(L369) La Virgen de los Sicarios (1994)


Fernando Vallejo, La Virgen de los Sicarios (1994)

Primera novela que os traigo del escritor colombiano Fernando Vallejo (Medellín, 1942). La literatura sudamericana tiene una fuerza, una riqueza y tal cantidad de autores que afortunadamente ha tomado el relevo de una literatura peninsular exhausta por la guerra civil y los treinta nueve años de franquismo.

Argumento: El narrador, Fernando un gramático, regresa a Sabaneta su pueblo natal ya viejo. Recuerda como encendía globos de colores que subían y se perdían en el firmamento. A su abuelo muerto quien no supo ni conoció lo que es un sicario. La virgen de Sabaneta, hoy engullida por Medellín, es María Auxiliadora. “Allí acuden os pobres a pedir que es lo mejor que hacen amén de parir hijos”.

Su amigo José Antonio Vázques le presenta a Alexis, un joven sicario, que lo acompañará en su peregrinaje a Sabaneta. En la carretera llena de baches y todavía sin asfaltar se ven las casitas campesinas con sus nacimientos para conmemorar la llegada del niño Dios. Todos los sicarios acuden a rezar a María Auxiliadora para que les salga bien el negocio. Alexis lleva tres escapularios para que le den suerte. Fernando se queda prendado de los ojos verdes del muchacho, de su verdad. Presencia un robo y un asesinato y se queja de que la ley de Colombia es la impunidad y el primer delincuente impune es el presidente. No se puede viajar en los buses o en los taxis sin que te roben o te maten. Ciento sesenta muertos al día en Medellín; trescientos los fines de semana.

Alexis mata a un vecino que ponía la música demasiado alta. al conjunto de barrios de la montaña próxima le llaman comuna. La gente humilde de estos lugares se mataba a machetazos, con el progreso lo hace a balazos. Fernando dice: “Gente como nosotros no podemos subir a esas montañas sin que nos bajen”. “¿Cuántos muertos lleva este niño mío? De los muertos de Alexis cinco fueron gratis y cinco por culebras (cuentas) ajenas”. Un día se topan con tres soldados que los quieren robar y a los tres liquidó Alexis de un tiro en la frente. “Los muertos no requisan” dice Fernando.

Almuerzan sancocho. En los sanitarios no ponen papel higiénico porque lo roban. En los aeropuertos, el nuevo de Medellín, los maleteros son los que inician los robos. Se oyen tiros en la oscuridad y uno se pregunta “¿A quién habrán sacado ya de la fiesta?” La Candelaria es la iglesia más bonita de Medellín de las ciento cincuenta que hay. Las empresas no prosperan de tanto impuesto. Los comercios los asaltan. El campo es otro desastre. “El campesino no trabaja de tan ocupado que está en la procreación”.

Los gallináceos (buitres) sobrevuelan Medellín. En un rodadero próximo a la ciudad se lee SE PROHIBE ARROJAR CADÁVERES. Se suceden las muertes: el taxista altanero por una cuestión de semántica al llamarlos hijueputa a secas. El día de la peregrinación a Sabaneta se topa con dos bandas que “se estaban dando plomo a lo loco por cuestiones territoriales”. “El hacinamiento en las comunas de un millón y medio encaramados en las laderas de las montañas como cabras y reproduciéndose como ratas”.”Creemos que existimos pero no, somos un espejismo de la nada, un sueño de basuco”.1

Comentario: La novela de Vallejo está narrada en primera persona. “Es la única real y sincera, porque ¡cómo va a saber un pobre hijo de vecino lo que están pensando dos o tres o cuatro personajes! ¡No sabe uno lo que está pensando uno mismo con esta turbulencia del cerebro va a saber lo que piensa el prójimo!”.

La novela fue polémica por tratar varios temas que no gustaban al poder: la mala imagen de Colombia por su violencia; los sicarios y su relación con el mundo de la droga representado -sin nombrarlo- por el Cartel de Medellín, la connivencia o ineptitud del gobierno para hacerles frente, la homosexualidad entre un hombre mayor y un joven, etc. Destaco también el odio que tiene Fernando a los pobres: “la pobreza se perpetua”2 y a los trabajadores a los que tilda de vagos.3 No es una novela políticamente correcta. Es más Fernando Vallejo se instaló en México en 1971, al poco de finalizar su estudios en Europa, y no quiso volver nunca más a Colombia.

La música de los sicarios es el vallenato. La gota fría (1993) de Carlos Vives tiene una letra que aunque compuesta por Emiliano Zuleta Baquero en 1938 como la rivalidad entre dos músicos, fue entendida, años más tarde, como el pulso entre dos sicarios que se retan a muerte. En cuanto a la música de desamor suenan los acordes de Julio Jaramillo con su Senderito de amor.

Aunque solamente tiene ciento veintiuna páginas su intensidad, violencia, riqueza del lenguaje, reflexión y acción trepidante hacen que se disfrute y se goce con su lectura. También os recomiendo su otra novela titulada El desbarrancadero (2001).

NOTAS:

1.- Fernando Vallejo, La Virgen de los Sicarios, Alfaguara, Madrid, 2005, p. 79.

2.- Ibídem, p. 68.

3.- Ibídem, p. 96.

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