(L635) El Club de los mentirosos (1995)

Mary Karr, El Club de los mentirosos (1995)

He llegado a esta escritora norteamericana por la recomendación de una persona muy querida. Mary Karr (Groves, Texas, 1955) nos cuenta bajo la forma de una biografía novelada su terrible infancia. Por medio de sus palabras trasciende el dolor y los hechos traumáticos que vivió, convirtiéndolos en un canto a la vida.

Argumento: “Me imagino a la señora Heinz, la vecina de al lado, junto al fregadero, detrás de la ventana que todos los sábados dejaba limpia como una patena con un cubo de agua con amoniaco y zumo de limón. Nos está viendo. Siento su mirada sobre mí. Está secando el último plato del escurridor mientras nos observa, y se plantea salir. Pero se lo piensa mejor. Mamá sigue tirando cosas al fuego, como la bruja de una obra de Shakespeare, y la anciana señora Heinz seguramente está espiándola tras esas cortinas ondulantes e historiadas que ella misma fabricó con la máquina de coser y guinga del baratillo a imagen de las del catálogo de Sears. Seguramente echa un largo vistazo a la loma de juguetes y muebles chamuscados, a los marcos que encuadran llamas, y a mamá atizándolo todo con un palo largo, y piensa para sus adentros: “A mí nadie me ha dado vela en este entierro”. Y a continuación suelta la cortina de cuatro rosas, que cae sobre nosotras igual que un telón.

Los demás vecinos han hecho lo mismo. Siento que todos ellos nos abandonan a nuestra suerte, a lo que quiera que está a punto de suceder. Todas las cortinas se corren. Todas las mosquiteras se encajan y se echan todos los pestillos, y hasta las puertas macizas se cierran a cal y canto en medio del calor, y todos los cerrojos se atrancan. Casi puedo oír cómo sucede por todo el barrio. El volumen de los televisores sube para acallar nuestro barullo. Cualquiera podría haber llamado a papá y haberle dicho: “Oye, Pete, no es que sea asunto mío, pero...” (Lo que más me pesa en la actualidad es que alguien efectivamente llamó a papá para ponerlo al corriente y él, atrapado en la misma trituradora que nos apresaba a nosotros, se limitó a asumir aquello que el destino le tenía reservado y dijo que vendría a casa directamente. (...) Me figuro perfectamente su mano grandota colgando el auricular negro. Puede que sus compañeros de sección estuvieran friendo algún bagre recién pescado. Desde lo alto de su torre pudo haber mirado por la ventana curva más allá de los campos de tuberías industriales y tanques de petróleo, pasados los apartaderos, hacia la red de viviendas idénticas, en uno de cuyos jardines mamá estaba prendiendo fuego a nuestras vidas, y tal vez papá decidiera simplemente cambiar de canal y pasar a la hoguera, al chisporroteo del bagre rebozado con pan de maíz y flotando en manteca caliente. “Joder, cómo huele el pescado”, me imagino que dice).

(...) Una silueta negra se recorta contra la luz, una figura con la forma de mi madre, con una corona salvaje de pelo y una sombra por rostro. Ha levantado los brazos y separado los pies, de modo que la sombra pasa de ser una línea esbelta y fina a una equis gigantesca. Y de una mano asoma el destello de la hoja de treinta centímetros de un cuchillo de carnicero, muy parecido al que blandía el tío loco en la escena de la ducha de Psicosis, un cuchillo triangular que papá afila a mano con su piedra de amolar cada vez que se dispone a despiezar una ardilla o un pollo, aunque con ese tamaño podría incluso abrirle la cadera a un venado. (...) Ahora la madre monigote suelta el cuchillo en el suelo para marcar un número. Cuento los siete giros de la rueda, noto cómo retrocede el dial bajo su dedo de palote. La madre monigote llora, haciendo mucho ruido. Una fuente de lágrimas azules brota de los dos ojos de punta de alfiler. Supongo que al otro lado de la línea responde el doctor Boudreaux, porque ella exclama: “¡Forest, soy Charlie Marie! Ven enseguida. Las he matado. A las dos. Las he apuñalado y están muertas”.

Comentario: la novela es una autobiografía de la infancia de Mary Karr y de su hermana Lecía. Su madre, alcohólica y adicta a disparar armas de fuego, se casó siete veces, dos de ellas con su padre, un trabajador de la industria petrolera y antiguo veterano de la Segunda Guerra Mundial, que estuvo en Europa combatiendo.

La gran pregunta es ¿cómo se vive en una familia disfuncional? con una madre alcohólica y bipolar que guarda un terrible secreto. Una abuela siniestra. Un padre estupendo y cariñoso pero alcoholizado, amargado por las continuas broncas de la pareja. Todo eso tiene que afectar necesariamente a las niñas.

La narrativa vivencial de Mary Karr posiblemente influenció a Angelika Schrobsdorff, Tú no eres como otras madres (2012) y a Tara Westover, Una educación (2019) comentados ambos en su momento en el blog. Aunque he de decir que el de Mary Karr posee una profundidad y una calidad literaria muy superior a Tara Westover y bastante parecida a la de Angelika Schrobsdorff. Pero, para mí, en la cima de la literatura confesional está Lucia Berlin con su Manual para mujeres de la limpieza (1977) y las novelas de la francesa Annie Ernaux.

“Explicarlo todo” nos lleva a una sobreexposición que prefigura lo que más tarde nos ha llegado con la era de internet. Antiguamente las personas teníamos varios yos: el que utilizábamos en la escuela, en casa con los padres, con tus amigos, más tarde con tu pareja o con el jefe. Hoy en día ya no se oculta nada, “hay que ser auténtico” y además no se puede cambiar, “yo soy así” dicen algunos incautos. Por la boca nos sale toda esa verborrea que si fuéramos algo sensatos deberíamos callar.

La “poesía del dolor” de Mary Karr me recuerda bastante a la de Bukowski. Eso sí, mucho más delicada, más fina y estilizada, alejada del realismo sucio de éste último. Lo malo es que parece ser el primer libro de una serie de tres. Aunque me ha gustado bastante, creo que para mí con uno es más que suficiente.

BIBLIOGRAFÍA

Leticia Blanco, Mary Karr: «Mi generación pasó por cosas que las jóvenes de hoy no tolerarían», El Mundo, 18/04/2019.

Mary Karr, El Club de los mentirosos, Errata Naturae / Periférica, 2018. (3ª edición).

Eduardo Lago, Mary Karr: “La vida es un chiste malo”, El País, 04/01/2018.

Anatxu Zabalbeascoa, Mary Karr: “Tenemos una idea en la cabeza: las mujeres no tienen poder, usan el sexo para conseguir favores de hombres poderosos”, Evangelizadoras de los apóstoles, 18/05/2019. 

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