(L551) Yo el Supremo (1974)

Augusto Roa Bastos, Yo el Supremo (1974)

Se han escrito grandes novelas sobre dictadores en la literatura hispanoamericana. Augusto Roa Bastos (1917-2005) fue un escritor paraguayo que recreó la vida del dictador José Gaspar Rodríguez de Francia (1766-1840) quien gobernó el Paraguay durante el período comprendido entre 1813 a 1840. El primer año como cónsul y el resto como “dictador Supremo”.

Argumento: la guardia ha encontrado un panfleto contra el dictador pegado en la puerta de la catedral. Cuando se lo comunican el dictador piensa que es obra de Manuel Pedro de Peña y Mariano Antonio Molas, antiguos colaboradores y ahora reos en sus mazmorras.

“Ahora se atreven a parodiar mis Decretos Supremos. Remedan mi lenguaje, mi letra, buscando infiltrarse a través de él; llegar hasta mí desde sus madrigueras. Taparme la boca con la voz que los fulminó. Recubrirme en palabra, en figura. Viejo truco de los hechiceros de las tribus. Refuerza la vigilancia de los que se alucinan con poder suplantarme después de muerto. ¿Dónde está el legajo de los anónimos? Ahí lo tiene, Excelencia, bajo su mano.

No es del todo improbable que los dos tunantes escri-vanos Molas y de la Peña hayan podido dictar esta mofa. La burla muestra el estilo de los dos infames faccionarios porteñistas. Si son ellos, inmolo a Molas, despeño a Peña. Pudo uno de sus infames secuaces aprenderla de memoria. Escribirla un segundo. Un tercero va y pega el escarnio con cuatro chinches en la puerta de la catedral. Los propios guardianes, los peores infieles. Razón que le sobra a Usía. Frente a lo que Vuecencia dice, hasta la verdad parece mentira. No te pido que me adules, Patiño. Te ordeno que busques y descubras al autor del pasquín”.

“Vas a ponerte a rastrear la letra del pasquín en todos los expedientes. Legajos de acuerdos, desacuerdos, contraacuerdos. Comunicaciones internacionales. Tratados. Notas reversales. Letras remisorias. Todas las facturas de los comerciantes portugueses-brasileños, orientales. El papelaje de sisa, diezmo, alcabala. Contribución fructuaria. Estanco, vendaje, ramo de guerra. Registros de importación-exportación. Guías de embarques remitidos-recibidos. Correspondencia íntegra de funcionarios, del más bajo al más alto rango. Cifrados de espías, vicheadores, agentes de los distintos servicios de inteligencia. Remitos de contrabandistas de armas. Todo. El más mísero pedazo de papel escrito”.

La acción transcurre en el Paraguay el 21 de octubre de 1840. El dictador tiene 74 años y ha corrido el rumor de que ha muerto. Lleva más de veintiséis años en el poder. Un emisario le dice que la ciudad de Trevegó está encantada. Es una ciudad penitenciaria que mandó construir el dictador...

Comentario: el tema de los dictadores sudamericanos es todo un subgénero literario. Trujillo en La fiesta del Chivo (2000) de Vargas Llosa; Estrada Cabrera en El Señor Presidente (1946) de Miguel Ángel Asturias; Gerardo Machado en El recurso del método (1974) de Alejo Carpentier o Rojas Pinilla en El otoño del patriarca (1975) de Gabriel García Márquez entre las novelas más conocidas. Todas ellas posiblemente están influenciadas por el Tirano Banderas (1926) de Valle-Inclán. Lo más destacado que hemos exportado a América, a parte del idioma, ha sido la figura y el hacer de los dictadores. Qué pena más grande.

José Gaspar Rodríguez de Francia no fue un dictador al uso, inculto y sanguinario como por ejemplo Trujillo. Se había formado con los jesuitas y era doctor en teología. Y llevó una cierta prosperidad y estabilidad a su país, Paraguay, durante veintiséis años. “Menos de un centenar de ajusticiamientos en más de un cuarto de siglo”.

A Roa Bastos le gusta jugar con el lenguaje, con sus rimas y sonidos, con sus refranes. La riqueza del vocabulario es magnífica. Algunos americanismos son sencillamente deliciosos: chapetón, encalabrinar, zoncera, bragante (de brigante), pucha, macuquina, pulpero, chasque, tracalada, cornetes, gachupín, comejenes, baqueano, garambaina, jeme, espartillar (de espartilla), pirizales, chafalonías, yuyales, vichear, maloqueando, pasquín, culícido, pitaña, abigeatos, zonzos, sanguaza, patacones, zafadurías, atarantarse, poroto, maturrango, peruviano, changador, husmo, calcañares, garandumba, antífona, pipirijaina, bochinche, chambergo, furriel, maula, almáciga, barrumbada, jedentina (de hedentina), taracea, maula, quilombo, chácaras, jacaceros, pesia, romadizos, magüer (de maguer), payagía (de payar), pelafustanes, iterbio, batahola, simún, sumaca, cumpai (de cumpa), trujamán, cáfila, segrí, guadamecí, andaripola (de angaripola), cambray, tahalíes, nanquín, bombasí, etc. Si tenéis curiosidad y tiempo podéis comprobar que prácticamente todas estas palabras aparecen en el DRAE.

