Cafés históricos de Turín


En Turín hay iglesias, palacios, museos, miradores y el magnífico río Po, pero una de las visitas más peculiares es la de sus conocidos cafés históricos. Edificios del siglo XIX que, por su solera, espectacularidad y el cuidado con que se han conservado, no se han de dejar de lado. En Italia el café es toda una religión y la verdad es que lo hacen buenísimo. Para nosotros fue una de las visitas más agradables e interesantes de la capital del Piamonte.

Los cafés históricos de Turín son establecimientos donde, además de tomarte un café, un chocolate y algunas pastas –Turín es conocida por todos estos productos–, puedes hacer un viaje en el tiempo y trasladarte a una época decisiva de la historia italiana: el Risorgimento, en el siglo XIX. Se trata de la época previa a la unificación del país –sí, ¡Italia es muy joven, la unificación no se completó hasta 1871 (algunos historiadores la retrasan hasta la primera mitad del s. XX) y cuya primera capital fue precisamente Turín, la “casa” de los Saboya, los futuros reyes de Italia. Durante esos años, y hasta principios del siglo XX, llegaron a la ciudad políticos e intelectuales de toda la península, huyendo de las persecuciones en sus respectivos estados. Entre los muros de estos cafés discutían del futuro de la casa real y del Reino de Italia mientras saboreaban cafés y chocolates calientes.

Esos elegantes salones de tertulias políticas se han conservado milagrosamente hasta nuestros días, a pesar de dos guerras mundiales, y hoy es posible visitar sus salitas con las paredes decoradas con boiseries, espejos y satenes y llenas de muebles de marquetería y vajillas de porcelana.

A continuación os hablaremos de los cafés históricos de Turín que nosotros visitamos, entre el 2 y el 4 de agosto 2018, mencionando también algunos a los que no pudimos acercarnos pero que también vale la pena conocer. El artículo no es en modo alguno exhaustivo y bebe de las fuentes de un magnífico artículo viajero de la web Saltaconmigo.com.




El Caffè Mulassano (Piazza Castello, 15) nació en el siglo XVIII pero fue en 1907 cuando se instaló en la centralísima Piazza Castello, donde se encuentra ahora. Era uno de lugares de encuentro de los nobles de Turín y también de los artistas del cercano Teatro Regio, incluida María Callas. Artesonados de madera, mesas de mármol, espejos antiguos: no le falta nada para que sea uno de los cafés más clásicos de la ciudad.



Un par de curiosidades. La primera: es conocido por ser el lugar de “nacimiento” del tramezzino, el sándwich triangular de pan de molde sin corteza famoso en Italia, y todavía vende muchas variedades de esta especialidad. Aparte de tomar un café repetimos otro día para probar un sugerente Campari como aperitivo (foto).

Muy cerca del Mulassano está el Baratti & Milano (Piazza Castello, 29), entre la Galleria Subalpina, una galería comercial histórica de Turín, y la piazza Castello. El café es de 1875 pero ya en 1854 los propietarios, Ferdinando Baratti y Edoardo Milano, habían abierto una pequeña pastelería. Sus pasteles se convertirían en unos de los más conocidos del Piamonte, tanto que la Casa Real de los Saboya elegiría a Baratti & Milano como proveedor oficial. Aquí se inventó el cremino, un bombón de chocolate con avellanas que sigue siendo famoso.

El café, de estilo modernista, está decorado con espejos, estucos, dorados, muebles de marquetería… Se encuentra todo lo que te esperas de un café del siglo XIX. Es famoso por sus chocolates a la taza.




El Caffè dei Fratelli Fiorio (Via Po 8), conocido simplemente como Fiorio, es uno de los más antiguos de Turín: se abrió nada menos que en 1780. En 1845 se renovó añadiéndole sofás de terciopelo rojo, espejos, frescos, etc. dándole su aspecto actual.

Tan importantes eran las tertulias que tenían lugar aquí que los reyes y sus ministros, para entender cuál era el humor de la opinión pública, preguntaban “¿Qué se dice en el Fiorio?”. Muchos de sus clientes eran conservadores, lo que le dio sobrenombres como “caffé dei codini” –el café de las coletas de cola de caballo, el peinado típico de los conservadores– o el “caffé dei Macchiavelli” –el café de los Maquiavelos, por los temas de sus tertulias–. Pero no fue frecuentado solo por italianos: Herman Melville y Mark Twain se encuentran entre sus clientes ilustres.

El café es también heladería (gelateria), y es famoso por su sabor de gianduia: un chocolate piamontés con pasta de avellanas muy conocido en toda Italia. Parece ser que Nietzsche era uno de los amantes de los helados de Fiorio.




