(L471) Auto de fe (1935)

Elías Canetti, Auto de fe (1935)

Primera obra que comento de este escritor búlgaro en lengua alemana y de origen sefardí, Elías Canetti (1905-1994). El año 1981 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. Sus escritos tratan, en muchos casos, de la relación existente entre las masas y poder.

Argumento: Franz Metzger es un niño de nueve años apasionado por la lectura y los libros. Se topa un día con el profesor Peter Kien, ambos están viendo el escaparate de una librería, el profesor es un afamado sinólogo y le que pregunta al chico que sabe sobre la China. El muchacho le responde con detalles de gran inteligencia. El profesor le propone que venga a visitarlo una tarde de la próxima semana. El joven sueña con tener una Biblioteca.

El profesor es un hombre alto y enjuto que no ha tenido hijos ni se ha llegado a casar. Domina unas doce lenguas antiguas y varias modernas. Nunca acude a los Congresos pero sí envía sus trabajos. Es admirado por sus colegas y muchas universidades le han ofrecido sus cátedras que él ha rechazado amablemente. Posee una excelente y valiosísima Biblioteca de veinticinco mil volúmenes. Tiene la ayuda de su ama de llaves, Teresa Krumbholz, una mujer metódica, disciplinada y ordenada. Ella solo siente curiosidad por lo que hace el profesor Kein de seis y cuarto a siete, cuando se encierra bajo llave en su despacho. El niño viene a ver al profesor y a pedirle un libro pero el ama de llaves no lo deja pasar.

El profesor le presta un libro al ama de llaves, el primero en ocho años. Emocionado por cómo lo cuida decide casarse con ella. Ha permanecido soltero hasta los cuarenta años y le da pánico consumar el matrimonio. Ella, que es mayor que él, decide comprar un dormitorio nuevo. A Teresa le cae en gracia un dependiente de la casa de muebles que la adula y a quien decide invitar a comer a pesar de las negativas de este.

“Es cierto que le había prometido un libro. Tratándose de ella, sólo podría ser una novela. Aunque no hay espíritu que medre con novelas. El placer que en ocasiones nos ofrecen se paga muy caro: acaban por erosionar el carácter más firme. Aprendemos a identificarnos con todo tipo de personas. Uno le coge el gusto a ese vaivén perpetuo y se confunde con los personajes que le agradan. Cualquier punto de vista nos resulta concebible. Nos lanzamos con fruición tras objetivos ajenos y perdemos de vista los nuestros. Las novelas son como las cuñas que el escritor, aquel histrión de la pluma, va clavando en la hermética personalidad de sus lectores. Cuanto mejor calcule las medidas de la cuña y la resistencia por vencer, más dividida dejará a su víctima. El Estado debiera prohibir las novelas.”

Mientras Teresa está fuera el profesor pide ayuda al portero para sacar unos muebles al pasillo porque le molestan. Teresa está comiendo con el dependiente y éste le propone entrar en un negocio seguro. Ella le dice que no tiene capital pero que le gustaría recibirle en casa por las noches mientras su marido duerme. Kien se ha caído de la escalera que utiliza para colocar sus libros. Ella lo cuida pero está preocupara porque él no tiene hecho testamento. Teresa decide hacer un inventario de los libros del marido para saber su valor. A partir de este momento Teresa hostigará sin tregua a Kien por el dinero.

“Me limitaré a evocar un caso a fin de demostraros, en forma concluyente, la íntima vinculación que existe entre el amor y el odio. En la historia de un país que todos veneramos por igual, un país en el que fuisteis objeto del respeto y del amor más absolutos, e incluso de la adoración que se os debe, se produjo un día un acontecimiento aterrador, un crimen de dimensiones míticas que un diabólico tirano, a instigación de un consejero no menos diabólico, perpetró contra vosotros. En el año 213 antes de Cristo y por orden del emperador chino Shih Huang Ti, un brutal usurpador que osó arrogarse los títulos de «Primero, Sublime y Divino», fueron quemados todos los libros de la China. Este asesino bárbaro y supersticioso era demasiado inculto para apreciar debidamente la importancia de unos libros en cuyo nombre se cuestionaba su tiránico gobierno. Pero su primer ministro Li Si, que era un producto de sus libros y, por tanto, un despreciable renegado, supo instigarlo, mediante un hábil memorial, a tomar esta inaudita medida. La simple referencia oral a libros clásicos de poesía o historia chinas era castigada con la muerte. La tradición oral debía ser abolida al mismo tiempo que la escrita. Sólo se excluyó de la confiscación una escasa minoría de libros, ya podéis imaginaros cuáles: obras de medicina, farmacopea, adivinación, agronomía y arboricultura; vale decir, un vulgar acopio de manuales prácticos.”

Comentario: Auto de fe es una novela sin concesiones, densa, compleja, violenta y trágica. De una sensibilidad especial. El amor a los libros, que raya en algunos casos la locura, y el desfile de toda una serie de personajes violentos está en consonancia con la subida de Hitler al poder. Fischerle, el judío enano jugador de ajedrez, que será sacrificado, representa la codicia del dinero. Las mujeres son vistas como seres que traen el pecado y la perdición; son el origen de todos los males.

La incomunicación, la codicia, la crueldad, la estupidez evolucionan, sin matices, hasta sus últimas consecuencias. La prosa de la novela es magnífica pero creo que no apta para todos los lectores: junto a momentos extremadamente brillantes añade otros más tediosos y en cierto modo aburridos que solo “la voluntad de poder” me ayudó a superar.

De Canetti también se podría leer su obra principal Masa y poder (1960), una especie de ensayo sociológico y antropológico. A través del estudio de la formación de la masa, que pone al descubierto, indaga en los principios que subyacen en el poder.

BIBLIOGRAFÍA

AA.VV, Presentación de "Auto de fe", de Elías Canetti, El País, 22/03/1980.

Elías Canetti, Auto de fe, editorial Muchnik, Barcelona, 1981. (Textos págs. 38 y 80).

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