(L472) Ordesa (2018)

Manuel Vilas, Ordesa (2018)

Las ganas de volver a Santander y de alojarnos en el Palacio de la Magdalena nos llevaron, nuevamente, a inscribirnos a los cursos de verano de la UIMP, aunque fuera al precio de saber que nos agarrábamos a un clavo ardiendo. En concreto al curso que impartió Manuel Vilas (Barbastro, 1962) entre el 15 y el 19 de julio de 2019. Su libro Ordesa había tenido éxito de público y crítica. Aunque el libro no me gustó demasiado decidimos apuntarnos a su curso.

Fragmentos: “He sido un eccehomo. No entendí la vida. (…) Me dolía hablar con los demás: veía la inutilidad de todas las conversaciones humanas que han sido y serán. Veía el olvido de las conversaciones cuando estas aún estaban presentes. La caída antes de la caída”. (1)

“Todos somos pobre gente, metidos en el túnel de la existencia. La existencia es una categoría moral. Existir nos obliga a hacer, a hacer cosas, lo que sea”. (1)

“La familia es una forma de felicidad testada. La gente que decide quedarse soltera, como se ha demostrado estadísticamente, muere pronto. Y nadie quiere morir antes de hora. Porque morir no tiene ninguna gracia y es algo antiguo. El deseo de muerte es un anacronismo. Y eso lo hemos descubierto hace poco. Es un descubrimiento último de la cultura occidental: es mejor no morir”. (2)

“De modo que me quedé a solas con mi padre. Y soy yo la única persona en este mundo –ignoro si lo hará mi hermano– que lo recuerda a diario. Y a diario contempla su desvanecimiento, que acaba convertido en pureza. No es que lo recuerde a diario, es que está en mí de forma permanente, es que yo me he retirado de mí mismo para hacerle hueco a él.

Es como si mi padre no hubiera querido estar vivo para mí, quiero decir que no quiso revelarme su vida, el sentido de su vida: ningún padre quiere ser un hombre para su hijo. Todo mi pasado se hundió cuando mi madre hizo lo mismo que mi padre: morirse”. (2)

“Mi madre se quedó muerta mientras dormía. Estaba harta de arrastrarse, pues no podía caminar. Nunca me enteré con exactitud de cuáles eran sus enfermedades concretas. Mi madre era una narradora caótica. Yo también lo soy. De mi madre heredé el caos narrativo. No lo heredé de ninguna tradición literaria, ni clásica ni vanguardista.

Sus males eran enumerativos. Enumeraba dolores, algunos de una originalidad inmensa. Se quedó sola. Estaba allí en su piso, completamente sola, enumerando males. También padecía de asma. Y de ansiedad. Era un compendio de todas las enfermedades que tuvieran nombre. Había convertido en enfermedad no grave su propia conciencia de la vida. Sus enfermedades no eran mortales, eran pequeños suplicios cotidianos. Eran sufrimiento, sin más”. (3)

“Al morir mis padres, mi memoria se volvió un fantasma iracundo, asustado y rabioso. Cuando tu pasado se borra de la faz de la tierra, se borra el universo, y todo es indignidad. No hay nada más indigno que la grisura de la inexistencia. No hay nada más indigno que la grisura de la inexistencia. Abolir el pasado es abyecto. La muerte de tus padres es abyecta. Es una declaración de guerra que te hace la realidad”. (7)

“Son marido y mujer, y eso me produce cierta compasión hacia ellos. Es normal sentir compasión por los matrimonios, especialmente por los matrimonios que comienzan a acumular años de vínculo conyugal, porque todos sabemos que el matrimonio es la más terrible de las instituciones humanas, pues requiere sacrificio, requiere renuncia, requiere negación del instinto, requiere mentira sobre mentira, y a cambio da la paz social y la prosperidad económica”. (11)

“Todo es amarillento, y el color de la monarquía es el amarillo. La familia real representa la familia elegida para que recaiga sobre ella la pompa amarilla de la memoria, esa memoria de la que carecen miles y miles de familias españolas, que se perdió en los días cansados de la Historia, que se perdió en el hambre, la guerra y la miseria.

El hombre de la corbata triste anudado nunca podrá ir a un museo a reencontrarse con sus tatarabuelos, pintados por Francisco de Goya. Pero si una sola familia puede, con eso basta. Este es el misterio moral de las monarquías. Ese es el símbolo, el gran hallazgo”. (12)

Manuel Vilas en la UIMP de Santander (2019)

Comentario: Manuel Vilas se define él mismo como un narrador caótico yo añadiría que también es brusco, arisco y sin ápice de poética. Escribe como si cavara la tierra. Pero sus capítulos cortos y ágiles se leen con facilidad y resultan amenos aunque repetitivos. Su angustia vital es reconocible y compartida. Pero sus rimbombantes frases resuenan banales: “Antes la vida valía menos. Ahora vale más”. ¡Si hasta parece una frase de Rajoy! “O ves morir o te ven morir” (154);”No puedes despertar a los muertos, porque están descansando” (157) y otras perlas por el estilo.

Salvando las distancias, su literatura confesional se parece un poco a la mía (ver ¿Así que la vida era eso? (2016)), aunque creo que la mía es, en algunos momentos, algo más alegre y divertida. Su punto de vista es más trágico, más melodramático, parece bastante amargado.

Los recuerdos sobre los padres, un trabajo poco gratificante, un divorcio traumático y algún que otro amor desdichado forman parte del mismo paisaje vital. Además de compartir la misma edad y formar parte de la numerosísima clase media-baja de este país.

A Francesc Bon el libro le parece un bluf, repetitivo e insustancial y encumbrado por la crítica. Algunos críticos de El País son palmeros de las editoriales afines al periódico, como por ejemplo Alfaguara. En definitiva una engañifa que le produce decepción y cabreo. Un comentario sagaz y divertido que desenmascara el pretendido libro del año.

Yo solamente lo he encontrado algo repetitivo y falto de musicalidad, y eso que Manuel Vilas es poeta y ha obtenido algunos premios importantes. Ya sabemos que la poesía no da de comer pero los lectores de novelas no tenemos la culpa.

La lectura del libro y este comentario lo escribí antes de realizar el curso en la UIMP de Santander titulado El autor y su obra 2019 con Manuel Vilas. Aunque el libro no me entusiasmó la relación con la persona fue otra cosa. En las distancias cortas Vilas se maneja muy bien: es divertido y ocurrente.

BIBLIOGRAFÍA

Francesc Bon, Manuel Vilas: Ordesa, Un libro al día, 22/04/2018.

Carlos Pardo, Una historia común y extraordinaria, El País, 29/01/2018.

Manuel Vilas, Ordesa, Alfaguara, Madrid, 2018.

Comentarios

Entradas populares de este blog

(L56) Las afinidades electivas (1809)

(L111) El mundo de ayer. Memorias de un europeo (1942)

Manuel Vilas, El autor y su obra: La literatura y la vida (2019)