(L634) Luces rojas (1953)
George Simenon, Luces rojas (1953)
Una novela donde no sale
Maigret. La maestría de George
Simenon (1903-1989) a la hora de retratar ambientes y
personajes, en este caso norteamericanos, no deja de sorprendernos.
Argumento:
Steve y Nancy son un matrimonio norteamericano típico. Vivian en Scotville, una
urbanización nueva en el centro de Long Island. Los hijos de ambos, Dan y
Bonnie, están en un campamento de verano en Maine. Como muchos otros padres van
a recogerlos el 1 de septiembre. En la carretera se cruzan con la primera
tormenta.
“Al comienzo del Merrit
Parkway se cruzaron con la primera tormenta. Todavía no había caído la noche y
los coches sólo tenían encendidas las luces de posición. Había tres filas de
vehículos entre las líneas blancas de los carriles en dirección norte, muchos
menos, naturalmente, en sentido inverso, y se oía crepitar la lluvia sobre el
acero de los techos, el ruido monótono de las ruedas que lanzaban corros de
agua, el irritante tictac de los limpiaparabrisas”.
Se salen de la carretera
principal por un desvío, empiezan a discutir y Steve para el coche cerca de un
bar más bien astroso. Necesita tomarse una copa. Cuando sale del local su mujer
ha desaparecido dejándole una nota en el parabrisas que dice: “Sigo en autobús.
¡Buen viaje!”. Ambos ignoran que sus vidas están a punto de cruzarse con la de
Sid Halligan, un peligroso recluso que acaba de evadirse de la prisión de
Sing-Sing...
“Cuando se escurrió en el
asiento, vio al hombre, sentado en el lugar que debería haber ocupado Nancy.
Pese a la oscuridad, reconoció enseguida el óvalo alargado del rostro, los ojos
oscuros, y no le sorprendió encontrárselo allí, ni todo lo que se desprendía de
su presencia. En vez de experimentar un movimiento de rechazo, de dudar, de
adoptar, quizás, una actitud defensiva, se acomodó confortablemente, estirándose
el pantalón como solía hacer, alargó el brazo para cerrar la portezuela con
brío y puso el seguro. No esperó a que hablase el desconocido para decir, con
tono de conversación, más que de interrogación: ‒ ¿Eres tú?”.
Comentario: Feux rouges es una novela de misterio.
El matrimonio protagonista muestra ya los signos de cansancio típico de
aquellas parejas que tienen hijos preadolescentes. Donde la “arenilla” de la
cotidianidad más insulta se va metiendo por los engranajes de ese “reloj imperfecto”
que es el matrimonio: nido de aburrimiento, tedio y desazón. Donde los
conyugues se dedican a fastidiarse mutuamente por las nimiedades más
increíbles.
Es una novela montada
sobre los fantasmas de la cotidianidad. La superioridad de su mujer tiene al
marido sumido en la depresión de un hombre tan normal como mediocre. Ella
parece preguntarse cómo sigue junto a ese hombre. La bebida aparece como
refugio, bastón y fuente de la fuerza que él necesita para asumir un rol que no
se decide a ocupar. Pero el efecto del alcohol es contraproducente: la
agresividad con que enfrenta a su mujer durante el viaje en auto hace que ella
decida abandonarlo en uno de los bares donde él ha bajado a beber.
Georges Simenon, es el creador
de una escuela y un auténtico innovador del género a escala europea en la
novela policiaca. En palabras del malogrado Nestor Luján representa el paso de
los problemas de la novela-enigma que es averiguar quién ha cometido el crimen
a cómo se ha cometido, y sobre todo porqué se ha cometido. Simenon recrea el ambiente
costumbrista proyectando una humanidad y una “realidad literaria” que se asemeja bastante a la nuestra.
BIBLIOGRAFÍA
Francesc Xavier Cristòfol
Allué, Estudio crítico la novela policíaca
española de posguerra (1940-1953), Universitat de
Barcelona, Tesis Doctoral, 2000.
David Morán, Simenon, un clásico inclasificable en
busca de (nuevos) lectores, ABC, 03/11/2021.
George Simenon, Luces rojas, Anagrama, Barcelona, 2001.
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