(L371) Plata quemada (1997)


Ricardo Piglia, Plata quemada (1997)

Tercera novela que os traigo de este excelente escritor argentino que es Ricardo Piglia (Adrogué, Buenos Aires, 1941-2017). Curiosamente es una novela de género policial, que está ambientada en el Sur. Los maleantes y la policía “hablan porteño”. Plata quemada (1997) posee una exuberante riqueza verbal y una acción trepidante que hace su lectura muy placentera.

Argumento: el Gaucho Dorda es pesado y tranquilo, con cara rubicunda. Nene Brignone es flaco y ágil. Los llaman los mellizos porque son inseparables. Han pasado una temporada en la cárcel. Malito los ha contratado. Es el jefe, tiene contactos con políticos que le han pasado datos, planos, detalles y a quienes tenían que entregar la mitad del botín. En el robo interviene mucha gente. Cada 28 de mes se mueven casi seiscientos mil dólares del Banco de la Provincia al edificio de la Municipalidad en un trayecto que dura apenas siete minutos. Malito venía de Rosario, había estudiado hasta cuarto año de Ingeniería. El chófer de la banda es el Cuervo Mereles quien ha alquilado un piso que se convierte en el centro de operaciones. El entregador era un antiguo cantante de tangos apodado Fontán Reyes. Mereles vive con una menor llamada Blanca Galeano, a quien sedujo presentándose como hijo de un hacendado. Cuando supo quién era y a qué se dedicaba ya no importó.

El día del asalto amaneció limpio y claro. Era el miércoles 27 de setiembre de 1965. El tesorero Alberto Martínez Tobar sale del banco con el maletín enganchado a su muñeca izquierda, sube a la furgoneta, una rural IKA, junto al conductor y dos custodios. A las 15.11 un coche se les cruzó adelante. Se inició una ráfaga de violencia brutal, una batalla concentrada que duró lo que tarda en cambiar la luz de un semáforo. Mataron a los dos custodios y al tesorero rematándolos en el suelo. El empleado Spector se salvó gracias al reloj de acero que le había dejado su padre donde rebotó la bala. Después huyeron montados en un Chevrolet 400 a toda velocidad y en contra dirección. El Mereles maneja muy concentrado. Era adicto al Florinol que le daba una visión tranquila de la vida. Sortean varios puestos de policía. En uno de ellos no tienen tanta suerte y el coche da un trombo. Requisan a punta de pistola un Rambler y continúan su fuga en dirección a la Panamericana, ruta de fácil escape.

Los diarios de la noche ya traen la noticia y hablan de las metralletas encontradas y las huellas en el auto abandonado. La policía investiga también los contactos militares de la banda. Personal de la división de Robos y Hurtos ha efectuado allanamientos en distintos puntos de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires en busca de los integrantes de la banda. Al leer los diarios, Malito se asombró de la velocidad con que la policía se les venía encima…

Comentario: Se trata de una novela trepidante en la que el culto al dinero de la sociedad en que vivimos, lleva a los protagonistas a realizar un robo espectacular. Aunque a medida que nos vamos adentrando en la narración nos damos cuenta de que la historia no puede acabar bien.

La condición trágica de los autores del robo se nota en todo el relato y se va descubriendo el fatalismo a través del perfil psicológico y los recuerdos en cada uno de ellos. El mundo de las drogas y del sexo aparecen como evasión de los protagonistas que les permite llevan una vida evasiva paralela alejada del crimen. La novela se convierte en la representación narrativa del delito, que casi siempre está ligada al dinero y a la trasgresión.


Piglia se basó en un hecho real: “La primera conexión con la historia narrada en este libro surgió por azar. Una tarde, a fines de marzo o principios de abril de 1966, en un tren que seguí viaje a Bolivia, conocí a Blanca Galeano, a quien los diarios llamaban «la concubina» del pistolero Mereles. Tenía dieciséis años pero parecía una mujer de treinta y estaba huyendo. Me contó una historia rarísima que la creí a medias y pensé que su relato estaba encaminado a que yo le pagara (como sucedió) las comidas en el restorán del tren. En las largas horas de aquel viaje que duró dos días me contó que acababa de salir de la cárcel; que había estado presa durante seis meses por asociación en banda con los ladrones del Banco de San Fernando y que se iba exiliada a vivir a la Paz. (…) Ella me habló de los mellizos, del Nene Brignone y del Gaucho Dorda y de Malito y el Chueco Bazán y yo la escuché como si me encontrara frente a una versión argentina de una tragedia griega. Los héroes deciden enfrentar lo imposible y resistir, y eligen la muerte como destino”.1

Plata quemada va más allá, mucho más allá, de las novelas policiacas al uso. Las evocaciones de su pasado del Gaucho Dorda en las últimas páginas son de antología y revelan a un autor muy maduro y con una gran capacidad técnica de expresar todo aquello que desea comunicarnos.

Me quedan por leer sus diarios. Los diarios de Emilio Renzi, su alter ego que constan de tres volúmenes.

NOTAS:

1.- Ricardo Piglia, Plata quemada, Anagrama, Barcelona, 2005, pp. 224-225.

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