(L317) Desvío a Santiago (1994)
Cees Nooteboom, El desvío a Santiago (1994)
Primer libro de
viajes que os traigo de este hispanista holandés que va a dar un curso en
Santander el verano de 2017. Cees
Nooteboom (La Haya, 1933) es un enamorado de España, de su gente y
de su tierra. Así como un viajero incansable y lo que antes se conocía como un cosmopolita
defensor de la idea de una Europa unida, culturalmente global e integradora, frente
a la antigua fragmentación del continente.
En los siguientes
fragmentos del libro podemos ver su idea de España y su largo y torcido camino,
lleno de desvíos y recovecos hacia Santiago de Compostela.
“Una de las pocas
constantes en mi vida es mi amor –no hay una expresión inferior– por España.
Mujeres y amigos han desaparecido de mi vida, pero un país no se escapa tan
fácilmente. Cuando en 1953 con veinte años, llegué por primera vez a Italia,
creí haber encontrado todo lo que de una manera inconsciente había estado
buscando. El esplendor mediterráneo irrumpió como una bomba, la vida era un
teatro genial y público entre las descuidadas piezas decorativas de miles de
años de arte sublime. Colores, comida, mercados, ropa, gestos, idioma, todo
parecía más refinado, más intenso, más ágil que en el hundido delta
septentrional de donde yo venía: fui subyugado. España fue después una
desilusión. Bajo ese mismo sol mediterráneo la lengua parecía dura, el paisaje
árido, la vida tosca. No fluía, no era agradable, era de alguna obstinada
manera vieja e intocable, debía ser conquistada. Ahora ya no pienso así. Italia
es todavía una delicia, pero tengo la sensación –es muy difícil hablar sobre
estas cosas sin caer en una terminología mística y extraña– de que el carácter
y el paisaje españoles están en consonancia con «aquello que me incumbe», con
cosas conscientes e inconscientes de mi ser, con quien yo soy. España es
brutal, anárquica, egocéntrica, cruel; España está dispuesta a ponerse la soga
al cuello por disparates, es caótica, sueña, es irracional. Conquistó el mundo
y no supo qué hacer con él, está enganchada a su pasado medieval, árabe, judío
y cristiano, y está allí con sus caprichosas ciudades acostadas en esos
infinitos paisajes vacíos como un continente que está unido a Europa y no es
Europa. Quien haya hecho sólo los itinerarios obligados no conoce España. Quien
no haya intentado perderse en la complejidad laberíntica de su historia no sabe
por dónde viaja. Es un amor para toda la vida, nunca termina de sorprenderte”.1
“Mi trayecto lleva
a Soria, a Castilla la Vieja. Desde Barcelona una autopista vacía conduce a
Zaragoza. La ciudad aparece en la lejanía como una visión temblando en el
calor. Ahora empieza la España auténtica, la meseta castellana vacía y seca,
tan grande como un mar. No puede haber cambiado mucho desde el siglo XIII,
cuando los grandes criadores de ovejas se unieron para asegurar el paso de sus
rebaños desde las secas praderas de Extremadura a las verdes pendientes de la
cordillera nórdica. En el escudo de Soria aparece: Soria pura, cabeza de Extremadura. Aquí limitaban los reinos de
Castilla y Aragón con el sur musulmán”.2
“Seca y pobre, el diez por ciento del suelo
pura piedra, treinta y cinco por ciento apenas productivo, cuarenta y cinco por
ciento de alguna manera fértil, diez por ciento rico… separada del resto de
Europa por el muro de Berlín de los Pirineos, aislada, lejana y dividida en sí
misma por la interminable meseta en el centro. Comunicaciones difíciles,
caracteres distintos, el amor por lo propio, lo cercano, la ciudad, la región,
la propia lengua, siempre más grande que la idea de la colectividad. Así es el
ahora, así es el antes”.3
“El resplandor de
Santiago con todas sus consecuencias surgió porque se creía haber encontrado la tumba del apóstol Santiago, por lo tanto
