(L117) La noche del cazador (1953)
Davis Grubb, La noche del cazador (1953)
Davis
Grubb (1919-1980)
nació en el estado de Virginia Occidental, junto al río Ohio, donde su familia
estuvo aposentada durante doscientos años, por lo que en su infancia se
impregnó de las peripecias de sus pintorescos moradores, que estimularon sin
duda su imaginación literaria. De sus ocho novelas destaca en especial La noche del cazador (1953) un cuento de
terror para niños.
Argumento: Son los duros años de la Depresión y
Ben Harper, un padre de familia que un día se harta de tanta miseria asalta un
banco. Está esperando en la cárcel a que lo ejecuten. Habría obtenido una pena
menor si hubiera dicho dónde escondió el dinero, pero se ha negado
obstinadamente a confesarlo. Comparte celda con Harry Powell, conocido como el
Predicador, un enigmático personaje que lleva tatuadas las palabras “amor” en
los dedos de una mano y “odio” en la otra, y está detenido por un delito menor.
Ben está casado con Willa y tiene dos hijos, John y Pearl. Los niños estaban
con él cuando lo detuvieron y saben dónde está el dinero del robo, pero han
jurado no decirlo a nadie. Ben morirá en la horca y el Predicador, una vez
cumplida su condena, llegará un día al pueblo donde malviven Willa y los
pequeños John y Pearl en busca del codiciado dinero.
En 1955, Charles Laughton (1899-1962), un actor
británico de inmenso talento, realizó la que sería su única película como
director, La noche del cazador. La
película es el resultado del afortunado encuentro de un grupo de talentos que
coincidieron en una obra de arte mítica que ha fascinado desde entonces a
generaciones de aficionados al cine. Robert Mitchum, en el cenit de sus dotes
interpretativas, encarnaba al Predicador, y las magníficas Shelley Winter y
Lilian Gish le daban la réplica. Notable combinación de realismo casi
expresionista y fábula gótica, debe su encanto aterrador tanto a su atmósfera
enrarecida y onírica como a su perverso suspense, propio de la mejor novela
negra americana de la época.
CLUB DE LECTURA (20/11/2009)
La obra de Davis
Grubb ha sugerido muchas aportaciones de los asistentes al debate del Club.
Pese a ser una buena novela, la película la eclipso en su momento. Es un cuento
infantil de terror. La película es más poética que el libro (Rafa Recio). El
autor hace una buena creación de los personajes infantiles. El mundo de los
adultos es peligroso. Los malos son: El predicador (la Iglesia) y los hombres
de azul (la Policía).
Davis Grubb crea
un personaje, el del malvado absoluto que no tiene ningún tipo de piedad, que
recoge más tarde Cormac McCarthy en No es
país para viejos (2005) (T. Ruiz). Destacamos la empatía que el lector
siente hacia los niños desprotegidos. Es curioso el fenómeno de los predicadores
americanos, gente salida de no se sabe dónde y sin ninguna preparación ni
credencial. Durante la gran depresión la gente se moría de hambre y los niños
vagaban solos sin rumbo por los campos.
Tanta
importancia que tiene el dinero al principio, Ben Harper, el padre, da la vida
por él; el predicador los persigue a causa del dinero; Willa quiere saber donde
está; los vecinos también se lo preguntan y al final desaparece, no se vuelve a
hablar de él, esto es lo que en cine se conoce como un Macguffin; es un elemento de suspense que hace que los personajes
avancen en la trama, pero que no tiene mayor relevancia en la trama en sí, es
una excusa para hablar de otros temas.
La novela está
muy bien trabajada psicológicamente. Tiene aspectos de novela negra, también de
novela social, es una crítica al valor que se le da al dinero, a lo material.
La niña, Pearl, recorta los billetes para jugar. El niño, John, lleva sobre sus
hombros una carga excesiva para su corta edad. Lo terrible que puede ser el
mundo de los niños si los adultos no dan las respuestas adecuadas. John cuenta
lo que le pasa con el Predicador, pero nadie le hace caso, la poca credibilidad
que tiene la palabra de un niño frente a la del adulto.
Cuando el
matrimonio Spoon consulta a la guija les aparece la palabra Levita
(Predicador), pero no la entienden bien, también podría haber querido decir
Leviatán (Demonio) (Rafa Recio). El Predicador habla en tonos apocalípticos, Dios
le ha dado las órdenes o indicaciones de lo que ha de hacer. Cuando no consigue
lo que quiere grita como un animal. En cambio la anciana Rachel está más atenta
a lo que pasa, atenta a lo que le dice su instinto, a las reacciones del niño.
El río Ohio, uno
de los principales afluentes del Mississippi, aparece como un ser con vida
propia, aleja a los niños del peligro. La historia de Moisés que es salvado por
el río Nilo. Hay en la novela elementos de la literatura universal. El ogro (El
Predicador) y el hada buena (Rachel). El hogar como refugio. La lucha entre el
bien (amor) y el mal (odio) con el triunfo final del bien. El discurso del
Predicador está hecho de castigo, en cambio el de Rachel es flexible y
curativo. Las palabras también se pueden emplear para hacer el bien o para
hacer el mal.
La metáfora de
la manzana: siempre ha sido un símbolo del mal, ponemos varios ejemplos: la
manzana de Adán y Eva; la manzana que muerde la Bella Durmiente; la manzana de
oro que Paris da a Afrodita para que le conceda a la mujer más bella de la
tierra, en este caso Elena de Troya, y que motivó la discordia entre dioses,
griegos y troyanos. En este caso la manzana es símbolo de vida, de complicidad,
por fin alguien sintoniza con John, es un adulto, John escoge la mejor manzana
para Rachel.
Comentarios
Publicar un comentario