(G49) Restaurante Consolación (Monroyo, Teruel)




En pleno corazón de la comarca del Matarraña se encuentra este magnífico restaurante de hotel que está prácticamente pegado pared con pared a La Ermita de la Consolación.

En la cocina de Consolación sienten auténtica pasión por su entorno. “El Matarraña nos enamora y el Maestrazgo nos fascina”, dicen en su presentación. Es por eso que se abastecen de todo lo que esta tierra les ofrece. Verduras ecológicas de Rafales, cordero con DO “Ternasco de Aragón” de Torrecilla de Alcañiz, trufa de Monroyo, jamón con DO Teruel, quesos de pastor de Peñarroya de Tastavins, la lista sería casi interminable. Con todo ello elaboran su propuesta desde el respeto al producto y la estrecha colaboración con sus proveedores. La cocina esta comandada por el chef Gonzalo Riviere y su equipo; el espacio es abierto y lugar de paso hacia el comedor.

Elegimos el menú degustación para tener una idea más completa de su cocina. Empezó con un aperitivo crema de apio y flores de tomillo acompañada por mojama troceada y almendras, buena.


Los primeros fueron: Ensaladita de aguacate, champiñón, manzana ácida y anguila ahumada con sorbete de lima y albahaca (foto), plato muy bueno y de contrastes refrescantes. Seguimos con un foie, café y mostaza (foto), muy bueno. Pil-pil suave de cocochas de bacalao y habas (foto), bueno.



Los segundos consistieron en un plato de pescado y otro de carne. San Pedro con praliné de cebolla y base de frutos secos (foto), muy bueno. Pichón con frutas (foto), bueno. El punto de cocción del pichón y la ligazón del mismo con las frutas no me acabaron de convencer.



De postres un Sorbete de limón, té verde y tomillo, bueno y Trufa de chocolate amargo con helado de tomate especiado (foto), postre excelente.


Para el vino elegimos uno de proximidad recuperando recientemente en la comarca, lo hacen en Cretas. Se trata del Venta d’Aubert Viogner 2009[1], sin DO, Matarraña. Es un blanco sin crianza de 13 % de la variedad de uva Viogner. De origen francés arraigada en la zona del Ródano, al ser una variedad muy delicada casi llegó a desaparecer a principios de los años 60. Descubierta de nuevo es delicada y de escaso rendimiento pero permite hacer unos vinos blancos excepcionales. El vino ha permanecido siete meses de reposo en depósito y posee un suave bouquet floral.


El agua de Benassal de Castellón, que reproduce una bonita etiqueta original del año 1928, es ideal para dietas bajas en sodio aunque es rica en calcio y bicarbonato.

El pan fue de tres tipos: foccacia, ligeramente perfumado a queso; de hojaldre y el último de canela, buenos.


Como infusión una mezcla de hierbas con el propósito de lograr un efecto digestivo (manzanilla, anís) y otro denominado equilibrio. Sin acompañamiento de petites fours. La comida finalizó descansando plácidamente junto al fuego de la chimenea de un anexo que disponen antes de reemprender la ruta.

Preció del menú 40 euros + bebidas. Fecha de la visita 7 de abril de 2012.

PUNTUACIÓN: 7


[1] La Venta d'Aubert era un antiguo caserío abandonado y salvaje, con unas 80 ha. de tierras plantadas de olivos y avellanos y unas pocas cepas de garnacha blanca, hasta que en 1986 una joven pareja llegada de suiza, Michèle Hoerler y Michael Rudolf, la recuperaron y convirtieron en bodega elaboradora de vinos de calidad siguiendo las recomendaciones del profesor de enología José Luis Pérez.

Comentarios

  1. Volvimos a visitar el lugar el 3 de marzo de 2019. ¡Qué diferencia! Nada que ver con la primera y estupenda experiencia. El chef Gonzalo Riviere se había ido hacía tiempo en busca de nuevos proyectos. Las jovenes cocineras que llevan el local nos ofrecieron una lamentable cocina de precocinados y congelados. Toda una decepción. ;-(

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