son acontecimientos que tuvieron lugar con motivo de algo que probablemente no
sucedió. En esta idea extremadamente borrosa, y en la independencia tan
tercamente defendida por los reyes astures desde el casi mítico Pelayo,
descansaba una migración europea en masa que dio el motivo y la posibilidad a
venideras generaciones de españoles de seguir resistiéndose a la dominación
árabe, reconquistar al islam el resto de España, y así cambiar una marea que
había podido anegar toda Europa. Así que, en este sentido, decididamente no es
exagerado decir que en los valles y puertos de montaña de Asturias cambió una
vez la historia de Europa, y con ella la del mundo”.4
Comentario: Desde Menorca el viajero Cees Nooteboom
se dirige por ferry a Barcelona. A su llegada alquila un coche y se dirige a
Castilla. Visita Soria, el Monasterio de Veruela, Teruel, Zaragoza, Albarracín,
Sigüenza, el Burgo de Osma, Berlanga de Duero, Santo Domingo de Silos, Santo
Domingo de la Calzada, la Catedral de Burgos, el Museo del Prado donde nos
habla en profundidad de Velázquez y Felipe IV, del misterio de las Meninas, de
las pinturas de Zurbaran. Visita el Madrid de Cervantes y en su viaje por la
Mancha: Chinchón, Consuegra y sus molinos, Almagro, Argamasilla de Alba, Puerto
Lapice, las Lagunas de Ruidera finalizando en Alcalá de Henares cuna de
Cervantes.
Prosigue por
Segovia. Nos habla del levantamiento de los Comuneros. Del matrimonio de Felipe
II en el Alcázar, la Granja de San Idelfonso, el Monasterio del Escorial, el
Monasterio de Guadalupe, Trujillo, Mérida, Cádiz, Sevilla, San Sebastián,
Olite, Sos del Rey Católico.
Siente una
fascinación por el arte prerrománico (visigótico y mozárabe) y románico. Tiene
como guía el libro del profesor Walter Muir Whitelnill. Santa María de Lebeña.
Se aloja en Fuente De. Le fascina el Beato de Liébana. Covadonga, Oviedo, Santa
María del Naranco (s.IX). León, el estilo plateresco del Hostal de San Marcos,
la Catedral de Astorga, Santiago de Peñalba. El Castillo de Verín. Recibe la
noticia de la muerte de Borges. Pasa a Portugal, Tras-os-Montes. Llega a Cáceres
donde hace calor seco verdad. Los libros de cocina pueden contar la pobreza de
una región. El trato a los judíos en Extremadura. Se acerca al Rocío y al
Parque de Doñana. El Cid Campeador y la Valencia musulmana. El Poema del mío Cid es el primer cantar de
gesta español.
De Lorca pasa a la
palaciega Úbeda y la pequeña Baeza. La Granada de la Alhambra. El Palacio de
Carlos V. El barrio del Albaicín. Los jardines del Generalife. Gonzalo de
Berceo, Milagros de Nuestra Señora.
Lee en la prensa la muerte de Cortázar. Se dirige en avión desde Madrid a
Tenerife y luego en barco a la Gomera.
Sigue su ruta por
el Monasterio de Santes Creus en Cataluña. Roda de Isábena, Huesca y las
pinturas de Saura en la Diputación. Torla, la Catedral de Jaca, San Juan de la
Peña, el Monasterio de Leyre, San Miguel de la Escalada en León. Ya está cerca
de Galicia pero primero quiere ir a La Coruña y a la costa de la Muerte. Por el
sur de Finisterre vino flotando el cadáver del apóstol. Santiago y sus cuarenta
iglesias. El pórtico de la Gloria, la sonrisa de Daniel. El viajero sabe que su
viaje español termina aquí.
Se trata de un
libro lleno de cultura, sabiduría y curiosidad. Por momentos su lectura se nos
hace dura, sin embargo hay capítulos y fragmentos más amemos que nos ayudan a
conocer España mejor de lo que la conocemos nosotros mismos. Con una mirada diferente pero a la vez colmada
de cariño y agradecimiento.
NOTAS:
1.- Cees
Nooteboom, El desvío a Santiago,
Siruela, Madrid, 2006, p. 14.
2.- Ibídem, p. 17.
3.- Ibídem, p. 28.
4.- Ibídem, p. 208.
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