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de «Alegría de los famas».

Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: «La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad.» Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.

"Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a ver porque ellas no se molestan”.4

Comentario: Los famas (esos seres generosos, que ponen fábricas de mangueras) representan a la clase alta argentina; los cronopios (seres verdes y húmedos) a la clase media y las esperanzas a la clase baja. Gradualmente, conforme Cortázar va madurando como escritor, va transgrediendo toda clase de cánones literarios. Los juegos de Cortázar rompen con el “orden cotidiano” y son el remedio perfecto para el óxido que las rutinas predefinidas amenazan hacer crecer en nosotros en su infatigable intento de convertirnos en robots.

Hay tanta poesía en la obra de Cortázar que hoy su lectura resulta casi un anacronismo; no se puede entender porque nuestra sensibilidad se ha atrofiado. Hemos perdido el sentido poético de la lectura y de la vida. Me retengo precavido a la hora de releer Rayuela (1963). Temo que la Maga haya envejecido demasiado y yo no reconozca ya su frescura, —porque me he adocenado— ni vea reflejada en ella el esplendor de mi juventud. Como aquellos amores primerizos y efímeros, es mejor no saber qué fue de ellos y conservar solamente su bello recuerdo.

NOTAS:

1.- Julio Cortázar, Historia de cronopios y de famas, Alfaguara, Madrid, 1994, p. 13.

2.- Ibídem, p. 25.

3.- Ibídem, pp. 36-37.

4.- Ibídem, pp. 113-114.

Comentarios

  1. Buenos dias
    Que buena pinta tiene este libro. Lo leeré.
    Un abrazo!!

    Pilar

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  2. Hola!
    No creo que hayamos perdido la sensibilidad a la hora de leer, más bien pienso que, en general, no hay tiempo para releer o para leer textos narrativos/poéticos como “Historias de cronopios y de famas”. Nos llega tanta información y nos hemos vuelto tan pragmáticos que seleccionamos lo que vamos a leer; y ahí es donde se pierde esta literatura tan buena.
    Pero esto no creo que suceda con Rayuela, que puede atrapar a muchos nuevos lectores de Cortázar.
    Me ha gustado tu análisis y me has hecho recordar la obra, que ya la tenía allá al fondo, en la profundidad de más de 40 años.
    Un abrazo
    Adelaida

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