(L427) El idiota (1868-1869)
Fiódor Dostoievski, El idiota (1868-1869)
Siempre es interesante
leer alguna de las obras cumbres de la literatura rusa y también universal. Fiódor
Dostoievski (1821-1881) es para mí uno de los escritores
imprescindibles para conocer eso que se ha dado en llamar “el alma humana”. Para
saber de qué estamos hechos por dentro, hasta dónde somos capaces de llegar; cuáles son nuestras miserias y también cuáles son nuestras virtudes, si es que
tenemos alguna.
Argumento:
Dos
jóvenes se encuentran en un vagón de tren de tercera clase de Varsovia a
Petersburgo y entablan conversación. El joven rubio ha estado fuera por motivos
de salud, concretamente en Suiza, pero no se ha curado y vuelve pobre (Padece
ataques epilépticos como el propio Dostoievski)1. Se trata del príncipe Lev Nikoláyevich Mishkin.
El otro joven es moreno y se llama Parfión Rogozhin, hijo de un rico señor principal, que también vuelve pobre y enfermo al recibir la noticia de la muerte de su padre. Un funcionario de tercera que va en el vagón con ellos se inmiscuye en la conversación. Parfión había cogido dinero de su padre para comprarle unos pendientes de diamantes a la bellísima Nastasia Filíppovna. Este fue el motivo por el que tuvo que huir de casa.
El otro joven es moreno y se llama Parfión Rogozhin, hijo de un rico señor principal, que también vuelve pobre y enfermo al recibir la noticia de la muerte de su padre. Un funcionario de tercera que va en el vagón con ellos se inmiscuye en la conversación. Parfión había cogido dinero de su padre para comprarle unos pendientes de diamantes a la bellísima Nastasia Filíppovna. Este fue el motivo por el que tuvo que huir de casa.
El
general Yepanchín tiene abundantes propiedades y rentas. En
su juventud se casó con una muchacha de su misma edad del linaje principesco de
los Mishkin, linaje no muy brillante pero si muy antiguo. Tiene tres hijas
bellas, listas y prudentes: Aleksandra, Adelaida y Aglaya de 25, 23 y 20 años
respectivamente.
El príncipe Mishkin toca
la campanilla de la casa del general Yepanchín para ser recibido. Intrigado por
la visita el general lo hace pasar. Está acompañado por Gavrila Ardaliónovich (Gania). En la conversación se habla de
Nastasia Filíppovna de quien Gavrila tiene un retrato (foto). El príncipe dice
conocerla y les relata su encuentro en el tren con Parfión Rogozhin. El
general, atraído por lo que cuenta el príncipe, le ofrece un puesto de
escribiente con un sueldo de 35 rublos al mes y le recomienda que se aloje en
casa de Gavrila. La generala, su pariente lejana, acepta por fin recibirlo.
Afanasi
Ivánovich Totski es un hombre de 55 años inmensamente rico
que quiere casarse bien y ha pensado en Aleksandra, la hija mayor del general Yepanchín.
Pero Totski tiene una huérfana adoptada desde que era una niña, a la que ha
educado de la mejor forma y ha adquirido una belleza radiante. Se trata de
Nastasia Filíppovna. Por más que la rodean pretendientes ella muestra un
corazón de piedra. Además odia a su benefactor Totski quien siendo ella joven
la sedujo. Totski piensa ofrecerle una dote y la posibilidad de casarla. El
joven Gavrila parece que está interesado pero Nastasia sospecha que solo va detrás
de la dote.
La generala Mishkin recibe al
príncipe, su pariente lejano, y lo invita a almorzar. Está muy interesada en saber cosas sobre él.
Las tres hijas de la generala también lo conminan a que les cuente cosas de Suiza. Les cuenta
la historia de un hombre condenado a muerte a quien se le conmuta la pena en el
último momento (este hecho está basado en la propia vida de Dostoievski)2.
También explica la ejecución que contempló en Lyon. Las tres jóvenes le
preguntan al príncipe si ha estado enamorado. No contesta y les explica la
historia de la pobre Marie que muere tísica y su relación amistosa con los
niños de una aldea. También les dice lo que interpreta de la fisonomía de las
cuatro mujeres, a las que encuentra dulces y buenas.
Por una indiscreción del
príncipe las mujeres se enteran de la existencia del retrato de Nastasia Filíppovna
y quieren verlo. Gavrila Ardaliónovich le deja el retrato a condición de que
lleve una nota a la hija menor, Aglaya
Ivánovna. En la nota Gavrila le pide a Aglaya apoyo para romper su
compromiso con Nastasia. Ésta le devuelve la nota sin respuesta.
El príncipe se dirige con
Gavrila a casa de éste donde se alojará. La vivienda es angosta y opresiva.
Allí están Ardalión y Nina, los padres de Gavrila. También vive con ellos su
hermana Varvara. También un amigo, Iván Petróvich Ptitsyn. La familia no está
de acuerdo con el compromiso que pretende llevar a cabo Gania con Nastasia Filíppovna.
Se presenta de improvisto
Nastasia en casa de Gania quien se ruboriza por su propia familia. Cree que
Nastasia ha venido a ridiculizarlo y a burlarse de él y de su familia. El padre
Ardalión explica una anécdota divertida que resulta ser mentira; Nastasia lo
descubre y lo deja en evidencia.
Parfión Rogozhin acude a
casa de Gania con unos amigos. Están borrachos. No espera encontrarse a
Nastasia y le pregunta si se va a casar con Gania. Le ofrece dinero a Nastasia.
El ambiente se caldea y Gania quiere pegar a su hermana pero el príncipe se lo
impide, recibiendo el la bofetada.
