(L132) La “nueva” organización del desgobierno (1996)
Alejandro Nieto,
La “nueva” organización del desgobierno
(1996)
Descubrí al
profesor Alejandro Nieto García (Valladolid, 1930) hace muy poco,
fue en un programa divulgativo de la 2 TV el 3 de marzo de 2012. Es Catedrático
emérito de Derecho Administrativo por la Universidad Complutense de Madrid; ha
obtenido el Premio Nacional de Ensayo y varios doctorados honoris causa en
diversas universidades. Presidió el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas y lleva más de veinte años analizando la realidad política del
país, del que le preocupa especialmente la gobernanza. A partir de ahí me
documenté y he leído su interesante libro La “nueva”
organización del desgobierno (1996) del cual os hago un breve resumen de la
introducción para animaros a leerlo.
“Unos ciudadanos –cabalmente los que se
autotitulan guardianes de la cosa pública- se aprovecharan sin recato, como
malos pastores, de la lana del rebaño común. Ahora bien, la patrimonialización
del poder, es decir, la consideración del Estado como un patrimonio apropiable,
cuyas rentas están a disposición del Gobierno y de sus amigos y socios, nunca
ha sido tan descarada como en estos años, en que se han revivido y superado las
hazañas de Mendizábal y Romero Robledo”. (p. 7)
“Tal es la tesis
del presente libro: el desgobierno de España se produce por la perversa
intención de la clase política empeñada en que la cosa pública no funcione para
así poder saquear el país a su gusto; y a tal efecto ha provocado una
desorganización sistemática del aparato público”. (p. 12)
“La
desorganización tiene varios caminos: o bien se establecen reglas generales
perversas que predeterminan la ineficacia posterior (como la ley de
funcionarios de 1984 o la ley de procedimiento de 1992) o bien se incumplen
leyes que, de ser escrupulosamente seguidas, serían muy útiles (como es el caso
de la ley general presupuestaria) o, bien en fin, dejando a un lado las normas
y su nivel de incumplimiento, se monta una contraorganización, es decir, se
adoptan una serie de medidas enderezadas a bloquear el funcionamiento de la
organización existente”.
“Los partidos
políticos españoles han nacido, por desgracia, con vocación de delincuentes y
ánimo de pillaje. Gastan diez o veinte veces más de lo que ingresan, cometiendo
a tal propósito un sinfín de delitos: desde la vulgar defraudación fiscal a las
extorsiones en gran escala. Con lo cual han destruido la legitimidad
democrática y perdido su autoridad, ya que no son ellos precisamente los que
pueden exigir a los españoles la honestidad fiscal y la transparencia y
legalidad de los comportamientos tanto públicos como privados”. (p. 13)
“El partido en
el poder se apresura a ocupar el botín más aparente –los cargos públicos- que
reparte entre los suyos como los condottieri
alimentaban a sus huestes a costa del vencido; pero esto sólo es el primer
paso del concienzudo esquilmo que vendrá después. En la lucha electoral se
decide quién va a ser el beneficiario de las rentas del Estado. Los cargos
públicos funcionariales se llevan una renta limpia, nada despreciable, que son
las retribuciones y, además, otra turbia aún más generosa, que son las
comisiones; desde el poder se hacen favores a los amigos personales y políticos
y hasta a sectores económicos y sociales enteros: una carretera o una
subvención, exenciones fiscales; el poder se expande en un proceso de
metástasis acelerada porque desde el aparato político se van ocupando
inexorablemente las empresas públicas, las sociedades estatales, las Cajas de
Ahorro y se toman posiciones de ventaja en todas las grandes empresas que
quieren evitarse problemas o participar de los beneficios del poder”. (p. 14)
“El Estado
español tiene, ciertamente, un talante autoritario, pero carece de energía para
cumplir sus intenciones, cuando las tiene. Su energía es intermitente,
espasmódica, que se agota en decisiones esporádicas, en justicias de verano. Es
un Estado que puede dictar una ley de fincas manifiestamente mejorable o
expropiar Rumasa y querellarse con los directivos de Banca Catalana, pero que
carece de medios para llegar hasta el final. Tal es la dolorosa sorpresa que
aguarda a los gobernantes noveles. Después de haber luchado tanto por el poder,
cuando se instalan en el Gobierno no lo encuentran: viven bajo la amenaza de
los militares, de los guardias civiles y de los policías, con los que han de
contemporizar; bajo la tutela de la Iglesia, a la que no se atreven a irritar;
con la benevolencia de la banca, con la que han de pactar; con la presión de
los sindicatos, a los que han de contentar; y, en fin (pasando por alto las
fuerzas internacionales) con la resistencia pasiva de los funcionarios, que no
consiguen doblegar. Más para luchar en tantos frentes carecen de los
instrumentos más imprescindibles”. (p. 17)
“Personalmente
me siento cada vez más pesimista en cuanto que creo que ciertos fenómenos
perversos (como la patrimonialización del poder; la frivolidad política, la
falta de identificación de los ciudadanos con el Estado, la corrupción, el
deterioro de los servidores del aparato administrativo) son irreversibles y los
daños producidos irreparables. Pero el talante del autor no debe contagiar al
de los lectores. Lo importante es que lo que aquí se cuenta es cierto y que sea
correcto el análisis de los datos manejados”. (p. 6)
Estimado amigo, hace al menos 30 años que estudié parte de la obra del profesor Nieto, en particular su vertiente de sociologia de la administración pública. Me sentí fuertemente atraído a partir de su publicación de: La Retribución de los Funcionarios en España: Historia y Actualidad. Ello me sirvió para sumergirme en aspectos y vinculación de las variables: motivación y retribución en el profesorado universitario español, que, a la postre pretendia que fuese fundamento de mi tesis doctoral, pero por motivos que no vienen al caso, se truncó sin solución de continuidad. Desde entonces el peculiar profesor Nieto, ha estado presente en mis intereses y lecturas y te agradezco que lo hayas citado aqui.
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