Si en el Caffè Fiorio se encontraban los conservadores, el San Carlo (Piazza San Carlo, 156), fue frecuentado por muchos hombres eminentes de la izquierda en el siglo XX, incluidos Francesco Crispi, presidente del gobierno de la Izquierda Histórica, y Antonio Gramsci, filósofo y uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano que aquí tuvo la idea de fundar el periódico “L’Ordine Nuovo”. Por sus salas pasaron también famosos escritores extranjeros como Alexandre Dumas.



A pesar de ser lugar de encuentro de intelectuales de izquierda, su ambiente es todo menos sobrio: estucos, estatuas, mármoles, lámparas de araña (foto).

Se fundó en 1822 y, como curiosidad, es el primer café italiano en el que se utilizó la luz de gas. En la Segunda Guerra Mundial resultó muy dañado y se restauró completamente en 1979.



El Caffè Torino, vecino del Caffè San Carlo (Piazza San Carlo, 204), es un poco más “joven” respecto a los otros cafés históricos de Turín. Se construyó en estilo Liberty (equivale a nuestro Modernismo) a principios del siglo XX: en 1903. Su época dorada fue la década de los ‘50’, cuando pasaron por aquí actrices de la talla de Ava Gardner o Brigitte Bardot.




En el interior también hay mármoles, lámparas de araña y todo tipo de decoración deslumbrante, mientras que en su entrada se encuentra su neón (foto), el único original de la época en Turín, además del famoso toro que da nombre al café y a la ciudad (foto).




La Piazza San Carlo es llamada también el “salotto di Torino”, salón de Turín, por su amplitud y la cantidad de terrazas que acoge. Al otro lado de la plaza, hay otro local histórico más: la confitería Stratta (piazza San Carlo 191), de 1836, que fue proveedor oficial de caramelos de la Casa Real de los Saboya y una de las primeras pastelerías-cafés.




El Caffè Vittorio Veneto (Piazza Vittorio Veneto, 2) es otro de los cafés con historia de la capital del Piamonte. Data de 1878 y su decoración es la clásica de esa época, con mesas de mármol, sillas recubiertas de cuero y paredes con boiseries de madera.

Tiene una terraza en la Piazza Vittorio Veneto donde tomar una “apericena”, el aperitivo con comida que se convierte en cena y que es tan típico de Turín, sobre todo de esta área.




Del Caffè Vittorio Veneto nos vamos al vecino Caffè Elena, en la misma plaza (Piazza Vittorio Veneto, 5). Sus salitas eran frecuentadas, entre otros, por Cesare Pavese, uno de los escritores italianos más importantes del siglo XX.



Su decoración es algo menos rica que la de otros cafés históricos pero su barra es muy bonita y su salita cuca y muy acogedora (foto).




El Caffè Platti (Corso Vittorio Emanuele II, 72), está un poco más apartado del centro, pero a solo un cuarto de hora andando de la piazza Castello.

Nació en 1875 y entre sus clientes más famosos contó con Luigi Einaudi, segundo presidente de la República Italiana, y Cesare Pavese, sí, el mismo que frecuentaba también el Caffè Vittorio Veneto. Conserva los muebles originales de estilo Liberty (foto). Es famoso por sus bombones, sobre todo los gianduiotti, chocolatinas con avellanas.



Otros cafés también interesantes son: CAFFÈ AL BICERIN (Piazza della Consolata, 5); CAFFÈ VERNAGNO 1882 ((Via Antonio Bertola, 20); CAFFÈ UNIVERSITÀ (Via Po, 2-6) pero nuestro tiempo, por desgracia, no dio para todos.

Como curiosidad comentar que, en uno de los paseos nocturnos por la capital Turinesa, nos encontramos reunidos en una plaza a un grupo de abuelos tocando el acordeón, la guitarra y cantando canciones típicas italianas. ¡Toda una gozada! ¡Italia en estado puro!

Comentarios

  1. Qué ganas de irme a tomar un café a Turín...
    Desconocía que sus cafés y confiterías fueran tan interesantes.

    Como siempre, mil gracias por el artículo!

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  2. Yo hice un largo viaje en 2018 (91 días) a Grecia, Italia y Bélgica. Estando en Turín visité el 70% de todos los palacios y museos. Yo escribo y leo demasiado, siempre lo he hecho. Pavese es uno de mis adorados así es que yo misma inventé mi tour literario en el Caffè San Carlo, el Platti y el Fiorio, sentada bebiendo café, degustando pasticceria, un licor, observando, tomando fotos e imaginando a Gramsci, a Pavese, a Dumas, a Einaudi entre otros. Y en el parque Sambuy ví el busto homenaje a Edmondo De Amicis. Viaje eternamente adorado 🌺🌻 hermosa ciudad Turín, majestuosa, culta, divertida. Regresaré por supuesto. Saludos, Alma Luján González🇲🇽

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