(L388) Si te dicen que caí (1973)
Juan Marsé, Si te dicen que caí (1973)
Cuarta novela que os traigo
de este excelente escritor catalán en lengua castellana. Juan
Marsé (Barcelona, 1933) es sin lugar a dudas uno de los
mejores escritores vivos en lengua castellana. Su avanzada edad y el miedo a
que me ocurriera como con Philip Roth han hecho que me decida a acelerar el
comentario de lo mejor de su obra mientras todavía sigue vivo. Sentimental que
es uno.
Argumento:
Java,
Luis, Martín, Sarnita, el Tetas, Mingo, Ñito y Amén son muchachos que están
inmersos en un cuadro a la vez sórdido y poético de la vida cotidiana durante
el franquismo en un barrio de Barcelona. Además de alguna que otra fechoría su
principal actividad consiste en contarse historias, ellos las llaman aventis1, alrededor de una
fogata en las noches de invierno.
“Calles sin pavimentar,
tapias erizadas de vidrios rotos y aceras despanzurradas donde crecía la
hierba, eso era el barrio. El montón de basuras en la esquina Camelias y
Secretario Coloma (cerca del campo del Europa) parecía más alto y repleto de
sabrosas sorpresas, pero era que el nivel del arroyo, después de la última
venida de aguas, había bajado. No era un zapato viejo lo que asomaba entre el
fango, sino una rata envenenada. Todavía el cielo figuraba una gran telaraña
gris”.2
El dragón del Parque
Güell que escupe agua envenenada, el capitán Blay (protagonista de El embrujo de Shanghái (1993)), o la
voluminosa dueña del bar Continental y sus sucios negocios, son personajes que
pueblan las páginas de la novela de Marsé.
Java, que trabaja en
una trapería de su abuela, es requerido por la gorda del Continental para que
vaya a copular con distintas mujeres mientras alguien los observa detrás de una
cortina.
Sor Paulina y el
celador Ñito, muchos años después, están en el depósito de cadáveres del
Hospital Clínico. Toquetean a un matrimonio que ha muerto en un accidente en
las costas del Garraf. También han muerto los gemelos que iban en el asiento
trasero de un Simca 1200.
“Los peligrosos
kabileños del Carmelo merodeaban por los alrededores del campo de fútbol del
Europa y los descampados al final de la calle Cerdeña (Plaza de Sanllehy), iban
en pandilla, tiñosos y pendencieros, sin escuela y sin nadie que los
controlara, muchos de ellos aprendieron solfeo antes de saber leer y escribir,
jamás conseguí que no desafinaran, sonrió Sor Paulina, sus roncas y malsanas
voces de viejo me asustaban, eran niños peor que la peste, embusteros como el
demonio. Sus ropas olían a pólvora quemada y a fogatas de verano, frecuentaban refugios
antiaéreos inundados de tierra y agua de lluvia, agujeros negros que aún no era
tiempo de tapar o que la gente ya había olvidado”.3
La pandilla del Java
interroga y tortura a Juanita en busca del nombre de la antigua directora de la
Casa de la Familia, un colegio de huérfanas, de la que dicen que era muy roja y
que ahora hace de fulana. “cuando intuía en esa chica condescendiente, aunque
de reacciones imprevisibles, el mismo pavor sin fondo, el mismo destino atroz
que vio un día en la piel de Ramona, morena y sucia como un estigma: también en
ese cuerpo desmedrado, en estos dientes picados y en estos ojos muertos se
operaba la misteriosa putrefacción de la ciudad, aquella indiferencia de charco
enfangado recibiendo sucesivas lluvias de humillaciones y engaños”.4
Antiguos miembros del
ejército rojo se reúnen. Hay que resistir, aguantar como sea porque esto no
durará mucho y de todos modos acabaran viniendo los aliados. Mientras piensan
en joderlos limpiando sus Bancos, sus fábricas, sus oficinas de Abastos. Sus
propios bolsillos, sus carteras.
Java recibe la visita
de la señora Galán quien baja de un taxi y le pide que encuentre a una muchacha
llamada Aurora Nin que había sido su sirvienta en su casa antes de la guerra.
Ahora tendrá otro nombre y se habrá teñido el pelo. Dice que pretende ayudarla.
El tío de la muchacha trajo el luto a casa de esa familia. ¿Beneficencia o tal
vez venganza? (El personaje está basado en la prostituta Carmen Broto quien murió en extrañas circunstancias).