También es muy aficionado a jugar con el sonido de las palabras: “Esto es un Balance de Cuentas. Tabla tendida sobre el borde del abismo. La pierna gotosa va arrastrándose hacia el extremo hasta ese punto del balanceo en que tabla, caminante, cuentas y cuentos, deudas y deudos son trabados por el abismo. ¡Salud, bienvenido talud!”.

Como muy bien dice el Supremo “El poder de los gobernantes está fundado sobre la ignorancia, en la domesticada mansedumbre del pueblo. El poder tiene por base la debilidad. Esta base es firme porque su mayor seguridad está en que el pueblo sea débil. (...) La costumbre de ver a un gobernante acompañado de guardias, atambores, oficiales, armas y demás cosas que inclinan al respeto y al temor, hace que su rostro, aun si alguna vez se ve solo, sin cortejo alguno, imprima en sus súbditos temor y respeto, porque nunca el pensamiento separa su imagen del cortejo que ordinariamente lo acompaña”.

Me pregunto yo ¿Y después de ese poder ficticio que nos queda? Responde «el Supremo»: “Hay quien habla de los pelos, huesos y dientes de la tierra. Gran animal es. Nos lleva sobre su lomo. A unos más tiempo, a otros menos. Un día se cansa, nos voltea y nos come”.

Roa Bastos dedica diez páginas a la estancia de diez años, forzada por el dictador, en el Paraguay del gran naturalista francés Bonpland. Quien con anterioridad junto a Humboldt había realizado “un gran viaje de más de nueve mil leguas por toda América, regresó a París con una colección de sesenta mil plantas y cerca de diez mil especies desconocidas”.

También son fascinantes sus reflexiones acerca del amor. “Nunca he amado a nadie, lo recordaría. Algún residuo habría quedado de ello en mi memoria”. Y su amarga crítica sobre el matrimonio “la soledad de dos en compañía”.

Con ironía Roa Bastos nos habla de papel actual de los escritores: “Hubo épocas en la historia de la humanidad en que el escritor era una persona sagrada. Escribió los libros sacros. Libros universales. Los códigos. La épica. Los oráculos. Sentencias inscriptas en las paredes de las criptas; ejemplos, en los pórticos de los templos. No asquerosos pasquines”.

A continuación de esta alabanza, unas páginas más adelante, denigra el acto de escribir: “Decir, escribir, algo no tiene ningún sentido. Obrar sí lo tiene. La más innoble pedorreta del último mulato que trabaja en el astillero, en las canteras de granito, en las minas de cal, en la fábrica de pólvora, tiene más significado que el lenguaje escriturario, literario. Ahí, eso, un gesto, el movimiento de un ojo, una escupida entre las manos antes de volver a empuñar la azuela ¡eso, significa algo muy concreto, muy real! ¿Qué significación puede tener en cambio la escritura cuando por definición no tienen el mismo sentido que el habla cotidiana hablada por la gente común?”.

Creo que la novela no es una lectura para menores de cuarenta años. La cadencia, las pausas, la tranquilidad y el tiempo que se necesita para leerla no están, desgraciadamente, al alcance de muchos, acorralados y en cierto modo "seducidos" por la multitarea y lo visual. Los “antiguos” todavía podemos encontrar el momento, concentrarnos, aislarnos y dedicar el tiempo necesario para hacer una sola cosa y hacerla medianamente bien.

BIBLIOGRAFÍA

ASALE, Diccionario de Americanismos, Asociación de Academias de la Lengua Española, 2010.

AA.VV, La novela del dictador, Wikipedia, 20/02/2021.

María Victoria Baratta, Paraguay en las crónicas de los viajeros durante el gobierno de José Gaspar Rodríguez de Francia, Revista Paraguay de la Ciencias Sociales nº 9, 2018.

Julio Calviño Iglesias, Estructuras novelísticas y poder personal, UCM, Tesis Doctoral, Madrid, 1984.

Augusto Roa Bastos, Yo el Supremo, Siglo XXI, Madrid, 1976. (Fragmentos p. 53, 74-75, 94, 219, 281, 282-292, 299-302).

Johann Rudolph Rengger; Marcelin Longchamp, Ensayo histórico sobre la revolución del Paraguay y el gobierno dictatorio del doctor Francia, Imprenta Moreau, Paris, 1828. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

(L56) Las afinidades electivas (1809)

(L111) El mundo de ayer. Memorias de un europeo (1942)

Manuel Vilas, El autor y su obra: La literatura y la vida (2019)