(L386) Los fantasmas (1990)
César Aira, Los fantasmas (1990)
Tercera novela que
comentó de este prolífico e interesante autor argentino. César Aira (Coronel
Pringles, 1949) posee una capacidad de fabular e imaginar historias.
Sorprende que ninguna de las tres novelas comentadas se parezca entre sí.
Argumento:
El matrimonio Padalgay visita el piso que han adquirido en una obra de la calle
José Bonifacio 2161 que aún está en obras. Además de los Padalgay hay seis
propietarios que se personaron para ver los progresos de la construcción. Las
familias estaban acompañados de los niños dando puerilidad a la mañana. “Horribles
y semidesnudos, los albañiles iban y venían entre ellos”. La frontera entre
pobres y ricos, entre seres humanos y bestias, era una raya temporal. Dada la
modalidad de compra adelantada todos habían preferido hacer los armarios a su
gusto, por lo que venían acompañados de sus carpinteros y decoradores. Con
ellos está Félix Tello el arquitecto de la empresa constructora. Los
copropietarios se hacían su propia idea anticipada de la felicidad. Tello había
descubierto que ambas clases se parecían. Los ricos que compraban unidades en
sus sofisticados edificios y los pobrísimos albañiles que los construían.
Especialmente cuando se trataba del dinero.
Los matrimonios que
habían comprado los pisos eran segundos matrimonios de los cónyuges, o sea los
definitivos. Por ese motivo habían adquirido moradas cómodas y agradables. Raúl
Viñas, de origen chileno, es el guarda de la obra. Su sobrino Abel está
haciendo las compras en un supermercado para los albañiles. Allí encuentra a su
tía Elisa Vicuña. El supermercado está atiborrado ya que es 31 de diciembre, un
día medio feriado. La cola es enorme y Abel va pensando en sus cosas. Elisa va
haciendo la comida para sus cuatro niños. El calor en el comedor es tremendo.
La niña mayor, la Patri, les reparte naranjada con soda a condición de que
coman. Abel se bajó con los albañiles a comer, quienes antes se habían duchado
con la manguera y se habían mudado de ropa mientras se hacía la carne. En una
hora desapareció la comida. Después siguieron bebiendo. A las cuatro de la
tarde Elisa bajó a ver el estado de su marido al que encontró caído. Quedaban
por los rincones dos chilenos que la ayudaron a llevarlo a la cama y que
partieron después de cerrar la obra con la alambrada.
La madre envía a la Patri
en busca de sus medio hermanos (ella tiene quince años y su apellido es Vicuña,
como la madre, porque ésta la había tenido de soltera) por la obra para que
puedan dormir la siesta. Pero se encuentra a los fantasmas que les había dado
por gritar y soltar risotadas estruendosas…
Comentario:
A
pesar del título la obra no va de fantasmas, ni de miedo ni de suspense. Más
bien se trata de una novela costumbrista, o incluso social, donde se nos
presentan a las clases bajas, chilenas en muchos casos, que han venido a
trabajar en la construcción de la capital argentina.
De una forma no demasiado
sencilla de definir, creo que esta novela habla de nuestra relación con el
espacio urbano: de hecho, el centro exacto de la novela está formado por una
interesante, aunque algo caótica, reflexión sobre lo construido frente a lo no-construido,
en nuestra cultura y en otras culturas africanas y polinesias.
Seguiré leyendo alguna
obra más de este autor. Tal vez siga con la curiosa, Cómo me hice monja (1993).
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