El Java consigue el
papel de Luzbel en la obra que dirige el alférez Conradito después de
desembarazarse, dejándolo fuera de combate, del chico que iba a representar el
papel. Pretende con ello acercarse más a la Casa de la Familia y averiguar el
paradero de la antigua directora.
A los excombatientes no
siempre hay que verles encapuchados y empuñando las pistolas. Fusam, Palau, el
“Taylor”, Navarro, Jaime, Guillen y Sendra también tenían sus trabajos y su
monotonía, pero esos períodos de inactividad acaban por excitarlos aún más y
entonces las reuniones, en el bar Alaska (foto),
degeneraban en discusiones hasta el amanecer. Acechan a un Studebaker
y disparan contra dos hombres de camisa azul que van en el auto…
Comentario:
el libro de Marsé era impublicable en la España de 1973. Véase la nota del
censor que le tocó en suerte: “Consideramos esta novela sencillamente imposible
de autorizar. Hemos señalado insultos al yugo y a las flechas, a los que llama
la araña negra en las páginas 17, 21, 75, 155, 176, 202, 253, 274, 291, 319…,
escenas de torturas por la Guardia Civil o por los falangistas en las páginas
177, 178, 225, 292, etc., alusiones inadmisibles a la Guardia Civil en las
páginas 277, 278, obscenidades y escenas pornográficas en las páginas 19, 21,
25, 26, 27, 28,29, escenas políticas, en [las] páginas 29 y 80, irreverencia
grave en la 107. Pero después de quitado todo eso, la novela sigue siendo una
pura porquería.[…] Es la historia de unos chicos que en la posguerra viven de
mala manera, terminan en rojos pistoleros atracadores, van muriendo... […] Todo
ello mezclado con putas, maricones, gente de mala vida. […] Sólo si hubiéramos
tachado todo lo que habla de pajas y pajilleras en los cines no quedaría ni la
mitad de la novela. La consideramos por tanto denegable. Madrid, 20 octubre”.5
Por este motivo se
publicó en México. Su lectura es dura, produce un cierto desasosiego. Describe
la Barcelona (y la España) de la postguerra, los años cuarenta, llenos de roña,
hambre, enfermedades, miedo y miseria. Como no, también existe una estética de
la fealdad. Está muy bien escrito, su lectura atrapa.
“Años
triunfales”
[…] y la más hermosa
sonríe al más fiero de
los vencedores.
Rubén
Darío
Media España ocupaba
España entera
con la vulgaridad, con
el desprecio
total de que es capaz,
frente al vencido,
un intratable pueblo de
cabreros.
Barcelona y Madrid eran
algo humillado.
Como una casa sucia,
donde la gente es vieja,
la ciudad parecía más
oscura
y los Metros olían a
miseria.
Con la luz de
atardecer, sobresaltada y triste,
se salía a las calles
de un invierno
poblado de infelices
gabardinas
a la deriva bajo el
viento.
Y pasaban figuras mal
vestidas
de mujeres, cruzando
como sombras,
solitarias mujeres
adiestradas
—viudas, hijas o
esposas—
en los modos peores de
ganar la vida
y suplir a sus hombres.
Por la noche,
las más hermosas
sonreían
a los más insolentes de
los vencedores.
Moralidades
(1966) - Jaime Gil de Biedma
Marsé despliega una
serie de recursos para narrar una historia magnífica: un discurso escrito que
pretende asemejar, en cierto sentido, a la oralidad; un andamiaje de historias
que se cruzan sin aviso y que brincan de un tiempo a otro; un trío de líneas
paralelas –sin aparente relación en un inicio–, que se cruzan al final para
concretar un desenlace explosivo; todo, dentro de esa eterna nostalgia: lo que
pudo haber sido y no fue, es decir, contar aventis,
contar historias. “Hombres de hierro, forjados en tantas batallas, soñando como
niños”.6
NOTAS:
2.- Juan Marsé, Si te dicen que caí, Debolsillo,
Barcelona, 1993, p. 15.
3.- Ibídem, pp. 37-38.
4.- Ibídem, p. 205.
5.- Celia Romea Castro
(coord.): Juan Marsé, su obra literaria. Lectura,
recepción y posibilidades didácticas, Barcelona: Horsori editorial, 2005,
145-169.
6.- Juan Marsé, Si te dicen que caí, Debolsillo,
Barcelona, 1993, p. 368.
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