(L202) Conversación en la Catedral (1969)


Mario Vargas Llosa, Conversación en la Catedral (1969)

Segunda novela que comentamos del escritor peruano Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936). Conversación en la Catedral (1969) es la rememoración de una conversación entre Santiago Zavala y el chófer Ambrosio en un bar denominado “La Catedral” que sirve como hilo conductor para cuatro historias estilísticamente independientes, donde se reconstruye la vida de los personajes sobre el trasfondo político dictatorial y corrupto de la dictadura de Odría en el Perú de los años cincuenta.

El inicio de Conversación en La Catedral es considerado uno de los mejores inicios de una novela y al mismo tiempo el inicio de una pesadilla:

“Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú? Los canillitas merodean entre los vehículos detenidos por el semáforo de Wilson voceando los diarios de la tarde y él echa a andar, despacio, hacia la Colmena. Las manos en los bolsillos, cabizbajo, va escoltado por transeúntes que avanzan, también, hacia la Plaza San Martín. El era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál? Frente al Hotel Crillón un perro viene a lamerle los pies: no vayas a estar rabioso, fuera de aquí. El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. Piensa: no hay solución. Ve una larga cola en el paradero de los colectivos a Miraflores, cruza la Plaza y ahí está Norwin, hola hermano, en una mesa del Bar Zela, siéntate Zavalita, manoseando un chilcano y haciéndose lustrar los zapatos, le invitaba un trago. No parece borracho todavía y Santiago se sienta, indica al lustrabotas que también le lustre los zapatos a él. Listo jefe, ahoritita jefe, se los dejaría como espejos, jefe”.1

Argumento: la trama transcurre durante la época de la dictadura del general Manuel A. Odría. Santiago Zavala, joven de buena familia e hijo de un empresario colaboracionista con la dictadura, se empeña en estudiar en la Universidad de San Marcos contra la opinión de su padre. En la universidad y como parte del grupo activista Cahuide, opositor a la dictadura de Odría, comprueba en carne propia la persecución y represalias que sufren los opositores. Por otro lado está Ambrosio, zambo de la ciudad de Chincha, quien en la capital, Lima, trata de ganarse la vida como puede y prueba suerte con un viejo conocido de sus años de infancia, el director de gobierno Cayo Bermúdez, mano derecha del ministro de gobernación. Bermúdez es justamente otro de los protagonistas de la novela, desempeña un papel cruel persiguiendo a los opositores y defendiendo los intereses del general Odría durante sus ocho años de dictadura.

Historias cruzadas, diálogos inteligentes y una mirada profunda a toda la «maquinaria de corrupción» que crea la dictadura, la desidia de los dirigentes, la impotencia de los ciudadanos cuando carecen de cultura democrática y se mueven como una masa adormecida que acepta como normales actitudes abominables de la clase política, son en la novela magistralmente retratados con un estilo y unas técnicas que son, quizá, la máxima expresión del escritor peruano.

La narración fluye poderosa a través de la conversación entre Ambrosio y Zavalita, interpolando diálogos, yuxtaponiendo escenas y exorcizando imágenes. Zavalita elige el fracaso porque asume que es la única opción moral digna en medio de la podredumbre y por eso nos trae a la memoria a Meursault de El extranjero, a Jean Valjean de Los miserables, a Quentin de Absalom, Absalom y a los traicionados de La condición humana. La lectura moral de Conversación en La Catedral ha perdurado sobre la lectura política de los años setenta.

Mari Carmen Bobes Naves de la Universidad de Oviedo nos dice de la novela: “la fuerza de este deslumbrante fresco de la sociedad de Lima, la magia de unos personajes que nos repelen éticamente, la inmediatez de la tragedia humana, la misma incoherencia del hombre, la penetrante y riquísima visión del narrador… abre caminos a la aceptación de un relato, difícil, desde la cómoda visión cerrada que nos dan las novelas realistas”.2

Conversación en La Catedral tiene una técnica narrativa soberbia y está escrita en una prosa limpia y precisa, exacta y sonora, que le confiere a la novela una gran intensidad. En setecientas páginas desfilan infinitud de personajes, situaciones, ambientes, para lo cual el autor utiliza los diálogos yuxtapuestos (conversaciones intercaladas que suceden en distintos tiempos y lugares), la fragmentación de historias, el uso de flash backs, quebrantamiento del orden lineal del tiempo, cambios de narrador, entre otros recursos narrativos, que, dentro de una arquitectura bastante compleja, se deja leer fácilmente, gracias a un estilo ágil que utiliza los recursos del periodismo y un lenguaje asequible para el lector habituado.

Son graciosos los localismos peruanos3 que utiliza y que una vez se van repitiendo y asumimos su musicalidad, se van incorporando al discurrir de la lectura sin demasiada dificultad.

CLUB  DE LECTURA 23/03/2012

El lector cree que se enfrenta a una novela habitual, sin embargo las reglas literarias están rotas. No quiere decir que el autor nos engañe, todos los misterios y las claves para descifrarlos están en el texto. El lector ha de colaborar para resolver el rompecabezas que es la trama. El inicio de la novela es también el final en una historia circular. Los diálogos son cruzados y cuestan en un principio de identificar. Al finalizar la lectura todo cobra sentido se podría empezar la misma continuando su lectura en una historia circular inacabable.

La violencia institucional y la violencia particular están presentes en casi todas las novelas de Mario Vargas Llosa (Fanny).

El verdadero tour de force que requiere escribir esta novela, pensemos que Vargas Llosa la publica con 33 años, es también, en cierto modo, exigido al lector cuando se dispone a leerla. Hay una alteración del tiempo con historias diferentes mezcladas entre sí. También una multiplicidad de narradores, incluyendo el omnisciente, que da a la novela una polifonía de voces admirable.

NOTAS:

1. Mario Vargas Llosa, Conversación en la Catedral, Punto de Lectura, Madrid, 2007.

2. Mari Carmen Boves Naves, Diálogos y otros procesos interactivos en conversación en la Catedral, Universidad de Oviedo.

3. Chola, cholo, chompa, peronguitos, huachafo, bulines, cachacos, pichicateros, colectivo (autobús), zambo, lonche, soroche, cachar, calato, chilcano, chavetazos, conchudo, galpón, chacras, cojudo, chapar, chancando, balota, etc.

Comentarios

  1. Leí por primera vez una novela de Vargas Llosa al inicio de mis estudios universitarios, era "La ciudad y los perros", obra emblemática del autor y representativa del "boom" de la literatura sudamericana. Muchos años después coincidí con él en la UIMP de Santander y tuve la suerte de asistir a una conferencia suya; me fascinó su maravillosa oratoria y su agradable presencia y amabilidad pero me costaba entrar en su mundo literario. Hasta que, por recomendación de nuestro crítico literario favorito, leí "La fiesta del chivo" y me reconcilié con la narrativa de Vargas Llosa. Así que, después de este comentario, creo que me voy a animar con "Conversación en La Catedral".

    Un abrazo a tod@s los seguidor@s del blog.

    Beatriu

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

(L56) Las afinidades electivas (1809)

(L111) El mundo de ayer. Memorias de un europeo (1942)

(L455) El rostro oculto de la mente (1967)