(G174) Somiatruites (Igualada, Barcelona)
Un año más llegó mi cumpleaños y reuní
a la troupe familiar para celebrarlo. Como los restaurantes locales los
tenemos más que trillados decidí llevarlos a Igualada al Somiatruites, Carrer del Sol, 19. Se trata de un espacio singular
que recoge la esencia del barrio del Rec de Igualada. Situado en una antigua
nave donde se curtían pieles, tiene un interior con estética industrial, con
las paredes de piedra y ladrillo caravista, muebles de diseño y retales de
cuero colgados en el techo haciendo referencia a la historia del edificio.
El proyecto es de Xavier Andrés (1983) que lleva el negocio junto a su
hermano David Andrés (1987) quien
estudió en la escuela Hoffman de Barcelona, trabajó como jefe de cocina en el
restaurante Abac y actualmente colabora en el Via Venetto, iniciando un proyecto
personal con la familia Monje, ambos restaurantes de Barcelona. El año 2017 se
proclamó, por tercer año consecutivo, mejor chef joven de la península por el
prestigioso concurso San Pellegrino Young Chef.
Decidimos por consenso pedir
varios platos para compartir como primeros: Bravas del Norte con alioli y romesco
picante (foto), muy ricas.
Langostinos crujientes con salsa romesco (foto),
buenos. Jamón ibérico de bellota con pan con tomate (foto), muy bueno. Croquetas de jamón ibérico (foto), para el peque, que resultaron
muy melosas, como pudimos comprobar ayudándole y, para terminar, Pulpo con parmentier
de patata, pimienta roja y pimientos del padrón (foto), bueno.
Los segundos ya fueron
de elección personal: Tataki de atún con salpicón de tomates de colores y
ajoblanco (foto), bueno y refrescante
para un día de calor intenso. Flores de cabrito guisado con pisto y crema de su
leche (foto), muy bueno y contundente,
eso sí, no acto para paladares sensibles a los olores fuertes de la carne.
Filete de ternera en dos texturas y temperaturas (foto), correcto sin más. Huevos fritos con patatas y jamón ibérico
(foto), para el peque que no dejó ni
rastro. Arroz negro de pulpo y langostinos con puntos de mayonesa de picada y
alioli (foto), muy bueno y una
estupenda elección.
Al postre ya llegamos muy llenos y compartimos entre varios. Piña colada con ron de coco y pannacota de coco (foto),
muy bueno. Helados de vainilla y chocolate (foto),
buenos.
El pan del tipo chapata
que acompañó al jamón muy rico. Los cafés buenos y bien ejecutados.
Para beber agua y
refrescos para los jóvenes. Los adultos pedimos un vino blanco para los
entrantes. Se trató de un Cristiari 2018,
Vall de Baldomar, D.O. Costers del Segre, cobijado por la sierra del Monsec.
Mezcla de las uvas Müller Thurgau (procedente de la región suiza de Thurgau) e
Incrocio Manzoni (un cruce de uva entre Riesling y Pinot Blanc, común en la
región de Alsacia). Es un vino suave y elegante, floral y algo evanescente en
el postgusto. Delicado en boca y armonioso en nariz. Aromas de
mandarina y flores blancas. Es un vino especial y muy diferente a lo que estamos acostumbrados a
probar en blancos.
Para los segundos
escogimos un tinto Alosa
2018, Comalats, también de la D.O Costers del Segre,
esta vez al sur, en la comarca de la Segarra. La uva es cabernet sauvignon cien
por cien, joven, refrescante, con sabor a fruta de bosque fresca y pimienta
blanca, pero con cuerpo suficiente para acompañar sin desmerecimiento los
platos de carne. Es un vino ecológico plantado en altura, a más de setecientos
metros, por lo que el cabernet se expresa de forma diferente.
Precio aproximado de la
comida por persona 30/35 euros bebidas incluidas. Fecha de la visita el 6 de
julio de 2019.
PUNTUACIÓN: 6,5
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