Cuando se van todos Gania
le pide perdón al príncipe. Se va a casar por dinero, una dote de setenta y
cinco mil rublos, con Nastasia una mujer que ha sido la querida de otro. De
Totski, aunque de eso hace ya mucho tiempo…
Comentario: El
protagonista de El idiota, el
príncipe Liov Nikoláyevich Mischkin, representa el más elevado arquetipo
espiritual y moral salido nunca de la pluma de este gigante de la literatura
universal. Personaje portador de un ideal moral tan alto que sólo puede ser
comparado con Don Quijote, el inmortal
personaje cervantino tan admirado por el propio Dostoievski.
Mischkin es la antítesis
de Rodion Románovich Raskólnikov, el joven estudiante protagonista de Crimen y castigo (1866), pues si
Raskólnikov encarna al hombre que se cree superior, que despiadadamente mata a
la vieja usurera como si se tratase de una cucaracha, porque cree estar
llevando a cabo una acción profiláctica, porque cree estar eliminando una
nociva sanguijuela que se aprovecha de los demás y les chupa la sangre,
Mischkin encarnaría la sentimentalidad pura, la más candorosa ingenuidad, la
pureza suprema, que en muchos momentos raya en la idiotez.
Sin embargo lo que hoy en
día chirria en la novela es la incapacidad del príncipe para mentir, siempre
dice la verdad incluso cuando no debe hacerlo. Tampoco sabe defenderse cuando
lo necesita. Esta flojera espiritual (bueno sí, pero no tonto), le hace sufrir
los vaivenes e intentos de estafa de varios personajillos que pululan por la
novela.
Varios críticos (Nicolás
Berdiaev, Romano Guardini, Jacques Madaule, E.H. Carr, Stefan Zweig) ven un
paralelismo entre el príncipe Mischkin y Jesucristo. «No es en sí mismo más que
un alma afligida en un cuerpo de miseria, pero un cuerpo casi transparente».
También ven en Nastasia Filíppovna a la María Magdalena evangélica.
Más que plantearse el
problema religioso como el fundamental de las grandes obras de Dostoievski,
incluido el ateísmo y la creencia en Dios, lo que de verdad subyace en ellas
es, ante todo, el intento de resolver un problema de carácter antropológico, que
tiene que ver con el destino del hombre y con su libertad. Es decir, que lo que
de verdad tortura a esa alma incandescente, que era la de Dostoievski, es el
enigma del espíritu humano, del destino de la criatura humana en su devenir por
el mundo.
En la novela hay un
bonito alegato contra la pena de muerte: «Matar a quien mató —le dice el príncipe al criado— es un castigo
incomparablemente mayor que el mismo crimen. El asesinato en virtud de una
sentencia es más espantoso que el asesinato que comete un criminal».
Dostoievski destaca por
sus hondas preocupaciones religiosas y por su defensa de la libertad del
individuo, y eso sin entrar en su intensísimo análisis psicológico de los
personajes que se debe en buena medida a la extrema tensión a la que somete a los
mismos, una tensión autodestructiva, que llega al límite de las posibilidades
de la resistencia psíquica humana.
Aunque el tema del
nihilismo ruso se roza muy de soslayo en esta novela, ya que será en Los Demonios
(1871-1872) y en Los hermanos Karamazov
(1879-1880) donde Dostoievski aborde con profundidad jamás alcanzada toda la
problemática intelectual, política y religiosa que esa corriente fundamental de
la intelligentsia rusa presentaba en
su tiempo, anunciando de manera profética los horrores del bolchevismo.
Coincidiendo con la estancia del príncipe en la dacha de Lebédev, se van agregando una serie de personajes, al calor de un turbio y equívoco asunto en el que se pretende conseguir una importante cantidad de dinero del príncipe, en los que pueden advertirse embrionarios rasgos nihilistas. De todos ellos, el más interesante, a notable distancia del resto, es Ippolit Teréntiev, que en esta cuestión sólo tiene rasgos intelectuales tangenciales con el nihilismo, aunque de inusual profundidad si tenemos en cuenta su jovencísima edad.
Coincidiendo con la estancia del príncipe en la dacha de Lebédev, se van agregando una serie de personajes, al calor de un turbio y equívoco asunto en el que se pretende conseguir una importante cantidad de dinero del príncipe, en los que pueden advertirse embrionarios rasgos nihilistas. De todos ellos, el más interesante, a notable distancia del resto, es Ippolit Teréntiev, que en esta cuestión sólo tiene rasgos intelectuales tangenciales con el nihilismo, aunque de inusual profundidad si tenemos en cuenta su jovencísima edad.
Me gusta el discurso
titulado Après moi le déluge del
joven Ippolit donde afirma que es imposible «comunicar a nadie lo más principal
de vuestra idea», que siempre se muere el hombre, cualquier hombre, sin haber
podido transmitir lo esencial de su pensamiento que se lleva a la tumba, por
mucho que lo haya intentado y por muchos volúmenes que haya escrito.
Como curiosidad en la habitación de Nastasia Filippovna hay un libro abierto
que está leyendo. Se trata de Madame
Bovary (1857).3 Nastasia, en el fondo, como indica tan
oportunamente Dostoievski, es una soñadora y posee mucho de fantástica.
NOTAS:
1.- Fiódor Dostoievski, El idiota, Alianza Editorial, Madrid, 2015,
p. 343-345; 356-357.
2.- Ibídem, p. 98ss.
3.- Ibídem, p. 889.
BIBLIOGRAFÍA
Enrique Castaños, El
príncipe Mischkin de El idiota como
arquetipo moral, 22/06/2013.
Fiódor Dostoievski, El idiota, Alianza Editorial, Madrid,
2015.
André Gide, Dostoïevski, José
Janés, Barcelona, 1950.
Stefan Zweig, Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski),
Acantilado, Barcelona, 2004.
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